Tras un largo periplo de prueba y error suficientemente reseñado en los anales del siglo pasado, los medios masivos de comunicación del planeta Tierra asumen el veintiuno convertidos en superestructura dominante de la era global. Atrás quedaron las tímidas manipulaciones subliminales del sistema educativo tradicional y demás medios sociales de alienación; el poder de la comunicación global funciona en tiempo real y es tan enorme, que desborda parámetros conceptuales e incluso el alcance de lo que hasta ayer las ciencias económicas y sociales definieron como Superestructura.
La sociedad moderna compró dócilmente la matriz -sugerida- de entregar la custodia de derechos ligados a la libertad de expresión en manos de medios masivos de comunicación que resultaron en realidad verdaderas corporaciones trasnacionales alineadas al servicio de las fuerzas hegemónicas del sistema del capital. Una compleja pero eficiente maquinaria domina a placer las áreas de entretenimiento, información y opinión, al tiempo que -moldea- la opinión pública mundial con el pensamiento globalizado, última generación de la dominación colonial.
El solo repertorio cinematográfico holliwodense, difunde e impone con éxito arrollador matrices capaces de hacer creer a millones de seres en el mundo que los Estados Unidos de Norteamérica son paladines de libertad y justicia mundial, que el Islam representa al mismísimo Satanás o que la lucha por recuperar la soberanía de pueblos oprimidos es terrorismo que amenaza la paz mundial.
Radio, prensa y televisión ponen la guinda a la torta al concluir impecablemente el delito de perpetuar la ignorancia con desinformación y alevosía, apropiándose derechos colectivos consignados, para servir oscuros intereses de selectas minorías.
¿O es que desaparecer de un plumazo las buenas noticias del escenario informativo, sobredimensionar los hechos negativos o contraproducentes para crear matrices artificiales de opinión, intentar obtener provecho político hasta de las catástrofes naturales al punto de ocultar su estrecha relación causal con el calentamiento global generado por el modo de producción capitalista salvaje (por solo nombrar algunas), no son muestra suficiente del apropiamiento indebido y peor abuso de la libertad de expresión y el supuesto derecho a estar informados por esta nueva superestructura en que se ha convertido el -mass media- del mundo global?
A pesar de la clara e inaceptable intromisión que representa el accionar de la corporación internacional mediática en los asuntos soberanos de los países periféricos, el Sistema Capitalista Mundial tiene desplegado un escudo de protección a la -libertad de expresión- de sus carteles de comunicación, amedrentando a los gobiernos -rebeldes- con una amplia gama de acciones que van desde el financiamiento a la desestabilización interna, bloqueo económico, golpe de estado, invasión e incluso cruel ataque militar a poblaciones civiles, con o sin la anuencia cómplice de la ONU.
El actual frente de batalla de la guerra global de dominación está conformado por los medios masivos de comunicación convertidos en maquinarias intocables que agreden sociedades practicando el lavado de cerebros a la sombra del servicio social que dejaron de prestar hace mucho tiempo. La fuerza política creciente de la corporación mediática se alimenta del temor de los gobiernos a represalias del imperio. Pues bien, la paradoja radica en que si queremos justicia social, verdaderas libertades y derechos, tendremos que aplicar rigurosamente la ley a las empresas de comunicación que desestabilizan al pueblo amparadas en lo que una vez fueron. Hasta tanto, seguiremos medioenvainados.
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