La decisión del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos de América no debe ser banalizado en su contenido y contexto. Sí bien han anunciado que las sanciones corresponden a no permitir el financiamiento de tecnologías destinadas a la industria, esa decisión se corresponde con un contexto global e histórico.
Los EEUU, mantienen –en correspondencia con su estrategia militar mundial- más de 180.000 hombres armados en Irak, cerca de 50.000 hombres en Afganistán y más de 80.000 hombres en otras bases en el mundo. Cada uno de esos efectivos armados, equipos y en desplazamiento o alerta militar generan un consumo energético de más de 60 lts de gasolina diarios. Es decir, que los 310.000 hombres en armas tienen un consumo diario de 18.600.000 lts cuyo costo en EEUU es de 1,65 US$ el litro. Significa que diariamente el gobierno de Barak Obama debe desembolsar un total de 30.690.000 Millones de US$. Más de 210 millones US$ semanales, 840 millones US$ mensuales; 10.080.000.000 Millones de US$ anuales. Ese gasto significa un peso terrible para la economía y el propio gobierno, más aún cuando la capacidad productiva – es decir las reservas estratégicas- se han visto reducidas en los últimos años y en estos momentos no llega a más de 15 años manteniendo el actual consumo de más de 8 millones de Barriles diarios. Precisamente por ser este contexto económico y energético tan exigente es que un grupo de opinión ligado a círculos conservadores en los EEUU, encabezado por Ronald Rumfealds, exsecretario de Estado durante el gobierno de George W. Bush y Paúl Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial propuso el llamado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC por sus siglas en ingles).
El PNAC tiene cuatro (4) objetivos generales: 1) disminuir la dependencia de los denominados “proveedores no seguros de petróleo”, que son países considerados por el Departamento de Estado como agresivos o no- amistosos a los intereses norteamericanos; 2) lograr la hegemonía sobre aliados y adversarios en el escenario mundial, 3) impulsar la hegemonía a través de la Revolución en Armamento Militar (RAM) que es la utilización de la ciencia y la tecnología en tácticas militares (aviones no tripulados, bombardeos “inteligentes”) y 4) controlar las principales fuentes de petróleo a través de compañías trasnacionales. En ese contexto del PNAC, los EEUU modificaron los términos de las relaciones que en el derecho público internacional imponían la imposibilidad que un Estado Nacional atacará a otro sin motivaciones. A partir de la invasión a Afganistán a finales de 2002 comenzó la aplicación de la estrategia del PNAC buscando con ello controlar las fuentes gasíferas y de hidrocarburos del Cáucaso (Uzbequistán, Turdistán, KasaKastan, entre otros). Posteriormente en el año 2004 invadieron Irak, bajo la excusa de poseer ese país armas de destrucción masiva – sin que se verificara su existencia- y que permitió controlar las fuentes energéticas de la península Arábica y amenazar la capacidad productiva del Gobierno de Irán. Luego en el año 2011, comenzaron la intervención en Libia con lo que pasaban a controlar las reservas de petróleo del Magreb Africano. De forma tal que en esas intervenciones los EEUU se aseguraban proveerse de petróleo en Asia, medio Oriente y Africa. Sólo quedaba por iniciar la intervención en las reservas de América del Sur que compartimos Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Estamos afirmando que las sanciones anunciadas por los EEUU se corresponde con el contexto general de la estrategia hegemónica propuesta en el PNAC y que señala una escalada destinada a bloquear a la empresa petrolera venezolana, que genera más del 80% de los recursos financieros del Estado y que sirven de sustento para el desarrollo de nuestra política social y económica en lo interno, pero que impulsa nuestras estrategias contrahegemónicas a nivel internacional. Estas sanciones intentan crear las condiciones para acusar al Gobierno Bolivariano de ser un “estado forajido”, que es aquel Estado que violenta el derecho Internacional y se constituye en una amenaza para la “paz mundial”. Se trata de entender, que dado el hecho que nuestro país cuenta con más de 280.000 millones de barriles de petróleo de reserva, que lo coloca como el 1er país petrolero del mundo, los EEUU actúa en correspondencia con una estrategia de ahogo que pretende aislar – internacional y económicamente- al gobierno bolivariano de Venezuela. Esta estrategia no es nueva, ni en el mundo ni en la historia de Venezuela. En 1900, el Gobierno de Cipriano se enfrento con la New York / Bermúdez Co, subsidiaria de la Standar Oil de New Jersey de Nelson Rockefeller. La disputa por el control nacionalista impulsado por Castro comenzó – también- con sanciones económicas y terminó con un golpe de Estado – en 1908- que abrió la industria petrolera a las trasnacionales. Las analogías en la historia deben ser observadas críticamente y estas sanciones nos indican que hay un contexto que debe ser analizado cuidadosamente para evitar los errores del pasado y echar atrás en el proceso de nacionalismo petrolero.
(*)Dr. Historiador
Juane1208@gmail.com