El bufón mayor de la bancada reaccionaria, no solo se conformó con criminalizar el Decreto Económico de Emergencia, sino que además vuelve a disparar ráfagas de odio contra la convivencia nacional. Quienes conocen el monstruo por dentro, saben que Ramos Allup jamás le gano una convención a los hermanos Cellis en la seccional de AD en el Estado Carabobo, y por ello el enano siniestro pesco éxito en el desorden hormonal de Gonzalo Barrios, veterano de la vieja guardia que no disimulaba su atracción por aquellos mozuelos con deseos de éxito en la carrera política. Por ello decimos que quien no lo conozca que lo compre por lo que vale y venda por lo que el presume. Lo demás es cuento viejo y meramente intrascendente.
Como perros que ladra y no muerde, Ramos Allup se ha convertido en el perfecto hazme reír por sus reiteradas amenazas, pareciéndose cada vez más al Guzmán Blanco que sus detractores consideraban un fantasma que no asusta a nadie. "Que el TSJ se prepare porque lo vamos a revisar a fondo"; que Venezuela va a empeorar mientras no salgamos del gobierno en seis meses; que el decreto de emergencia era una trampa que la oposición descubrió, y pare usted de contar ladridos que podrán terminar siendo un bumerán. Y ante semejante derrame de resina de odio, los revolucionarios respondemos: Qué importa una pinta más para el tigre, si llevamos diecisiete años oyendo estupideces de políticos frustrado, comportándose como esos caballos buenos hasta los cien metro que paran y se orinan. ¿Acaso el efímero golpe del 11 de abril del 2002 no evidencio la manifiesta incompetencia de la oposición apátrida? Y porque a la hora de la chiquita huyen como gallinas despavoridas, no dudamos que la circunstancial mayoría dure lo mismo que peo en chinchorro, pues el pueblo está arrecho y dispuesto hacer justicia con sus manos.
Quienes conocen la historia contemporánea, saben que adeco que no sea golpista es porque se fugó de la doctrina de Rómulo Betancourt, quien no lo pensaba dos veces cuando se tratara de asaltar el poder. Desde sus mocedades fue contumaz conspirador y se inclinaba por los gobiernos de factos. Por esta razón, en 1928, Betancourt hizo causa común con los organizadores del asalto al Cuartel San Carlos el 7 de abril, rebelión militar que fracaso porque días antes la develo el general Eleazar López Contreras, Jefe de la Guarnición de Caracas. Esta vez, Betancourt va al exilio y coquetea con el Partido Comunista de Costa Rica. Luego, entra en combinación con los expedicionarios del Falke, quienes desde Europa habían planeado invadir por las costas del oriente venezolano. Dicha invasión tenía como jefe al general Román Delgado Chalbaud, castrista convertido en gomecista y más tarde en acérrimo enemigo del régimen. En abril de 1929, Betancourt y Simón Betancourt salen de Curazao con destino a Puerto Rico y Santo Domingo con el propósito de comprar armas para la invasión. La medianoche del 31 de agosto de 1929, la goleta Gisela zarpa del puerto de Barahona (Santo Domingo) con destino a la isla venezolana de La Blanquilla. Entre los expedicionarios estaban Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Pedro Rodríguez Barroeta y Simón Betancourt. Pero mar adentro sus ocupantes se percatan que la goleta no estaba en condiciones de continuar la travesía, y deciden regresar al puerto.
Ya estando de nuevo en Venezuela, Betancourt no pierde ocasión sino que las busca para lograr la caída de Isaías Medina Angarita. Primero, promueve la candidatura del doctor Diógenes Escalante, como fórmula de concertación para evitar el golpe en marcha. Pero a los pocos días una lamentable noticia anuncia que el ex Embajador en Washington había enloquecido, y Betancourt vuelve a calentarle la oreja al triunvirato de Tenientes-Coroneles que tenían en jaque al Presidente Medina Angarita. El 18 de octubre de 1945, una Junta Cívico-militar asume el control del país, y Betancourt está al frente del gobierno de facto, dándose así inicio a un oscuro periodo de sectarismo y corruptela galopante.
Con razón dicen que los adecos nunca cambian, y por ello siguen siendo golpistas de uñas en el rabo. Por suelte, Betancourt no está al frente de la conjura que intenta sacar de circulación al poder popular, y el mamarracho de Ramos Allup no calza los puntos como para interrumpirnos el sueño, pues ni siquiera llega a cañón sucio.
El resto del prontuario criminar de esos conspiradores de oficio lo dejamos para otra ocasión, porque sino mi sección dejaría de llamarse "En síntesis". O no es verdura el apio.