A partir del lunes no se permitirán más los implantes mamarios. También se prohibirán los tintes para el cabello. Las minifaldas serán proscritas. Los hombres deberán ponerse franelilla en la playa, de donde será suprimido el hilo dental. El toque de queda es inminente. No dejarán a los niños salir del país. Supongo que prohibirán que los bebés lloren, que obligarán a hacer el amor de ladito. Cosas así.
De aquí a mañana habrá una ofensiva de rumores así o peores. En la pieza Julio César de Shakespeare, poco antes de su magnicidio, hay toda clase de susurros escandalosos, una perra que parió gaticos, caballos descabezados, lluvias de sangre.
Es normal en toda sociedad ante la inminencia de un hecho trascendente, como el tránsito de una televisión chabacana a una televisión ética y de calidad.
Sorprende ver a personas inteligentes y estudiadas creyendo que de verdad van a prohibir los celulares. Porque el rumor es irracional. Cualquier persona en pánico termina creyendo que de verdad los judíos son una raza inferior que va a acabar con Alemania y que, en consecuencia, hay que exterminarlos, como lo creyeron Martin Heidegger, Carl Gustav Jung, Louis-Ferdinand Céline, Ezra Pound y otros genios del siglo XX. Si esos grandes creyeron en esa pamplina genocida, ¿qué quedará para opositores tan gafos que creen en Rosales y hacen una pancarta de un kilómetro para expresar que no hay libertad de expresión? Opositores que defienden, en nombre de su refinamiento cultural, la programación más chocarrera e imbécil de la historia humana.
Aquiles Nazca se burlaba de los nuevorricos de hace 50 años, gente de una vulgaridad rampante, de gandolas de Venecia, de Lago de los Chismes, de Universidad de Las Hormonas y de Beethoven "el divino sórdido".
La burguesía europea hizo el esfuerzo de ilustrarse apenas tomó el poder. Éstos no, sus nietos de hoy son más bien peores, pues ni siquiera hacen el esfuerzo de simular ilustración sino que sueñan con Miami y Disneyworld y no leen un libro jamás. La humanidad debe a la burguesía europea las instituciones republicanas y la Revolución Industrial, pero a la burguesía latinoamericana no le debe absolutamente nada. Como no sea estos rumores de inteligencia malherida.