Si el cura Ugalde habla pestes del gobierno, eso no es novedad. Hoy se duda si en el pasado izquierdoso este intelectual y teólogo fue sincero o sencillamente ha sido un camuflado franquista en la política venezolana. La novedad la provocó esta mañana cuando con muchos epítetos demostró el fracaso de la oposición venezolana, esa enfermedad que padece, no tiene sanación, y en extremis la única posibilidad de acabar con la dictadura de Maduro es acudiendo a encontrar un personaje que no esté contaminado con las siglas de la MUD y de sus suscribientes minúsculos, partidos llenos de aspiraciones. Algo de fatalismo en sus declaraciones, estamos al borde del último suspiro, y solo eso permitirá buscar nuevo oxígeno para un proyecto de país al estilo de las democracias representativas del mundo, del cual culturalmente forma parte Ugalde. A mi entender, este apóstol de la curia venezolana le tiene a la oposición una corta lista de empresarios, que podrían sacar del juego a los fracasados líderes de la oposición, no lo dijo, tampoco se le puede descubrir en la cara a alguien que habla en la radio, pero su discurso sobre la resurrección temprana del proyecto político de la derecha pareciera que lo tiene visto y es posible que coincida con la Conferencia Episcopal en ponerle el nombre de algún exitoso expoliador de la clase trabajadora venezolana. De manera que el fracaso de la oposición partidista, lo tratará de remendar la dirigencia de la Iglesia Católica venezolana.
Esto amerita, desde la izquierda, preparar las estrategias para enfrentar una alianza entre la iglesia y el empresariado, que no expondrá tempranamente a su pupilo, hasta tanto hagan el desgaste de varios nombres y finalmente sacar su gallo tapado. Lo difícil será que convencer a la oposición de algo así como "Cachicamo trabaja pa’lapa".
Pero, hay algo interesante en el discurso anti dictadura de Ugalde. En medio de una crisis severa desde la perspectiva económica, es posible que se procuren rectificaciones; que contrariamente a lo que expresan otros connotados opositores, es prácticamente imposible se logren en el corto plazo, y menos, si la reestructuración de la deuda externa o el refinanciamiento, si fuera el caso, no logra su cometido. No por esta posibilidad Ugalde es menos fatalista que aquellos otros, su discurso del fracaso de la oposición y del gobierno, es lo peor del fatalismo porque la esperanza queda en espera de una especie de salvador o súper héroe de las comiquitas.
No hizo referencia al efecto demoledor contra la oposición que podría tener la selección de alcaldes en el país. Este tiempo eleccionario permite engrasar la maquinaria de los partidos políticos, y si bien la expectativa de concurrencia no será tan alta, es posible desde ya lograr ampliar la movilización de la conciencia para frenar tempranamente a cualquiera empresario que crea se trata de pelar mandarinas.
Atentos a las jugadas de Ugalde, hay que develarlas porque estos curas saben guardar secretos por plazos largos, como ejemplo averigüemos cuantos ensotanados han delatado, a sabiendas, la criminalidad de Franco o Pinochet.