¡Siguiendo al colega Orlando Bohórquez tras la pista de Alfredo Sadel!

De verdad que la pasión por escribir, después de ejercer por tantos años el periodismo, aún la mantenemos viva. Esta vez la inspiración que nos ha motivado a presentar está nueva entrega se la debemos al colega zuliano, con una gran trayectoria en el periodismo, nacional e internacional, llamado Orlando Bohórquez.

Al colega Orlando, siendo verdaderamente sincero, teníamos varias décadas que no sabíamos nada de él, todo porque en nuestro caso nos tocó alejarnos del Zulia, para venir a radicarnos en Yaracuy, con la misma idea de cumplir con el ejercicio del periodismo, que nos ha permitido, a lo largo de nuestra existencia, vivir gratas experiencias, y otras no tanto, que hoy nos retro traen al pasado.

Pero antes de entrar en materia, debo en lo particular reconocer que gracias a las redes sociales, y en especial al facebook, hoy hemos podido reencontrarnos con viejos colegas y amigos, entre ellos con Orlando Bohórquez, pero e incluso también con algunos familiares que sentimos que están ahora más cerca de nosotros..

Hablando ya del colega Orlando Bohórquez, que es el caso que hoy nos ocupa, hace escasos días nos sorprendió, con su fina pluma, con un hermoso escrito mediante el cual nos da a conocer unas anécdotas que vivió personalmente al lado de ese extraordinario cantante, que por desgracia ya falleció, llamado Manuel Alfredo Sánchez Luna, mejor conocido artísticamente en el mundo como Alfredo Sadel.

Ese escrito del cual hablo lo pueden encontrar en el propio facebook del amigo Orlando, que lo acaba de presentar desde Chile.

Nuestra anécdota, que se viene a sumar a la de Orlando, también la vivimos en Maracaibo, en una presentación que hizo Alfredo Sadel en esa tasca que fue muy afamada en la "Ciudad del sol amada", ubicada en la Av. 5 de Julio, llamada "Le Chat Noir", que en francés significa: "El gato negro".

Vale recordar que este sitio social, que se caracterizaba por contar con buena atención y con un ambiente atractivo, antes se le conoció, por muchos años, como "Los Alisios".

Si mal no recuerdo la presentación de Alfredo Sadel, en Maracaibo, y creo fue la última, se cumplió en el año 1987 o 1988, porque poco tiempo después se conoció la infausta noticia que el afamado tenor de mayor trayectoria en nuestro país, había fallecido, como consecuencia de haber sufrido cáncer de colon, el 28 de junio de 1989, a la edad de 59 años.

En esa época y vale recordar yo me encontraba trabajando en lo que era antes la antigua Oficina Regional de Información (ORI) de la gobernación del Zulia, en dónde casi a diario departía con el colega Orlando Bohórquez, creo que en ese entonces él trabajaba con el Diario Panorama.

Ya entrando en materia, creo que todo comenzó un sábado, cuando mi compadre, amigo, hermano y compañero de farra, Alberto Bracho, me contactó por teléfono ya empezando la noche, y me dijo: "Que está haciendo compadre, vístete para que ahora más tarde vayamos a ver a cantar a Alfredo Sadel".

De verdad que una vez que recibí la grata invitación de mi compadre, y de hecho de inmediato le respondí que estaba bien, me quedé gratamente sorprendido, por cuanto siempre había admirado a este extraordinario icono del canto, incluso, desde que era, todavía, un niño.

No más terminé de hablar con mi compadre de inmediato corrí a ducharme, para luego vestirme rápidamente, ya que de acuerdo a la hora la presentación de Sadel estaba próxima a empezar.

A lo largo del camino le referí preocupado a mi compadre Alberto que me explicará como íbamos a entrar a ver a Sadel, por cuánto el sabía que yo no disponía de dinero suficiente para cubrir ese tipo de gastos.

De seguidas me dijo: "No sé preocupe compadre, que no necesitamos ni un centavo para ir a ver a Sadel, pues el dueño del local es amigo mío y me invitó con todos los gastos pagos. Yo incluso le dije que iba con usted".

Conociendo como era la cosa, solo atiné a mirar a mi compadre no sin antes sonreir.

Al llegar ambos a "Le Chat Noir" mi compadre de inmediato se identificó. Quien abrió la puerta con tan solo escuchar su nombre nos invitó a pasar y nos dió la bienvenida. Su cordialidad incluso nos permitió llevarnos a ocupar la mesa que nos habían reservado, tanto para el dueño del local, como para nosotros.

El local nocturno de hecho estaba totalmente concurrido. Había una gran expectativa, y después de las debidas presentaciones el amigo de mi compadre, ya en la tarima, tomó el micrófono y le dió la bienvenida al extraordinario Alfredo Sadel.

Debo mencionar que nuestra mesa, solo ocupada por el dueño del local, mi compadre y por mi, era la única que estaba ubicada solo a unos tres metros de la tarima, en dónde había comenzado a cantar el inolvidable Sadel.

Terminada la primera canción, las palmas de mis manos se pusieron rojas de lo tanto que aplaudí. Me parecía increíble que tuviera tan de cerca a Sadel, al tiempo que disfrutábamos de un buen escosés, y de paso todo gratis.

Después de haber interpretado una o dos canciones, Sadel preguntó: " EPA, está aquí el muchacho que canto anoche?. De seguidas dijo con una sonrisa en su rostro: "de verdad que me hizo pasar un gran susto...pero de inmediato agrego: "si, si, canta muy bien, pero bueno, tampoco es para tanto". Todos reímos en ese momento, y comenzamos a aplaudir al unísono, mientras el aludido se puso de pie y tambien golpeó las palmas.

Entre tanto Sadel seguía con su sonrisa, de pícaro.

Luego de haber interpretado otras hermosas melodías, que le dieron fama más allá de nuestras fronteras, entre el público alguien grito pidiendo que Sadel interpretará esa famosa canción llamada "Granada", que de hecho tiene tonos muy elevados.

Sadel al oir la propuesta se puso serio y levantando una ceja dijo: " vaya, vaya, para cantar esa canción hay que ponerle". Pero de inmediato sonriendo de nuevo agregó: "tranquilos, tranquilos, vamos a dale". De ahí en adelante yo solo sentía un ardor profundo en mis manos, llegué a olvidar que era el efecto de los frenéticos aplausos que me motivaban al escuchar cantar a ese monstruo de la canción.

Por cierto, hoy creo que el joven que la noche anterior había cantado ante Sadel era nada más y nada menos que el actual y afamado tenor del Zulia, Oscar Valencia, si no estoy equivocado.

La presentación de Sadel esa noche llegó a su final, sin embargo debo precisar que no pude extrañamente encontrar hoy en día la fecha exacta que se cumplió la presentación, para dar a conocer este nuevo escrito. Eso sí, recuerdo muy bien que no había pasado tanto tiempo cuando falleció el inolvidable Alfredo Sadel, que nos sigue deleitando con sus bellas canciones, desde el cielo.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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