El presidente Chávez enfrenta muchos peligros, eso lo sabemos todos los venezolanos; pero hay uno agazapado que supera todas las espectativas: carece de una Oposición seria, consecuente, nacionalista, democrática, y sobretodo con una pizca de inteligencia. Nos causa asombro la forma cómo reaccionan nuestros opositores ante cualquier propuesta que haga o ante cualquier obra que se concluya en beneficio de la comunidad. En especial me refiero en este momento a la última propuesta, la del Proyecto de Reforma Constitucional presentado ante la Asamblea Nacional, para que una vez que sea ampliamente debatida por el pueblo y aprobada por ésta, sea sometida a consulta popular mediante un referendo aprobatorio.
Cuando el presidente Chávez ni siquiera había presentado públicamente su propuesta, ya se habían alzado esas voces de siempre, anunciando que la misma se estaba cocinando a escondidas, que eliminaría la Patria Postedad de los padres sobre sus hijos a favor del Estado, que eliminaría la propiedad privada, etc. Lo más lamentable de todo, es que esa oposición vino del sector clerical, que por el oficio que ejercen deberían anteponer ante todo la verdad, no tergiversarla ni manipularla.
Fracasado estruendósamente el intento clerical, en la segunda línea se han colocado, para variar, los medios de comunicación. No hemos visto ni una sola movilización de calle por parte de la desmirriada Oposición; no han aportado ideas; no se han prestado al debate; en fin, solo están ahí recibiendo la carga demoledora del Presidente, sin reaccionar. Sólo atinan, como los boxeadores carentes de fuelle para combatir, a lanzar unos que otros débiles golpes, sin mayores consecuencias.
Muchos estarían contentos de esta situación, pero yo no. Como a veces suelo escribir en tono de sorna, con sarcasmo, algunos pensarán que esta afirmación sería una más en ese estilo. Lamento defraudarlos. Como nuestra Oposición carece de ideas, de propuestas y como siempre se tropiezan más de una vez con la misma piedra, no tendría nada de raro que repitan, nuevamente y con igual suerte, las fracasadas actitudes que han hundido a nuestros adversarios en el descrédito más ominoso.
Las opciones que tienen nuestros minusvalidos opositores son escasas, poco novedosas, gastadas, predecibles y todas ellas los conducen inexorablemente al abismo, como la de llamar a la abstención, con lo que se ganarían la animadversión de los venezolanos que se beneficiarán directamente con la Reforma Constitucional (entre otros, los trabajadores no dependientes); o de votar en blanco o nulo, con lo que estarían malgastando el escaso caudal electoral que aún tienen. La otra opción es votar NO, con lo cual lograrían los mismos resultados antes expuestas, mas las consecuencias que toda derrota trae aparejada consigo.
Si sólo se tratara de una nueva derrota, simplemente, eso no sería tan deshonroso, porque estaríamos ante la undécima en línea que reciben desde 1998. Pero exponerse a hacer el ridículo una vez más, eso sí sería un motivo para despertar cierta preocupación. El desiderátum del pueblo venezolano de tener una Oposición seria, consecuente, nacionalista, democrática e inteligente, sigue en pié. Ojala no sea mucho pedir.
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