Todos los servicios son necesarios para que un conglomerado alcance el estatus de ciudad, no obstante, el sistema vial y el sistema de transporte se convierten en un elemento armonizador e integrador de los espacios y de las actividades. Sin un sistema de transporte público funcionando más o menos en forma regular, no hay ciudad, hay otra cosa; el caos se instala y se vuelve rutina. La Zona Norte del estado Anzoátegui carece de un sistema de transporte público y esa carencia será en el futuro una calamidad. Ya lo es, pero pronto será una angustia. Existen unidades de autobuses que recogen –como pueden- gente y las llevan de un sitio a otro, pero como no se ha tenido claro un concepto de ciudad, jamás se han detenido a pensar en la necesidad y en lo estratégico de este servicio.
No vaya a decirme alguien que en tal gestión hubo la idea de trolebús y en otra, la idea de un metro, que hasta una oficina tuvo en Lechería. Aunque de eso se habló en muchas ocasiones, fue más una exigencia externa que interna y no pasó de ser un negocio o una necesidad que expertos de afuera plantearon. La idea no era reconocida como una necesidad porque nunca hubo necesidad de dedicarle tiempo y recurso a una iniciativa como esta.
Ver a la zona norte sin ese sistema de transporte, es realmente una calamidad. Sentir que aún no aparece como tema/problema que identifique a dos niveles de gobierno –Alcaldía y Gobernación- es como formarse una imagen proyectada de la zona norte y esa imagen nos comunica de la condición de un espacio convertido en una angustia humana. Si en un horizonte de tiempo que cubre 10 ó 15 años, la zona norte del estado no dispone de un sistema de transporte público más o menos regular; este espacio humano, que puede ser concebido como una intersección entre el sur y el centro del país, será definitivamente un soberano caos.
No hay razones para que las Alcaldías de Bolívar, Sotillo y Guanta no asuman un proyecto de ese tipo. No incluyo Lechería porque para ese tiempo es posible que estén pensando colocar en esa zona una monarquía o un estado independiente.
La refinería de Puerto la Cruz, cuya construcción se inició en 1948 y entró en operaciones en 1950, fue una opción colocada en Guaraguao-Sotillo, pero no planificada y por no haber sido evaluado su impacto a futuro, produjo años después, la situación que confronta actualmente Sotillo. Más recientemente, la construcción del gran complejo criogénico General José Antonio, fue otra gran oportunidad puesta entre los Municipios de la Zona Oeste y Zona norte, pero no planificada y ese proyecto, que pudo convertirse en otra gran oportunidad para esa zona, le complicó la vida a los Municipios Píritu, Peñalver, Bolívar, Sotillo, Guanta y Lechería porque la intención de los llamados proyectista fue simplemente construir este gran complejo en ese espacio, olvidándose hasta de lo más elemental: Las vías de acceso.
Construir este gran complejo sin medir sus repercusiones urbanísticas, sociales y ambientales más allá del espacio ocupado por el complejo, fue una gran irresponsabilidad que aún no puede ser solventada. Ahora se está en una nueva oportunidad con la situación de los proyectos de la faja del Orinoco y es necesario que todas estas situaciones viejas y nuevas sean concebidas, tratadas y proyectadas en un plan para darle al Estado Anzoátegui una nueva oportunidad. Para ello es necesario no aislase o entender que el mejoramiento de la calidad de vida es un golpe de suerte y no una construcción colectiva entre los diferentes niveles de gobierno.
