No es nada fácil la lucha dentro del mundo de las televisoras cuando se pretende hacer una televisión distinta, más cercana a lo nuestro y sin hacer uso de los patrones de consumismo que se nos han impuesto. Más cuesta arriba es la tarea si se arranca con una campaña mediática en contra y con el peso encima de un modelo que invadió a los hogares venezolanos.
Y esto fue lo que le tocó enfrentar a Tves desde su nacimiento. En este caso, la mayoría de los siete millones y pico de venezolanos que habían votado a favor del Presidente Chávez antes del nacimiento de la televisora social, estaban infectados por el virus de la mala, alienante y venenosa televisión.
Escribo la mayoría, porque no todo es perfecto, y algunos venezolanos rechazan el modelo impuesto por las grandes corporaciones para hacer televisión. Pocos, pero varios de ellos con la posibilidad de escribirlo en medios impresos y hasta en libros, pues el totalitarismo mediático es un poquitín condescendiente con esas raras personalidades que no se dejan modelar.
Por esta razón a la camarada Lil Rodríguez y a quienes la acompañaron en la primera junta directiva de Tves, les tocó una tarea bestial. Por supuesto, se cometieron errores, quizás no hubo suficiente apertura para escuchar diversas voces del país, a lo mejor algunos de los involucrados también llevaban el peso del modelito impuesto sobre sus hombros, pudiese ser que el fantasma de Radio Caracas Televisión los llevaba a querer romper con el modelito muy rápido.
Hubo variedad de factores que jugaron en contra, pasando por nuestro sectarismo que nos lleva a ver las cosas bien donde andan mal, sólo porque el camarada Chávez dice que están buenas.
Es cierto que antes del alerta lanzando por el Presidente sobre la escaza audiencia de Tves, varios y varias camaradas habían abordado el tema en público, pero esa mala costumbre de calificar de contrarrevolucionario, salta talanquera y chavista sin Chávez a todo aquel o aquella que haga una crítica al proceso, impedía que tomaran cuerpo estas inquietudes.
Bueno, pero el hiperliderazgo no existe porque Mario Silva lo dice.
Soy de los que considero que a la camarada Lil Rodríguez debemos aplaudirla (ojo, ni la conozco, así que no es una expresión de amistad) porque asumió el reto de ponerse al frente de semejante tarea. Era duro sostener el timón porque la ventolera se llevaba a cualquiera.
Confieso no me colocó mucho tiempo frente a la pantalla para ver Tves, pero en las oportunidades que he visitado su programación me he encontrado con programas muy agradables. Bien documentales de profundidad o excelentes películas. De La dueña no opino porque no soy especialista en telenovelas.
Es importante que nuestro pueblo miré este canal y lo disfrute, que de una vez por todas rompa con el modelo televiso que nos impusieron por años.
Tves es una muestra de que vamos mejorando, todavía con muchos errores, pero adelante.