“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Con doce puntos de ventaja en la encuestas, los patriotas ticos y sus compatriotas latinoamericanos nos preparábamos para celebrar, en toda la América Nuestra, el triunfo popular del rechazo de Costa Rica al TLC con los Estados Unidos y Centroamérica. Del alto sombrero del Tío Sam salieron sapos y culebras y, como por arte de magia, contabilizaron 50 mil votos de diferencia a favor de la aprobación, en un proceso inédito por el que, la otrora llamada Suiza de América, sometió a referéndum la decisión. Una vez más, el fraude electoral made in usa frustró el anhelo de un pueblo por su libertad, su dignidad y su bienestar. Otra vez la propaganda negativa de la televisión; la brutal intervención de la embajada gringa, amenazando con el cierre total a las exportaciones, y el presidente Arias, con su ya histórica cobardía, advirtiendo del suicidio que significaría el rechazo. El pueblo agraviado y sus organizaciones reclaman la depuración del proceso y el recuento de las boletas (voto por voto y casilla por casilla) como una última instancia para mantener el orden institucional, del que podían sentirse orgullosos hasta el pasado sábado.
Lloro por ti Costa Rica y quiero que sepas que el llanto mío tiene lágrimas de coraje, de un profundo coraje por la injusticia; la injusticia que significa el hecho de imponer a un pueblo condiciones que lo aferran a la miseria. En México fuimos ilusos pioneros; ignorantes del alcance de lo acordado y, además, atados por una vieja historia de desmovilización y manipulación institucionales. Hoy somos el más claro ejemplo de esa injusticia.
Quiero, Costa Rica, que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras, como las del esclavo; las del esclavo nuevo, el que nació libre. Son las del soberano sometido al interés mezquino de quienes sólo viven para medrar con mi esperanza y mi sangre. No otra cosa significa que, por el maldito tratado de libre comercio, se destruya el sistema de bienestar construido en tu pequeña, pero ejemplar, nación. Se pacta para privatizar todo: el agua, la electricidad, la salud y la educación. Se pacta para atar de manos al estado y dejar todo a que lo decida el mercado, sabedores que éste es dominado por los grandes consorcios extranjeros, incluidos los medios masivos de comunicación.
También quiero que sepas, Costa Rica, que el llanto mío tiene lágrimas de desesperanza ante la impotencia, al ver que una manipulación fraudulenta cancela la voluntad mayoritaria. Es historia viva en nuestra realidad mexicana, recientemente reforzada por un tramposo proceso electoral que impuso, de la manera más grotesca, al gerente guardián del interés de los ricos, para mantener el estado de miseria que nos agobia. Desespera que, jugando con las reglas impuestas por ellos y ganado, nos vengan con la truculenta violación se sus propias reglas. Pretenden orillarnos a la alternativa de la violencia, sabedores de que tienen el monopolio de la represión; el “monopolio del poder” se adjudica el espurio Calderón. Sabedores también de que, ante la violencia, el pueblo lleva las de perder.
Son lágrimas, Costa Rica las mías, de estar verdaderamente encabronado por la actitud de quienes suponen que se puede contemporizar con el imperio y sus agentes criollos. Quienes creen que se puede negociar por la vía de la política, dando por existente la soñada democracia. Se equivocan. Los poderosos podrán abrir espacios de negociación para vestirse de luces y de una falsa legitimidad, siempre y cuando no se toque a sus privilegios y, si estos no se tocan, no tiene caso el esfuerzo negociador ni las concesiones que implica. El camino de la confrontación pacífica es arduo, pero indispensable; más aún cuando se carece de la solidez en la organización popular; cuando lo poco que la gente puede perder es su todo, así sea un empleo precario o la remesa de un pariente migrante o la enajenación de un concurso por un sueño o la de una dádiva de programa social.
Lloro, también Costa Rica, por toda la América Nuestra y quiero que sepas que el llanto mío tiene lágrimas rojas y solidarias. Rojas como el pañuelo del Che y como su sangre vertida. Rojas como el clamor de los pueblos que luchan. Solidarias con quienes van a la avanzada y que afrontan el brutal embate de una poderosa derecha retrógrada. Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador ya brincaron la tranca y tienen el poder del gobierno en sus manos; luchan para convertirlo en justicia y libertad. Tampoco la tienen fácil, pero marcan la ruta. Tú también Costa Rica, nos marcas ruta: lograste lo que nadie había podido al forzar el referéndum para someter la firma del tratado. Te lo trucaron, pero estás de pie y toda la América Nuestra contigo.
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