¿Realmente hay alguien en este país que pensara que Julio Borges y el resto del combo derechista que estaba en los diálogos de paz en Santo Domingo iban a firmar la paz?
Por supuesto que la política gubernamental de luchar por la paz y buscar el diálogo con los sectores opositores, es absolutamente correcta. En plena guerra terrorista guarimbera Maduro llamó al diálogo, de hecho ha sido una consecuente política durante prácticamente todo su período de gobierno que, contadas las veces que públicamente llamó a sus adversarios al diálogo, se da la asombrosa cifra de 400 veces, es decir, el diálogo es una política de Estado como lo es la prédica y la lucha por la paz.
Hay que analizar la conducta antinacional, anexionista, absolutamente servil de un traidor genético llamado Julio Borges, vendido sin el menor recato a una potencia extranjera, el mismo que viajó deliberadamente a los más diversos escenarios internacionales y ante mandatarios totalmente enemigos de Venezuela y su gobierno, para solicitar el embargo y bloqueo económico del país e, incluso, pedir una agresión militar. Con esos antecedentes, y las derrotas políticas sufridas en el 2017 es que Borges se incorpora calculadamente a los diálogos y a hablar como jefe de la oposición para estirar el diálogo, darle de largas a las conversaciones y pretender minarlas; aparentemente dar concesiones políticas al gobierno y recibir igualmente concesiones políticas y que todo eso se plasmara en un documento que se debía firmar y, a horas de la firma comenzar públicamente una fase de burla, de "no hay nada aprobado hasta que no se firme"; burlarse del presidente dominicano, que generosa y solidariamente puso sus buenos oficios para contribuir a la unidad de todos los sectores venezolanos; la burla al expresidente español Rodríguez Zapatero que se dedicó a tiempo completo durante dos años a consolidar los diálogos.
Evidentemente todo aquello, la conducta de la derecha fascista en la mesa de diálogo de Santo Domingo no era más que una farsa, una mentira, terminar aceptando las presiones de los jefes verdaderos, de Trump y Tillerson, del imperio y no firmar. Por supuesto el desprestigio, la falta de seriedad y credibilidad en la palabra empeñada ante el país por parte de Borges y los sectores de la derecha se puso más que en evidencia y no dudamos que sectores importantes de la derecha le van a pasar factura por el craso error. Nunca pensaron en los intereses del país y su pueblo, en la paz y tranquilidad del país, en la democracia que tanto cuesta construir por los sabotajes de la derecha, la guerra económica de la burguesía y el imperialismo yanqui.
Pero Nicolás y Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, Alsami y Arreaza y la dirección toda de la Revolución sabían que eso podía ocurrir, de echo el presidente Maduro y el mismo Diosdado señalaron en varias ocasiones que las fuerzas revolucionarias, el chavismo irían a las elecciones presidenciales con la participación de la derecha o sin la participación de la derecha. Porque el proceso electoral convocado por la Asamblea Nacional Constituyente para el primer cuatrimestre de 2018 era un punto de honor en las discusiones de la mesa de diálogo en la República Dominicana, ni siquiera estaba en discusión la posibilidad de ponerlas para julio o agosto, aún más, durante todo 2016 y 2017 la consigna de la derecha venezolana y sus corifeos del exterior, Trump, Santos y todos los presidentes enemigos de Venezuela, pedían el adelanto de las elecciones. Esa fue una estrategia que sólo cambió cuando la dirección revolucionario, apoyándose en los triunfos políticos electorales de 2017, la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, la elección de los gobernadores y la elección de los alcaldes, en el alto y millonario volumen de participación sólo tenía una lectura, que aún con la intensa y perversa crisis económica, la inflación inducida, las múltiples necesidades y carencias que padecemos la inmensa mayoría de los venezolanos, el pueblo apoyaba la Revolución y creía en Maduro como conductor, incluso en medio de tantas dificultades.
¿Pero por qué la derecha que no cree en el diálogo, que tiene dos años seguidos impulsando la violencia, el terrorismo y haciéndole un incuantificable daño al país y cargando al pueblo de indecibles sufrimientos buscando el derrocamiento de Maduro, se decidió a sentarse en la mesa de diálogos con el gobierno que repudia?
Porque la presencia opositora en la mesa de diálogos –a pesar del machacón llamado del Presidente a los diálogos– fue en espacios muy breves, en parte de diciembre de 2017 y en el mes de enero del presente año 2018, donde era evidente que iban con más ganas de no sentarse a conversar que otra cosa. Un hecho fue evidente, las presiones transnacionales fueron igualmente permanentes para tratar de quebrar la tímida voluntad del sector opositor de participar. Un bulín internacional se conjuró contra los diálogos y contra todo lo que oliera a Venezuela. Si Maduro llamaba a las elecciones para una ANC, eso era motivo de críticas y burlas no ya de las cadenas mediáticas imperiales sino de los propios mandatarios. Una entente contra nuestra libre autodeterminación que le permitía a cualquier presidente no sólo opinar desfachatadamente sobre las políticas venezolanas sino cuestionar las decisiones soberanas, así el mamarracho y genocida presidente colombiano, Santos, o el demente presidente norteamericano públicamente lo decía y muchos mandatarios más anunciaban que no reconocían a la ANC o las elecciones presidenciales. El gobierno norteamericano se lanzó en una abierta cruzada para derrocar a Maduro y la conducta de la derecha vernácula le hacía el juego a esa posición imperial.
¿Pensó en algún momento Borges y el grupo derechista que podían quebrar al gobierno y sacarle concesiones políticas de circunstancias que no se podían ni discutir, por ejemplo la amnistía total de lo que ellos llaman ‘presos políticos’, L. López incluido; el llamado ‘canal humanitario’, caballo de Troya para legitimar una invasión extranjera?
Borges, el rábula, y Allup terminaron coincidiendo con la Malinche María Corina, con el fugitivo vámpiro Ledezma, con el malandro Capriles Radonski, con los terroristas de voluntad (im)popular, es decir, con los que no creen en las instituciones creadas por la Revolución, desconocen al Presidente Maduro y sólo creen en la violencia y el terror y tienen una posición de corte anexionista.
De cualquier forma la decisión de la derecha de no firmar el documento que coadyuvaría a mejorar las condiciones de vida del pueblo venezolano, es un gravísimo error político que había, incluso, despertado expectativas en sectores de la misma derecha y todo el país lo esperaba. El desprestigio de Borges no puede ser mayor, se lo van a comer vivo sus ex seguidores, ni qué decir el desprestigio a nivel mundial por su falta de ética, de seriedad política.