La ¡y que oposición!

Cualquier diccionario que se respete como tal debe traer la palabra oposición y sus diversas acepciones, de las cuales sólo nos interesa para efectos del presente artículo la relativa al papel que deben jugar los grupos que se acogen a tal categoría en relación con el Gobierno. Según tal definición la oposición es un grupo o grupos que son contrarios, se oponen, se enfrentan o impugnan las actuaciones del Gobierno, definición que hasta intuitivamente está al alcance de todos. O de casi todos.



En los regímenes democráticos, como el que nos hemos dado los venezolanos, ese o esos grupos que desempeñan el papel de la oposición son MINORITARIOS y como tal deberían respetar la regla de oro de la democracia, según la cual la voluntad de la mayoría se impone sobre la de la minoría, aun cuando esta tenga garantizados sus derechos como tal, independientemente del sexo, credo o raza de las personas. Lo que sería una aberración inconcebible es que esos grupos minoritarios pretendan usurpar los derechos de la mayoría en defensa de sus mezquinos intereses, recurriendo a métodos que incluyen la utilización de cualquier medio para el logro de sus fines.



En Venezuela, desde la caída de Pérez Jiménez hasta la llegada de Chávez al poder, se jugó a tener un simulacro de democracia basado en el Pacto de Punto Fijo que buscaba el mantenimiento en el poder de los dos partidos mayoritarios con el fin de preservar los intereses de una clase dominante que cumplía fielmente los dictados que recibía del exterior con el fin de enajenar los recursos del país, lo cual lograron en buena medida hasta que “en eso llegó Chávez y lo mandó a parar”, atrayéndose de esa manera el odio de quienes se vieron perjudicados en sus intereses por haberles quitado de las manos los tremendos negocios que pensaban hacer, odio irracional que luego fue amplificado y transmitido a grupos minoritarios que han devenido en disociados mentales que hoy son los que quieren imponer su voluntad sobre la mayoría a través de unos monigotes de nuevo cuño y costumbres raras y de otros carcamales de costumbres más que conocidas por lo malas.



Esta ¡y que oposición! lo único del concepto de oposición que ha entendido pero mal, es lo de oponerse, enfrentarse, a las actuaciones del Gobierno, olvidándose que son minoría y que vivimos en una democracia cuyos métodos hay que respetar, y así en lugar de oponerse a medidas que la razón indique que son contrarias al bien común, se han dedicado a protestar, entre otras, por medidas tales como:



* El cambio de huso horario.



* El cambio monetario.



* La ampliación de los derechos políticos del pueblo.



* El control de las ganancias exorbitantes de los explotadores del pueblo.



* El control en los aumentos de las mensualidades de los colegios privados.



* La prohibición de la pesca de arrastre en la zona costera.



* Los programas destinados a beneficiar al pueblo.



* El cumplimiento a un decreto del Libertador de incorporar una octava estrella a la Bandera Nacional,



y últimamente, después de haber recibido instrucciones y conseguido recursos del Tío Sam (con S de dólar) en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico esa ¡y que! arremete nuevamente, con renovado ímpetu, en numerosas aunque poco nutridas manifestaciones de protesta vandálicas, cuyos motivos son desconocidos por la mayoría de sus participantes como quedó evidenciado en la del 23 de enero en la cual ante cualquier pregunta de los periodistas (como no fueran de Globoterror) su respuesta, casi invariablemente: no es no, aunque sus dirigentes saben muy bien que NO PASARÁN.


lostienelocos@intercable.net.ve


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Ño Leandro


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