El actual desandar político oposicionista venezolano, si identificamos la política en su cruda sinonimia de astucia, deslealtad, zancadilla, oprobio, tergiversación, mentira, corrupción, homicidio y todos los etcéteras de la malignidad, en la hora actual se exhibe como motivo de la desvergüenza nacional. Hoy su más destacado símbolo, fuera de la ausencia de escrúpulos, es la traición a la patria. En grandes espacios internacionales captarán esta realidad como un alcaponato, como la secuela del obrar de un Berlusconi, con el apoyo del neofascismo yanqui.
La anterior reflexión es producto de la actuación antinacional, mercenaria, del oposicionismo vernáculo. Los sicarios progringos que dirigen esa factoría política vienen construyendo una situación de guerra absoluta contra el pueblo, el gobierno, las instituciones del Estado y los personeros más importantes de la administración pública, incluyendo al primer mandatario, cuyo magnicidio ha confeccionado cínicamente la fanática fascista María Machado. Secundada por otros reptiles de esa degradada fauna. Incluyendo a la mayoría de los medios de comunicación privados.
Diariamente el astado matemático Otero Castillo, testaferro del Departamento de Estado, en su aparente función de director de la publicación panfletaria El Nacional, asociándose a la labor criminal del sector oligárquico que conduce la María Machado, tergiversando e inventando informaciones, preconiza la caída fatal del gobierno revolucionario, el aniquilamiento de la revolución; auspicia y enaltece la ola de destrucción que mercenarios tildados de “estudiantes” adelantan contra todas las instituciones del Estado y los servicios públicos. El astado Otero Castillo adhirió, en sus comienzos, al proceso de cambio liderado por Hugo Chávez; incluso remitió a Miraflores a la para entonces su esposa para que colaborara con el caudillo llanero. Todo ello con la finalidad de tener acceso a los dólares de la nación. Frustrado su plan de asalto al Tesoro, le retiró su apoyo a la revolución y reingresó a la mujer al hogar común. Sin duda, el astado resume la estrategia de toda la oposición al gobierno. Es lo que ha hecho la MUD recientemente: confundió el diálogo con la búsqueda de canonjías y prebendas; dólares, pues. Así lo admitió públicamente el mandamás de esa guarida delictual, Ramón Guillermo Aveledo, “Monchito”, al decir de las actrices de El Palacio Imperial; o el verdugo de Cantaura, como lo llaman víctimas del cruento hecho. Simple correveidile del Departamento de Estado.
La María Machado, la vetusta cortesana María Conchita, el Astado y “Monchito” Aveledo son los fámulos más visibles del lacayaje al servicio del Departamento de Estado. La recua de traidores es conocida; desde el tuerto Ledezma y el cojo Arria hasta el ignaro emborronador de cuartillas Nelson Bocaranda. El insano exoftálmico Leopoldo López y el gobernador felacionista Enrique Capriles Lewinsky. Todos tienen mucho en común: un mismo amo y el mismo abyecto objetivo. La destrucción de Venezuela y su entrega a la geofagia gringa. Es decir, todos deben ser procesados por el delito de traición a la patria que describe y penaliza nuestro Código Penal.
Lamentablemente la administración de justicia en Venezuela es penosamente lenta. Anda sobre muletas temerosas.
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