En los próximos días, del 2 al 4 de junio, se reunirá en Barbados la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Es bien conocido cómo la OEA ha sido manipulada a través de toda su historia con la finalidad de servir a los intereses norteamericanos. En lugar de ser un instrumento de los pueblos para la unidad, integración y libertad, como lo hubieran querido los grandes libertadores del Continente, entre ellos en primera fila Bolívar, la OEA sigue la voluntad unilateral del gobierno de Estados Unidos.
No es necesario citar hechos y antecedentes, frescos aún en la memoria de todos, para comprobar cuál distante de las verdaderas esperanzas e ideales de los pueblos de América latina se encuentra el cónclave de Washington.
Existen motivos suficientes para observar con preocupación la reunión de Barbados. Cuando el pasado 11 y 12 abril hubo un golpe de Estado que de un solo plumazo echó por el suelo la Constitución Bolivariana, la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia y las demás instituciones democráticas y legítimas creadas por el pueblo venezolano soberanamente, mediante el voto universal, directo y secreto, la delegación de Estados Unidos en la OEA, en lugar de condenar a los golpistas y defender la democracia venezolana, pretendió (insólito) acusar al gobierno de Venezuela de violación de los derechos humanos y las libertades democráticas. Es decir, la propuesta de la delegación de Estados Unidos justificaba el golpe de Estado y la usurpación de Carmona y los generales facciosos. Los violadores de los derechos humanos y las libertades democráticas. No eran quienes rompieron la Constitución y desataron una ola de persecuciones y atropellos sino el Gobierno democrático víctima del Golpe de Estado.
Ahora con vista a la asamblea de Barbados, Estados Unidos impulsa un conjunto de manipulaciones a fin de colocar a Venezuela en el marco de la “Carta Democrática Interamericana” y aplicar el artículo 17 o 18 que permitiría enviar a nuestro país una Comisión de la OEA para intervenir en la situación política interna. Existen antecedentes. Perú por ejemplo, donde, bajo presión de Estados Unidos, la OEA se involucró para favorecer los propósitos de determinadas corrientes políticas. En el caso venezolano, no puede quedar ninguna duda que la intervención de la OEA sería para dar apoyo a las propuestas golpistas contra la Constitución Bolivariana y las instituciones democráticas.
Es evidente que existe una conspiración de gobiernos extranjeros de la ultraderecha contra Venezuela. Ya el pasado mes de abril quedó al descubierto cuando hicieron pronunciamientos en respaldo al golpe de Estado, cuando unidades navales y helicópteros norteamericanos violaron el espacio venezolano, cuando oficiales de esa misma nacionalidad se involucraron en el Fuerte Tiuna y cuando se pretendió convertir la pasada reunión de la OEA en unas emboscadas contra el pueblo venezolano y su derecho a la autodeterminación.
Venezuela quiere vivir en paz y libertad. Es un abuso de gobiernos extranjeros de la ultraderecha pretender decidir por los venezolanos y contra los venezolanos un camino que es de la única competencia de los propios venezolanos.
Originalmente publicado en Panorama Digital