He leído con estupor un artículo publicado en el diario Vea, titulado “El Mapa de Hoy” (06/06/09), el cual introduce un comentario muy lamentable sobre las recientes jornadas de reflexión sobre el socialismo bolivariano que convocara el Centro Internacional Miranda en Caracas.
Como documento de análisis sobre “el mapa político de hoy”, dicho artículo es bastante deficiente y refleja la precariedad de la burocracia gubernamental para entender lo que pasa en Venezuela. Primero que todo dice que “la oligarquía endureció su posición” ante las últimas medidas tomadas por el gobierno revolucionario, y esta oposición pregona “acciones de fuerza, desde el magnicidio hasta la guarimba, pasando por el golpe de estado”. Quien dice eso, el fulano “grano de maíz”, debe ser que no vive en Venezuela, porque desde finales del 2001 nuestra oligarquía, junto con el imperialismo yanqui y el resto de oligarquías enemigas (como la colombiana), se han lanzado por el camino de las posiciones de fuerza, en donde destacan tanto el golpe de estado del 11 de abril como el paro petrolero. Le recuerdo al amigo del “grano de maíz” los ciento y pico de paramilitares detenidos en Caracas a comienzos del 2004, ya hace más de cinco años, los cuales no iban precisamente a regalarle un ramo de flores al presidente.
La oligarquía venezolana, junto al capitalismo transnacional, nunca aceptarán a la revolución bolivariana, y mucho menos en la medida en que esta revolución se ha declarado socialista. Si por momentos la burguesía no ha podido recurrir a la lucha violenta, ha sido sencillamente por su propia incapacidad para hacerlo, por las continuas derrotas que han sufrido sus distintas estrategias golpistas y desestabilizadoras. Así que nada nuevo se aporta cuando se afirma que la oligarquía asume la táctica del uso de la fuerza. Tienen años calentándole las orejas a los militares; hasta ahora han fracasado, pero eso no significa que se baje la guardia. Solapadamente, han infiltrado centenares y tal vez miles de paramilitares colombianos en las principales ciudades del país, y el control territorial que tienen estos paramilitares es cada vez más extenso en muchos municipios y barrios de Venezuela. Ellos están preparando desde el 2001 su estrategia de fuerza; la ejecutarán cuando crean que pueden derrocar al gobierno de Chávez. De eso no puede haber dudas, y pareciera que las dudas están en el “grano de maíz”, quien plantea como algo novedoso la supuesta “radicalización” de la oligarquía.
Un segundo aspecto que toca el artículo del “grano de maíz” es algo referido a la “propiedad social de los medios de producción”, planteado de una manera un tanto confusa. Creo que precisamente ese es un escenario fundamental de debate entre los revolucionarios, incluso al interior del PSUV, sobre ¿qué se entiende por propiedad social? y cómo se puede lograr con ella tanto la superación del más elemental keynesianismo como evitar los errores del socialismo real. Porque si por propiedad social de los medios de producción se entienden las empresas en manos de estado, pues en Venezuela, desde los años 60 existiría socialismo, pues durante muchas décadas el grueso del aparato industrial venezolano estuvo en manos del estado, inspirado en el modelo keynesiano que dominaba al sistema capitalista mundial. El mismo Marx alertó alguna vez diciendo que el capitalismo de estado no podía considerarse ni confundirse con el socialismo.
Nos preguntamos: ¿esa propiedad social de los medios de producción implica la participación de los trabajadores en la conducción de las empresas del estado? ¿Qué papel se supone que deben cumplir los consejos de trabajadores o consejos de fábrica en esa dirección o control de la clase obrera sobre la producción? Precisamente un debate que recién el gobierno comienza a facilitar en Guayana, y que debe abarcar a todo el movimiento obrero, al PSUV en todas sus instancias, al resto de organizaciones que respaldan la revolución, y a luchadores sociales de todo el mundo. Pues es fundamental que en Venezuela no cometamos los errores de otras experiencias socialistas fracasadas.
Le recuerdo al “grano de maíz” que el llamado socialismo real colapsó entre 1989 y 1991, y principalmente por causas endógenas, atribuibles a sus propios errores de construcción socialista, y no como resultado de haber sido derrocados por el capitalismo mundial. Por esta razón, el debate amplio y descarnado sobre los rumbos que va tomando la revolución bolivariana es algo fundamental. Esa fue la intención del Centro Internacional Miranda (CIM) al convocar a las jornadas de reflexión, abordar el necesario debate teórico sobre la práctica específica del socialismo del siglo XXI. Si en algún sitio se debe expresar la democracia participativa es en el debate teórico.
No existen los portadores absolutos de la verdad teórica. No existen las vanguardias autoproclamadas. Quienes convirtieron en el pasado a la teoría marxista en un manual de recetas absurdas y desfasadas del mundo, terminaron colapsando vergonzosamente. Obviamente el debate a realizar debe ser entre revolucionarios comprometidos de manera práctica con la revolución. Y esa es la fortaleza del debate realizado en el CIM. No fue un encuentro de “intelectuales” que permanecen en sus cubículos universitarios aislados del mundo real. Fue un encuentro entre militantes que todos los días nos jugamos el pellejo en la lucha de clases, en el enfrentamiento directo con el oposicionismo irracional y en la confrontación teórica contra quienes dominan a placer el escenario en las universidades autónomas venezolanas (escenario en el cual el gobierno ha dejado el campo libre por diez años para que la derecha haga lo que quiera envileciendo la mente de nuestra juventud), en el movimiento obrero, en los consejos comunales y demás escenarios de confrontación.
El artículo del grano de maíz termina de botarla cuando, refiriéndose a los participantes en las jornadas del CIM, habla de un “polo intermedio” que representa la “ideología pequeñoburguesa”, la cual pretende “distraer, confundir, no dejar concretar la marcha al socialismo”. Vaya manera de distraer y de confundir al plantear por la calle del medio el debate a fondo sobre los caminos que se deben tomar en Venezuela y toda América Latina para construir el socialismo.
En este debate debemos considerar las reflexiones hechas desde Nuestra América. Desde Mariátegui, con su socialismo indoamericano, hasta el Che Guevara. Como bien lo afirma Carlos Tablada en su valiosísimo libro sobre el Pensamiento Económico del Ché Guevara (que todos los revolucionarios debemos leer en Venezuela), el Che “vaticinó el fracaso del modelo soviético, su distanciamiento creciente del ideal socialista y su marcha progresiva hacia la restauración del capitalismo”. Sigue diciendo Tablada que el Ché “se deslindó de la casta burocrática soviética, …de su carácter dogmático, esquemático, deshumanizado, ajeno y hasta contradictorio con los principios del socialismo y del comunismo”. Para Ernesto Guevara, figura insigne del esfuerzo que los revolucionarios latinoamericanos hemos ejecutado en los últimos 50 años en procura de construir un socialismo que interprete fielmente nuestra realidad, “la URSS y la doctrina de los dirigentes soviéticos …eran en realidad un sistema y una ideología permeados por los principios económicos e ideológicos capitalistas, que llevaban a la restauración del capitalismo en la URSS y en el resto de los regímenes del campo socialista”.
Y no olvidemos que esa doctrina pseudo-marxista de la URSS se presentaba a sí misma como la única interpretación posible del marxismo y de la verdad social. Bajo esas premisas se expulsó, se exilió, se marginó y hasta se fusiló a millares de revolucionarios que intentaron simplemente debatir y cuestionar teóricamente las “verdades absolutas” que consagraba el “partido de vanguardia”. Su rotundo fracaso histórico demostró lo que muchos teóricos como Rosa Luxemburgo, Antón Pannekoek y otros criticaron desde el nacimiento mismo de la Unión Soviética.
Como dijo la revolucionaria cubana Celia Hart, fallecida en 2008, “esta vez no tenemos oportunidad de volver a equivocarnos, lo que antes fue ingenuidad o desconocimiento, hoy sería mera estupidez que la historia no va a perdonarnos”.
Pero nuestro anónimo autor del “grano de maíz” (por cierto, ¿el anonimato es una conducta propia del socialismo?), nos llama “chavistas sin Chávez”, que actuamos sin “salir a la luz del día”, avergonzados de “saltar definitivamente la talanquera”. Ignoro quién es el personaje que dice estas barbaridades, pero podría responderle diciendo que nosotros sí fuimos obligados a actuar anónimamente para poder evadir la represión enemiga. Estuvimos durante seis años en la más estricta clandestinidad, y ciertamente escribíamos con pseudónimos los pocos artículos que nos publicaban en la prensa burguesa. Mientras centenares de camaradas estaban en las cárceles del puntofijismo, y algunas decenas daban sus vidas en acciones como las de Cantaura y Yumare, nosotros aprendimos a fortalecer nuestros principios y nuestras convicciones, no en la comodidad del puesto de gobierno y en la tranquilidad de los burócratas de la revolución, sino en las humildes casas de hombres y mujeres del pueblo venezolano que nos ocultaron, nos protegieron y nos ayudaron a seguir enarbolando la bandera de la revolución socialista, en una época en que nadie daba medio por nuestra propias vidas.
Si en esa época no saltamos la talanquera, puede estar seguro, mi querido amigo, que jamás la saltaremos, que nuestros principios comunistas están más allá de cualquier debilidad humana, y si hay que buscar saltadores de talanquera en esta revolución es precisamente en esa burocracia pseudorevolucionaria, tanto civil como militar, que lleva diez años desgajándose poco a poco, unos primero y otros después, pero que tarde o temprano pareciera que todos tienen su puesto preparado en el campo de los enemigos del pueblo.
Nos acusa de proponer disparates, de aficionados de la política, de irresponsables, incluso en su delirio estalinista, afirma que “estamos infiltrados por los servicios oligarcas, que les influyen en tareas contra la revolución”. Yo no llegaré tan lejos. No diré que el anónimo del grano de maíz es un agente encubierto de la CIA ni tampoco del MOSAD, aunque su conducta haga sospechar profundamente acerca de qué reales motivaciones lo mueven a escribir tanta basura. Simplemente diremos que somos tan irresponsables que durante estos diez años de revolución hemos puesto al servicio de la misma toda nuestra experiencia práctica de más de veinte años previos de lucha comunista. Que desde 1998 contribuimos a conformar el frente de trabajadores que impulsó la asamblea constituyente, y que en años recientes contribuimos a la formación de la Unión Nacional de Trabajadores en el Estado Zulia, aportando nuestra experiencia desde que en 1979 trabajábamos como obreros textiles en el este de Caracas, intentando organizar a los trabajadores en la lucha por el socialismo.
Que incluso asumimos por un año la coordinación de la zona Zulia-Falcón del ministerio del trabajo, sin cobrar sueldo y sin dejar de dar clases en LUZ. Que hemos realizado infinidad de cursos de formación desde 2003, tanto a los ingenieros y trabajadores que retomaron PDVSA luego del paro petrolero, como a los nuevos sindicatos clasistas que se han conformado en este tiempo, y finalmente a los miembros de los consejos comunales que desde 2006 han transformado la arquitectura política de la revolución bolivariana. De estas experiencias ha salido el Diplomado en Consejos Comunales, con cinco cohortes en tres municipios del estado Zulia, el recién iniciado Diplomado en Formación Sindical, Consejos de Trabajadores y Prevención Laboral, y los talleres de formación que hemos dictado en cuatro municipios por la Escuela de Formación Salvador de la Plaza, del PSUV (en temas como historia, economía, poder popular, nuestra América).
El anónimo termina su infeliz artículo diciendo que dentro de la revolución todo se puede discutir. Que final tan contradictorio cuando previamente ha acusado de agentes al servicio del enemigo a los que organizan escenarios para discutir sobre la revolución. Pero resulta que nuestro anónimo dice que la discusión tiene que ser en el marco de unos principios: Chávez y el socialismo auténtico. Precisamente en base a esas premisas se debatió en el CIM el pasado 2 y 3 de junio. Así que habrá que pensar que el grano de maíz se pudrió antes de ser cosechado, y que sería conveniente buscar granos nuevos, vigorosos, auténticamente revolucionarios y socialistas, para superar tanto insulto, tanto calificativo denigrante hacia unas personas y hacia un evento que desde todo punto de vista se propuso fortalecer mediante el debate democrático este proceso revolucionario venezolano.
Tanto los extranjeros como los venezolanos que allí participamos lo hicimos en nuestra condición de militantes de la revolución latinoamericana y mundial. Juan Carlos Monedero, Marta Harnecker, Michael Lebowitz, Emir Sader, Aram Aharonian, Iraida Vargas, Wladimir Acosta, Luis Damiani, Santiago Arconada, Carmen Bohórquez, Rigoberto Lanz, Miguel Ángel Pérez Pirela, Víctor Álvarez, José Luis Pacheco, Nieves Tamaroni, Roberto Hernández Montoya, Eva Golinger, Fausto Fernández, Roland Denis, Luis Britto García, Filinto Durán, Mario Sanoja, Javier Biardeau, Ernesto Villegas, Arístides Medina, Miguel Contreras, Gonzalo Gómez, Wladimir Lazo, Rubén Alayón, Rubén Reinoso, Luis Bonilla, José Carlos Carcione, Rafael González, Paulino Núñez y mi persona asumimos toda la responsabilidad del debate realizado, y reivindicamos su total y absoluta pertinencia para los más caros y sagrados objetivos de la revolución.
Espero que reacciones miserables como las expresadas en el anónimo del grano de maíz, no vayan a generar actos de retaliación burocrática contra algunos de estos revolucionarios participantes de las jornadas del CIM. Tengo información que muchos de los pseudo-próceres de la revolución han solicitado medidas burocráticas sancionatorias contra los promotores y participantes del evento. Triste camino el que recorrerá la burocracia si se lanza por allí. Esa reacción de la burocracia sería insostenible tanto dentro como fuera de Venezuela. De cualquier modo, pienso seguir opinando en todos los escenarios democráticos en los cuales participo. Sobre quienes coarten el debate recaerá todo el peso de las culpas en cuanto a los daños que sufra el desempeño inmediato y futuro de la revolución.
Hasta la victoria siempre. Patria, socialismo o muerte. Venceremos.
cruzcarrillo2001@yahoo.com
Maracaibo, 11 de Junio de 2009.
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