Convocaron al sacerdote Francisco Wuytack, párroco de La Vega, a una reunión a las 7 de la mañana en el despacho del gobernador de Caracas, Diego Arria. Le informaron que asistirían representantes de aquellos organismos en cuyas manos estaba la solución de los problemas que agitaban a su parroquia. Witack llegó puntual, lo sentaron en un cómodo sofá de la antesala y le dijeron que esperara. Pasaron los minutos y no se aparecía ni Diego Arria ni nadie. Se acercó una amable secretaria: “¿Le traigo café o prefiere un jugo?”. Wuytack, como en ocasiones anteriores, prefirió un jugo. En el despacho contiguo ya lo tenían listo y no tardaron en añadirle una potente mezcla de tranquilizantes y somníferos, bajo la supervisión del médico del gobernador.
La secretaria trajo el jugo que Wuytack se bebió con el placer de un belga por las frutas criollas. No tardó mucho en quedarse profundamente dormido. Los esbirros de Diego Arria lo cargaron con cuidado y lo llevaron a la ambulancia que esperaba para llevarlo a Maiquetía. Dormido lo subieron al avión de Viasa y dormido lo sentaron entre los dos funcionarios que lo escoltarían hasta Europa. Todo estaba en orden: su pasaporte, la carta para la Nunciatura, etc. Cuando Wuytack se despertó, a 36 mil pies de altura sobre el Atlántico, se dio cuenta que estaba expulsado de Venezuela y que el gobernador de Caracas, Diego Arria, le acababa de dar una lección sobre democracia representativa.
Diego Arria sigue dando lecciones de democracia. En estos días las dio, junto a Vladimir Villegas, para periodistas españoles y venezolanos que por mucha ignorancia o poca vergüenza los escucharon en el Foro Arekuna, celebrado en el Hotel Pestana de Caracas. Según “Ultimas Noticias” (18/09/2009) Diego Arria aseguró que “durante la IV República existía una democracia, con defectos e inacabada, pero con libertades, pero ahora se pretende crear una nueva historia que arranca el 4 de febrero de 1992”.
Tiene razón: queremos una nueva historia donde no existan seres como él y, si vamos al caso, tampoco como Vladimir Villegas quien, según “Ultimas Noticias” expresó que “el mesianismo es un mal del chavismo y de los venezolanos en general que esperan que las tareas que debe ejecutar la sociedad las haga una sola persona”… Si, señor embajador, y la falta de dignidad es un mal de los bellacos. ¿Está usted contento de compartir el juego o el jugo democrático de Diego Arria?
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