"...Diga lo que aquí sucedió"


El profesor Fadhil Badrani se encerró solo en su casa de Faluya a esperar la muerte.

En ninguna parte de Faluya hay electricidad, no hay refrigeradores funcionando, y el hedor de los cadáveres se mezcla con el de los pocos alimentos podridos, regados por cualquier lugar.

Una mujer famélica, con la ropa hecha jirones, se acerca con sus hijos a Badrani y le pide con voz cortada por el llanto: "Diga al mundo lo que aquí sucedió".

Faluya era hasta hace pocos días una ciudad de 500 mil habitantes. "Calculo que habrán quedado unos 100 mil", escribió Badrani en un papel con otras anotaciones sacadas de Irak para que las conozcan otros pueblos, que aún no tienen idea de lo que es una agresión del más poderoso ejército del mundo, contra un país inerme, culpable de tener bajo sus pies millones de barriles de petróleo.

"Aquí sólo estamos hombres. Nuestras mujeres e hijos han abandonado la ciudad. Algunos fueron a Bagdad. Otros tuvieron que regresar porque no tenían cómo sobrevivir lejos de sus hogares.

"Estoy rodeado por espeso humo negro y el olor de aceite quemado.

"Hubo una gran explosión y ahora escucho tiroteos. No puedo decir cuántas personas han muerto, pero luego de dos días de bombardeos, la ciudad parece Kabul.

"Un blindado de Estados Unidos ha estado estacionado frente a mi casa del centro de la ciudad.

"Desde mi ventana puedo ver infantes de marina a pie. Trataron de hacer registros casa por casa, pero no pudieron avanzar porque les disparaban.

"Respondieron disparando contra todo lo que se movía. Parece que los soldados norteamericanos se concentran en intentar controlar las calles principales.

"Una clínica fue bombardeada hace poco y no sé qué sucedió con los doctores y las enfermeras que se encontraban allí. Era el único lugar donde todavía podía ir la gente a recibir atención médica.

"Estuve con los combatientes rebeldes. Se veían cansados, pero estaban cantando con la moral alta. Han llegado iraquíes de otras partes para unirse a los combatientes locales.

"Faluya tenía 150 mezquitas. Muchas son hoy escombros, no se escuchan llamados a la oración desde los minaretes que quedan en pie.

"Nadie ha podido dormir mucho en los dos últimos días de intensos enfrentamientos y además aún estamos en el mes del sagrado ayuno, Ramadán.

"Grandes sectores de Faluya han sido destruidos, pero es tan peligroso salir de casa que no he podido averiguar más sobre las víctimas.

"Mis vecinos, una mujer y sus hijos, vinieron a verme.

"Faluya, mi ciudad se sume en la tragedia.

"Estoy sentado aquí solo. Ingerí los últimos alimentos que me quedaban: dos papas y dos tomates.

"Los tomates estaban podridos, porque no hay electricidad y el refrigerador no funciona.

"Me pidieron que alertara al mundo sobre lo que está sucediendo aquí".

Muchos alumnos de Badrani, están hoy bajo los escombros de hormigón. Su colegio no existe ya y los periodistas que sacaron de Irak sus apuntes, no saben cuál ha sido la suerte del profesor.


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Libardo Muñóz


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