La visión en materia de salud por parte del Presidente Chávez es obtusa.
Es obtusa, desde el momento en que un militar, que no es profesional de la salud, ocupa la cartera de Salud.
Es obtusa, cuando el Presidente cree que la salud se reduce a llenar de módulos de atención médica primaria, desabastecidos en su mayoría, la geografía nacional.
Es obtusa, cuando el paciente, precariamente diagnosticado en un C.D.I., al llegar al hospital, enfrenta la realidad de encontrarse con nosocomios sin tecnología y carentes del recurso humano especializado para tratarlo y curarlo.
Es obtusa, cuando divide a los médicos en buenos y malos; los buenos, aquellos que laboran en el Sistema Barrio Adentro, haciendo lo que él llama una medicina comunitaria, humanista, socialista y los malos, aquellos que ejercen su profesión en ambulatorios y hospitales del Ministerio del Poder Popular para la Salud, del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, de las Gobernaciones, Alcaldías e IPASME, ensalzando a los primeros y satanizando a los segundos; es decir, lo bueno contra lo malo; el médico bueno y el médico malo.
Para el Presidente Chávez y su ministro de salud, Coronel Jesús Mantilla, la salud se reduce a un médico general integral en la comunidad las 24 horas del día, receta que receta; mal pagado, sin ningún incentivo académico, económico, ni social; en módulos de Barrio Adentro que no cumplen los requisitos mínimos de un consultorio médico en donde el profesional de la medicina ejerza con dignidad, léase bien, con dignidad, el sagrado y noble acto médico y el paciente la reciba en igualdad de condiciones.
No se justifica, por ejemplo, después de diez años de revolución, lo que se justificó al principio cuando arrancaba el Sistema Barrio Adentro: que se hagan consultas médicas en habitaciones de una casa en lugares no ad hoc. No se justifica a estas alturas del juego, a estas alturas de la revolución, con todos los ingresos en petrodólares que ha tenido el Estado Venezolano, que estos ambientes inhóspitos, estas especies de ranchos de salud, persistan. Eso es indigno para el venezolano, el venezolano no merece ser tratado indignamente.
Para el Estado, el médico, es simplemente un burro de carga que debe renunciar a una vida digna, vivienda digna y hasta una salud digna, porque aspirar una cosa distinta, convierte al médico, automáticamente, a criterio del Estado, en un mercantilista; en un mercenario de la medicina; en un oligarca de la medicina.
El gobierno ataca el carácter mercantilista de la medicina tradicional, de la medicina no socialista, la de los médicos que nunca han trabajado al amparo del Estado, ni en tiempos de cuarta ni en tiempos de quinta; la de los médicos que salen día a día a buscar el diario sustento para su familia en centros de salud privados como lo hace cualquier profesional honesto en libre ejercicio de su profesión en Venezuela, que no es un delito en este país para ningún profesional sea este ingeniero, abogado o lo que sea, pero que tampoco lo tiene que ser para el médico, ya que el libre ejercicio de su profesión, está consagrado en la Ley del Ejercicio de la Medicina.
Pero sí bien es cierto que el Estado a través del Presidente intenta persuadir al gremio médico de la tentación de caer en el mercantilismo y que practique una medicina socialista, tampoco hace nada por mantener centros de salud con tecnología de punta; no hace nada para incentivar con salarios justos al profesional de la salud para que se animen a trabajar con el Estado a tiempo completo, con estipendios que, si bien no lo enriquezcan ni lo hagan sentir como oligarca, al menos le permita vivir como gente decente, como vive, por ejemplo, un ingeniero, un gerente y hasta un presidente de PDVSA, que devengan salarios dignos, que perciben bonos de productividad, que disfrutan de pólizas de seguros contra accidentes personales, pólizas de hospitalización, maternidad y cirugía, costeadas por la empresa de todos los venezolanos, en lujosas clínicas privadas; en esas mismas que el Estado sataniza por especuladoras, mercantilista y matraqueras; pero cuyos servicios, siguen contratando para todo su personal, familiares de estos, Ministros del Despacho y hasta la mismísima familia Presidencial porque los centros de salud del Estado no son dignos para ellos, sino para el soberano, es decir para el pueblo; para el pendejo.
Así no se vale. Eso no es justo, es no es socialismo, eso es, ¡EXPLOTACIÓN CAPITALISTA DE ESTADO!
Muchas veces nos hemos preguntado de dónde habrá sacado el Presidente que ser socialista es renunciar a la aspiración a un buen estándar de vida en todos los sentidos y por qué el Estado, pretende hacer socialismo con profesionales de la salud totalmente desmotivados.
Los medios de comunicación, privados y del Estado, dan cuenta de la fuga de cerebros, en este caso, recurso médico especializado a otras latitudes.
En días pasados vi y oí, con tristeza, al gobernador de Anzoátegui lamentarse cuando inauguraba un centro de salud en su Estado. Decía Tarek William Saab, que era triste que el gobierno regional hiciera el esfuerzo en construir centros de atención médica y estos, no contaran con el recurso médico humano para atender a los pacientes.
El mensaje de los tiempos es claro. En tanto el gobierno no entienda que un médico como todo ser humano que se dedica a un qué hacer en la vida, necesita superarse en lo económico, en lo social y en lo académico, esta fuga de profesionales, la mayoría de ellos valiosos, continuará dándose y pueden llamarlo como quieran, hasta traición a la patria como ya se ha hecho, pero es simplemente, la aspiración legítima de cualquier ser humano.
Ahora bien, los que estamos del lado adentro del ejercicio profesional tradicional, del viejo modelo en materia de salud no porque así lo hayamos querido sino porque pertenecemos a una vieja generación de médicos formados y graduados con criterios diferentes, estamos viendo con preocupación que a lo anterior se suma otro fenómeno: La deserción de médicos generales integrales del Sistema Barrio Adentro.
Esto ya se está dando, en pequeña escala pero ya se está dando, porque ninguno de estos jóvenes médicos y otros no tan jóvenes, que son explotados en el Sistema Barrio Adentro, en donde ni siquiera con un sistema de seguridad social digno cuentan, ni el del parapeto del Seguro Social porque el Estado no los incluye, violentando, el propio Estado la Ley, van a renunciar a sus aspiraciones de un crecimiento académico; a sus aspiraciones de realizar un post grados en las distintas ramas de la medicina; a sus aspiraciones de un mejor porvenir económico y a un crecimiento social, en contraposición a la postura de Aristóbulo Iztúriz a quien le escuchamos decir en la reunión que sostuvo esta semana que recién termina con los estudiantes de medicina general comunitaria, que el futuro médico, el médico comunitario, debe renunciar, desde ya, a la condición de un legítimo crecimiento social. [sic]
¡Habráse visto semejante disparate!
En tanto esta visión en materia de salud se mantenga, seguirá la carencia del especialista, de ese anestesiólogo, de ese neurocirujano, de ese pediatra neonatólogo de ese cirujano general que también hace falta al igual que cualquier médico comunitario, por lo que optará por irse del país; de irse hasta para Colombia que no es poca cosa como diría el Presidente, en donde se está contratando la mano de obra médica venezolana con estipendios atractivos, que no convierte precisamente al médico venezolano ni en traidor, ni en oligarca, sino en un ser humano, que como el que más, aspira a un porvenir mejor.
¡El que tenga oídos, que oiga!
(*)Médico
elieceralvarado@hotmail.com