"No puede hablarse más de oposición u oposicionismo, sino, cuando mucho, de 'sectores opositores' o 'sectores antichavistas'".
Después de diez años de encarnizada lucha intestina entre ellos mismos para tratar de convencer al país de su supuesto espíritu unitario, lo que queda claro una vez más es que a la oposición lo único que los une es el antichavismo.
Cada vez que se avecina un nuevo proceso electoral, la oposición se enfrasca en el mismo proceso de engañifa colectiva con el que persigue hacernos creer a todos que entre ellos prevalece un supuesto propósito común en función del país, pero el inmenso esfuerzo que hace en ese sentido, sin lograrlo nunca, demuestra todo lo contrario.
A medida que discuten más entre ellos sobre la artificial necesidad unitaria que los inspiraría, se hacen cada vez más evidentes sus irreconciliables destinos y la farsa que entraña su discurso contra el presidente Chávez, a quien, paradójicamente, acusan de totalitario precisamente por concitar el más alto grado de unión entre los venezolanos que jamás haya alcanzado liderazgo alguno en nuestro país.
No puede nadie decir hoy que el triunfo de la oposición en el estado Miranda es un triunfo de Copei o de Acción Democrática, como sí podría decirse de los casos de Táchira y Nueva Esparta, respectivamente. Mucho menos cabría sostener que la Gobernación del Zulia recayó en la oposición como logro de Primero Justicia o de Proyecto Venezuela.
En el reclamo que hace hoy cada uno de esos partidos de sus logros particulares en las pasadas elecciones, subyace el reconocimiento de la pulverización y la minusvalía en la que se encuentran tanto colectiva como individualmente los distintos factores que integran ese disperso y atomizado mundo del antichavismo. Cada una de esas organizaciones ha reducido su peso político a escasamente una gobernación en todo el territorio nacional y unas cuantas (muy contadas) alcaldías de las 336 que existen. Todo eso sin contar la extinción en la que cayeron algunos de los más conspicuos integrantes de ese vasto colectivo, como por ejemplo el tristemente recordado Movimiento Al Socialismo, que obtuvo apenas un vergonzoso 0,4% de la votación en todo el país.
Por eso no puede hablarse más de oposición u oposicionismo, sino, cuando mucho, de "sectores opositores" o "sectores antichavistas", porque seguir tratándolos como bloque, en singular, además de incorrecto y mentiroso, es imposible.