Los trastornos, manías y fobias del bi-perdedor

En la generación de relevo política en Venezuela surge un anti-chavista llamado líder por una fuerza política que aglutina partidos de derecha de diferentes tendencias que se mezclan en una fórmula (Mesa de la Unidad o MUD) que podría llamarse el “mudismo” por apoyar a éste político bi-perdedor electoral, digno del registro en records Guiness por perder de manera inédita dos elecciones presidenciales en 6 meses. Este personaje durante sus actos públicos de campaña electoral, más que una conducta de líder político demostró algunos trastornos, manías y fobias frente al pueblo venezolano. Sin saber de medicina, cualquier ciudadano de a pie podría asegurar algunas de estas conductas que son demostradas por ser públicas y comunicacionales.

Tomando la personalidad del personaje en cuestión, podríamos hablar de trastornos y así vemos el ejemplo del “Trastorno Antisocial de la Personalidad”, basado en personas que se consideran autónomas y con fuerzas en sí mismas, que creen tener el derecho de violar las normas y reglas impuestas. Una de las características de estos individuos se basa “en pegar primero y preguntar después”; son de delinquir abiertamente y estafar a través de burdas manipulaciones. Creen que el mundo es injusto y merecen poseer aquello que otros poseen, no tienen distinción entre lo bueno y lo malo, por eso justifican sus actos delictivos para sí mismos.

Una de las patologías características del anti-chavista del “mudismo” se puede calificar en la “Mitomanía” como conducta psicológica, lo que es igual, a un trastorno que consiste en mentir compulsivamente falseando la realidad. Esta patología lleva al antichavista a imputarla como conducta de su contrario, en el caso electoral, llegó a señalar a su contendor, el ahora Presidente de la República Nicolás Maduro, como “mentira fresca” y así buscar deslindarse del traje que le arropa como persona para mentirse él mismo y transmitirlo a sus seguidores como una realidad y burla. De igual manera, la promoción agresiva de “arrechera” para salir a protestar, la cual contradictoriamente llama en forma pacífica.

La misoginia también ha caracterizado al personaje que analizamos, sus incesantes ataques a las mujeres hacen pensar en su aversión u odios característicos a las féminas, de allí la curiosa inquietud que como interrogante se hace un pueblo que no le ha visto formalizar una familia con esposa e hijos a pesar de su estado de madurez cuarentona. Vale destacar que como conducta, la misógina es algo interno y no de carácter innato pero que se arraiga fuertemente en estos individuos.

Si hablamos de la “Discatriscafobia” (temor al número 13) podríamos concluir que tanto el ex –candidato bi-perdedor como el colectivo que le secunda, le temen al retorno de un día 13 cuando en Venezuela un 11 abril del 2002 golpearon la democracia venezolana con la reacción inmediata de un pueblo que retornó la paz y la legalidad el día 13. Aunque años después repiten el mismo guión, juegan al alboroto del pueblo para una guerra civil a lo que ellos mismos temen cuando les da “Demofobia” ante la muchedumbre chavista en las calles. De allí el casquillo en las redes sociales pero radicados y exiliados fuera de Venezuela.

El peligro que alimenta el personaje anti-chavista del “mudismo” hace pensar de un tratamiento siquiátrico colectivo de Venezuela, por un lado, el dolor que embarga a una gran mayoría del país ante la pérdida física de uno de los grandes líderes mundiales paridos en los últimos años en nuestra tierra como lo fue Hugo Chávez Frías y por otro lado, a un grupo de venezolanos que en menos de seis meses aún sufrido dos síndromes: “El Traumático Post-Electoral” y “Síndrome del Puyuo (gestos de ojos abiertas sin pestañear de trastornos, manías y fobias como anti-chavismo “mudista”).

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Larry Márquez Peralta


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