Creo recordar, que el equipo regional del PSUV en Anzoátegui lo conforma sesenta camaradas, entre mujeres y hombres. Ese número de sesenta se explica, si la memoria no me falla, porque después de la elección del directorio regional hubo una decisión medio salomónica de mantener a los treinta seleccionados y a los 30 perdedoras como miembros principales de la Dirección regional. Sesenta personas es un colectivo muy importante para llevar con bien la conducción de un partido.
Después de haber leído unos cuantos artículos en Aporrea sobre la derrota en Anzoátegui, hay varias preguntas pendientes: ¿Cómo es que ahora esa derrota se le carguen a una persona?, ¿Dónde estaban el resto de la dirección regional? ¿Esos sesentas tipos y tipas qué hacen o que hacían? ¿Cómo es que no tenían entendimiento para comprender la probabilidad de una derrota? ¿Cómo es desaprovecharon la oportunidad de contar con un Vicepresidente (Aristóbulo Iztúriz) que acumula una cuantas derrotas y sabe un pelín de eso? ¿Cómo es que esos sesenta camaradas con una sala situacional no comprendieron con los votos venían mermando en el estado?
Si la derrota electoral en Anzoátegui dejó a mucha gente con una gran depresión, lo verdaderamente grave y dramático de este cataclismo político no es precisamente la derrota. Es decir, lo importante ahora no es concentrase en los votos que sacamos y lo que pudimos haber sacado porque ese esquema de análisis no dejando ser importante, coloca el acento en los votos y cualquiera de los miembros del buró político se le puede ocurrir la brillante idea de colgarle la culpa a los más de doscientos mil “chavistas” que no salieron a votar. Poner el debate en los votos y la falta de compromiso de los militantes puede además producir que un miembro del buró tenga otra feliz y extraordinaria idea de aplicarle las 3R al cuadrado al listado de militancia, porque según su entendimiento, ahí se encuentran las causas de este cataclismo.
Lo realmente grave es que hasta este momento, transcurrido más de 15 día de esa paliza, no haya entre esos sesentas camaradas un hombre o una mujer con la suficiente autoridad para explicarnos, desde su perspectiva o visión, las razones que produjeron ese cataclismo. Me resisto a creer, que en ese lote de personas no existe uno o una que se respete y respete al mismo tiempo a la militancia y convoque a una asamblea en cualquier calle para darnos su impresión sobre los resultados y discutir el asunto.
No le pediríamos hablar mucho de los resultados porque de eso hay poco que hablar y sobre los números ya no hay mucho para teorizar reflexionar. En honor a la verdad, si existirá en esa Dirección Regional alguien que se respete y respete a la militancia y decidiera convocar a una gran asamblea para conversar sobre este tema, sería de la idea de rogarle que no nos hable de los números y en vez de echarnos ese cuento numérico, le pediría que me respondiera estas pregunticas: ¿Cómo es una reunión de la Dirección regional y del buró político? ¿Cómo y a través de qué mecanismo se conformo el buró? ¿Qué discuten? ¿Quién discute? ¿Quién tiene la voz cantante? ¿Hablan en esas reuniones de la pelota o del fútbol? ¿Cada uno de los miembros se lleva su laptop y mientras el jefe habla de cualquier cosa, los otros revisan su correo o tiene tiempo para chatear con sus seguidores? ¿Cómo y por qué desaprovecharon las experiencias perdedoras de Aristóbulo Iztúriz?
Esto es mucho más sustantivo para entendernos y entender las razones de la derrota que ponerse a presentar con el uso de las nuevas tecnologías los resultados por municipios. Poner atención en los números, es colocar la mirada en los efectos y no en las causas y se trata un poco de conocer cuáles factores produjeron el cataclismo y si logran avanzar en ese análisis, puede determinarse cuáles de esos factores jugaron un papel más preponderante en la derrota porque hay herramientas para precisar con lujos de detalles esas causas. De existir una mujer u un hombre que mantuviera un respeto hacia la militancia y que se sintiera relativamente revolucionario y medianamente crítico, no una pieza de un entramado de intereses personales, ahora mismo estaría motivando a la militancia para realizar jornada de evaluación, con la mirada puesta en conocer la utilidad de esta Dirección o buró político.
Dejarla la evaluación en manos de los responsables de la derrota es como dejar el asunto para construir otra derrota en la próxima confrontación. Dejar el asunto en manos de los responsables de la derrota es echarle tierrita el problema. La explicación parece muy sencilla y se me obligan a exponer una o dos razones de todo ese cataclismo diría que las gestiones de gobiernos y el comportamiento del buró político son los dos elementos sustantivos que explican esa derrota, pero con una dirección así, con sesenta tipos y tipas sin aquello, la derrota se proyecta dramáticamente hacia adelante. Ya, según las informaciones que circulan en los medios, el buró tiene casi listo el informe y uno tiene que preguntarse: ¿la Dirección Regional será que existe? Si el buro es responsable que lo es, cómo entender el silencio o el miedo de la Dirección Regional.
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