Imaginación política

Justamente, al momento de comenzar a escribir estas líneas, me es ineludible comenzar un ejercicio de la memoria y la imaginación, si es que ambas no son la misma sustancia solo que con horizontes de búsqueda distintos. Ha habido tiempo para la reflexión, una pausa que la tradición religiosa de nuestro pueblo nos ha permitido, envueltos como estamos en esta confrontación política, una expresión tan solo de la lucha de clases que durante siglos hemos sostenido  los venezolanos. Y es precisamente parte de la memoria la que nos permite establecer comparaciones entre el presente y el pasado, un marco político con grandes similitudes pero con manejos políticamente distintos.

Fue aquí, en Venezuela, durante las décadas de los años sesenta, setenta, y buena parte de los ochenta, donde se desaparecieron y asesinaron cerca de tres mil hombres y mujeres, militantes o no de la izquierda, en todo caso disidentes de las políticas y el modelo político-económico que sostenía el pacto de élites que ostentaba el poder por aquel entonces. Fue aquí, en este país de cara al Caribe, que se estrenó la práctica de las desapariciones forzadas y hasta las torturas como política de Estado en contra de la oposición política.

Ha pasado mucho agua bajo el puente, las relaciones de poder son totalmente distintas, también lo son las formas de lucha de quienes se oponen; y a diferencia de hace cuarenta años, quienes hoy están en el gobierno llaman al diálogo que erige como estandarte irrenunciable a la justicia. Cómo cambian los escenarios y las conductas de los actores. Tal actitud del gobierno hubiera sido sencillamente imposible hace veinte años, por no escrutar más allá en el tiempo.

Ahora bien, la oposición tuvo que ceder en su arrogancia, deponer puntos de condicionamiento. Sin embargo este desdoblamiento no hubiera sucedido sin antes la Revolución no concretara el debilitamiento de su adversario en esta coyuntura al menos por tres vías: fue decisivo el manejo de la diplomacia venezolana, legitimando al gobierno y borrando la falsa impresión de la represión y la violencia gubernamental dejando sin discurso y excusas al gobierno estadounidense; la movilización de las fuerzas revolucionarias tomando pacíficamente las calles como muestra de capacidad de movilización y apoyo popular;   y el tercer factor, considero, ha sido el acortamiento de los espacios para la impunidad, herramienta de desarticulación y debilitamiento de los extremistas de la derecha que han intentado desconocer los caminos constitucionales.

Es ahora cuando se dibuja un panorama novedoso en la lucha política venezolana, y comienzo a imaginar que en ella seguramente se abrirá paso una nueva balanza, al menos en lo discursivo y no es poca cosa,  entre los adversarios políticos. Obligada como está la oposición a reconocer y participar en los esfuerzos de los bolivarianos en áreas estratégicas como la economía y la seguridad, por mencionar dos de las más importantes. Esperamos la mayoría de los venezolanos que se haga visible ese país que los opositores han intentado borrar, es decir, que comiencen a aparecer ante sus ojos el sistema de salud, las cientos de miles de viviendas construidas por la Revolución, entre otros logros invisibles de Chávez. Por lo pronto seguiré recordando e imaginando, consciente y esperanzado en que la hipocresía no arrope nuevamente los ojos y las bocas de la política venezolana.

Héctor Padrón

letratrepidante@gmail.com



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