En los últimos días el basquetero venezolano Carl Herrera Allen quien entre otros grandes logros deportivos de su carrera está el de ser el primer venezolano en participar en la liga profesional de baloncesto de EEUU (mejor conocida por sus siglas en inglés como la NBA), fue victima de actos racistas en al menos dos ciudades del país.
En lo particular he seguido con detenimiento los actos similares que han ocurrido con jugadores africanos y brasileños en el fútbol europeo. Si bien se han registrado hechos de violencia entre fanáticos de reconocidos equipos del fútbol profesional venezolano, que yo sepa estas manifestaciones no se habían registrado por lo menos tan evidentemente. En las actuales circunstancias de la agresión continuada contra nuestro país, no me extraña que esto forme parte del libreto desestabilizador, que en este caso consiste en agredir a figuras populares del deporte o la cultura. Además, que coincidencia que las agresiones reseñadas por El Correo del Orinoco, en su edición del día jueves 15 de mayo de 2014, hayan ocurrido en Maracaibo y Barquisimeto, ciudades con alcaldes opositores ( en el caso del estado Lara tenemos al gobernador opositor también) donde han ocurrido en los últimos tres meses hechos graves de obstrucción de vías, agresión a instituciones públicas, talas de árboles, más el asesinato de civiles y militares, entre otras menudencias.
Por eso la oportuna atención prestada a este caso por parte del Presidente Maduro y el acuerdo de apoyo a Carl Herrera, expresado por la Asamblea Nacional. Pero lo más importante es que esto no forma parte de la cultura de solidaridad y tolerancia de nuestro pueblo. De aquí la importancia de parar a tiempo estas manifestaciones extremistas importa das de otras latitudes, de la que lamentablemente se hacen eco pequeños grupos desesperados en su afán de imponer una agenda violenta en Venezuela.
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