A la oposición en Venezuela pudiéramos llamarla sencillamente “viento en contra” porque sin mediar ningún tipo de reflexión se oponen a todo lo que hace o deja de hacer el Gobierno, o el “réeegimen” como --¿peyorativamente?-- prefieren llamarlo.
El caso es, que el Diccionario de la Lengua Española (DRAE) nos dice: “régimen (del lat. regĭmen). 1. m. Conjunto de normas que gobiernan o rigen una cosa o una actividad. 2. m. Sistema político por el que se rige una nación. 3. m. Modo regular o habitual de producirse algo. El régimen de lluvias no ha cambiado en los últimos años...”
La vieja política --el pensamiento retrógrado-- y el aparato mediático que lo respalda se aprovecharon de la incultura política, la ignorancia y el pensamiento básico de la mayoría de la oposición para convertir régimen (réeegimen) en sinónimo de dictadura.
Los autollamados ¿dirigentes? estudiantiles (incluyendo egresados universitarios) de la oposición, muestran lo que podríamos llamar ¿torpeza? para relacionar “texto y contexto”, son reacios o incapaces de hacer conexiones históricas o de causa-efecto ante realidades sociales y económicas.
El hedonismo, egoísmo, narcisismo, consumismo e individualismo son los ingredientes del pensamiento estudiantil opositor y los espejos sus mejores amigos e interlocutores.
El pensamiento básico de la oposición lo encontramos en frases insólitas para explicar problemas como la inseguridad o la guerra económica: “Tengo que esconder mi iphone en la QK” u “Hoy tenemos patria, pero no hay papel toilet”.
Detrás de ese pensamiento básico, individualista, pueril, hay toda una estrategia (fascista) que tiene como herramientas el miedo, la discriminación y el terrorismo.
Nuestra tarea política es desenmascarar al fascismo y neutralizar su impacto en la juventud opositora.
«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación» Paulo Freire