¿Qué pasó con las franelas rojas y las gorras rojas que ya no se ven por las calles del pueblo?

Nunca antes en la historia de este país un Presidente de la República había hecho tantos llamados a sus adversarios políticos para sentarse  con ellos a dialogar en relación a la paz como lo ha venido haciendo el Presidente Nicolás Maduro, en medio de este veranillo insurreccional de la oposición, cuyo llamado debe seguir haciéndolo hasta donde sea posible para alcanzar la paz que la mayoría demanda, quedando sentado que no debe ser una paz efímera; sino que sea, asertivamente, una paz duradera, sin claudicar de ningún modo al socialismo revolucionario, y ¡claro está!... sin traicionar el legado del Comandante Hugo Chávez, ya que tanta llamadera a dialogar por la paz, sin respuesta alguna, comienza a preocupar y pone a dudar a un grueso número del pueblo venezolano.

Sin embargo, las rocambolescas conspiraciones de los que pugnan fanáticamente por el poder político continúan, de quienes se creen ungidos por Dios en esta lucha de clases, de quienes se consideran distinguidos miembros de una familia procedente de una raza superior, de quienes guerrean contra el gobierno y contra el soberano pueblo de Simón Bolívar, y de quienes actuando en nombre de la sagrada propiedad privada, hacen como que imposible que ese anhelado tiempo de paz llegue a Venezuela, a decir de las peticiones de ultraderechistas contenidas en los diez (10) puntos que han puesto sobre el tapete como exigencia impostergable para alcanzar la paz en Venezuela, según lo publicado en la página electrónica o portal anticomunista La defensa del neoliberalismo. Ver: (http://www.neoliberalismo.com/Paz-%20Venezuela.htm).

Desconozco si ya ha sido publicada esta décima de puntos en aporrea, ya que la abundancia de información conspira contra el tiempo humano de este humilde comendador de la orden de los jirajaras,  del linaje padre y madre del pueblo bolivariano, pero que en todo caso, si así fuese, vale la pena publicarlos las veces que sea necesario para que nuestro bravo pueblo las lea y las analice, una y otra vez, y les dé su justo valor, ya que de acuerdo a lo expresado por la derecha recalcitrante, esa petitoria, es punto de honor bien arraigado, toda vez que por respeto a los jóvenes muertos y los que todavía el régimen pueda asesinar, se debe luchar por proteger su sacrificio y que su sangre no se haya derramado en vano; pues, o sea que, y por lo tanto, no se puede dialogar y mucho menos negociar la paz. Léanlos atentamente. Es una verdadera declaración de guerra lo que aquí se manifiesta:

1-. Libertad inmediata para todos los presos políticos, sin excepción alguna.

2-. El cese inmediato de toda acción represiva, con verificación internacional como mediadora.

3-. Formación de un gobierno provisional, de unidad nacional.

4-. Que el Gobierno provisional convoque a elecciones en 90 días y disuelva el actual parlamento (Asamblea Nacional).

5-. Que se realicen las elecciones con el sistema electoral tradicional.

7-. Que se garantice la libertad de expresión en todos sus sentidos.

8-. Que se restituya la libertad económica y empresarial.

9-. Que se suspendan todos los convenios de cooperación económica preferencial a terceros, incluyendo la entrega de petróleo subsidiado.

10-. Que se devuelva a Cuba, todo el personal militar y civil, que se encuentra actualmente en Venezuela.

¿Es qué acaso será viable esta perspectiva de negociación para que haya paz? Imaginárselo siquiera produce repulsión estomacal, acelera la presión de la sangre. Pero nuestro pueblo no es reaccionario, se ha llenado de un estoicismo profundo, extrema los esfuerzos para lograr la paz junto con su Presidente Constitucional. Pero, además, el pueblo bolivariano es sabio y paciente. Intuye que la salida será traumática. Para ello se ha estado preparando. Acumula fuerzas, almacena vituallas por doquier. En el sosiego del caluroso verano permanece a la espera de su sempiterna enemiga, la rancia oligarquía esa, para darle el zarpazo final. Actúa como el mismísimo felino, como el tigre que aguarda a su presa agazapado en el tremedal.

No es por cobardía, ni miedo, sin temor a equívocos, que el pueblo combativo no calza en la cotidianidad de la vida  de estos días de la ira, los símbolos típicos del chavismo, la franela y la gorra roja, rojita (con la excepción de las marchas y movilizaciones); tampoco grafitean consignas en los parabrisas de sus automóviles donde aludan a su fe militante; evidentemente, aquellos y aquellas que lo poseen. Se debe preservar. Sabe que exhibirse con el invicto bermellón de la Revolución lo convierte en objetivo militar de los incendiarios de bibliotecas, de los que intentan intoxicar el agua pública, de los exterminadores de la naturaleza y de la humanidad. No cae en el error de pecar de ignorancia; sabe que debe cuidarse de los mismos que después de más de cuarenta días de diluvio de asesinatos, saqueos, violencia, barricadas, suspensión de clases, quemas de universidades, quemazón de supermercados, incendios de camiones cargados de alimentos, muertes de venezolanos y venezolanas, por no poder llegar a los hospitales o a las clínicas; contando siempre con la participación de mercenarios contratados para dirigirle las guarimbas;  cuidarse de esos que ahora no sólo justifican los hechos subsistidos, sino que, además, están muy molestos por que no logran salir de Maduro rápidamente.

Y uno se pregunta, al igual que mi querido camarada Leopoldo Niño ¿es que esa gente está loca, o es que probablemente, los locos somos nosotros que creemos que ellos están locos? No que va viejo, están bien cuerdos, clariiiiitos, de lo que se trata, ya que manejan al dedillo la concepción de la lucha de clases. Bueno, así que, definitivamente, no están dispuestos por nada del mundo a perder sus privilegios; por eso andan engatillados contra las franelas y las boinas rojas de Chávez y desconocen el Estado de Derecho, y de paso, se erigen como los salvadores de Venezuela.

Los enemigos históricos del pueblo venezolano van camino a morder el polvo otra vez. Quieren rendir a los hijos de Chávez. Pero no, los espíritus de los locos de siempre, Bolívar, Manuela y el Che, se encargarán de atormentarles sus almas y los harán entrar por los callejones de las ocultas y amansadas celadas. ¡Escríbanlo! El día que corresponda el pueblo revolucionario va a salir de las catacumbas con la energía del relámpago eterno del Catatumbo y con la firme disposición victoriosa de Ezequiel Zamora en Santa Inés. Así será. Los fuegos de la metralla brotarán de todas partes. ¡Ay!, ¿Ay!, no quedará piedra sobre la faz de la tierra venezolana donde puedan ocultarse.

La derrota de la burguesía venezolana, mayamera y uribista, será estruendosa. No puede ser de otra manera. Somos del color de la tierra.  No se percatan que su desafío criminal y su desprecio permanente por el pueblo chavista, es el combustible necesario para mantener viva la llama de la lucha revolucionaria en la mente y los corazones avivados de esperanza. La realidad de los hechos por venir les augura una nueva capitulación por su traicionera conducta contra la patria. El puño de Sorocaima y el hacha de Guaicaipuro están en reposo vigilante para la incandescencia de la guerra a las que nos quieren llevar.



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Isrrael Sotillo


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