Mientras UNASUR paulatinamente se desplaza hacia la creación de un sistema autónomo de seguridad, la perspectiva de Washington en torno a iniciativas de integración en tal escala es bien conocida, típicamente Estados Unidos ve con malos ojos esos proyectos a menos que tenga la parte que controla. A la luz de lo anterior, podría parecer sorprendente que la reciente movida de la UNASUR en la esfera de la seguridad no recibiera un ataque de parte de Washington. Ya que uno no espera que el Pentágono, con sus permanentes guerras abiertas y encubiertas en Asia y África, perdiera interés en su “propio patio trasero”, habrá una profunda explicación detrás de esta extraordinaria tolerancia de parte del Imperio, que en la mayoría de los casos se apresura en castigar cualquier desafío.
Aparte de la consabida retórica anti-iraní, el jefe del Pentágono, León Panetta, descargó generosamente expresiones amistosas y pacifistas durante su reciente gira por América Latina en la que visitó Colombia, Brasil y Chile. Como era de esperar, Panetta habló de la lucha contra los carteles de la droga y en reuniones con la prensa fustigó a Venezuela, refiriéndose en particular a la preocupación de Estados Unidos por su rearme asistido por Rusia y China. El señalamiento de Panetta –bastante ridículo por lo demás—fue que esta política se veía sospechosa habida cuenta que se trata de un país que no enfrenta amenazas externas. No obstante, resulta por completo natural que las guerras de Estados Unidos por el petróleo justifican el rearme de Venezuela porque su gobierno se da cuenta que más temprano que tarde vendrá el ataque norteamericano.
La gama de temas referidos por Panetta en el curso de su primera aparición en condición de Secretario de Defensa de Estados Unidos, brinda una idea bastante razonable sobre la agenda norteamericana en la región. Por ejemplo, Panetta elogió la campaña antinarcóticos lanzada por Estados Unidos en conjunto con el gobierno colombiano donde las interactividades también incluyen la lucha contra las agrupaciones guerrilleras izquierdistas. Estas últimas solían contar con unos 20 mil miembros en el mejor momento de su actividad, aunque actualmente su número a penas llegue a unos ocho mil. Panetta está convencido que el Plan Colombia que le cuesta a Washington por lo menos 8 mil millones de dólares, ha demostrado ser eficiente y prometió que la colaboración de Estados Unidos con Colombia continuará en el futuro a pesar que los recursos financieros del Pentágono se están reduciendo. Confirmó la compra por parte de Colombia de 10 helicópteros norteamericanos, cinco de ellos Black Hawk. Estados Unidos continuará suministrando armamento a su principal socio en la región ya que Washington aprecia el papel jugado por Colombia en la contención de los regímenes populistas. De hecho Panetta promocionó los lazos militares de Estados Unidos y Colombia como ejemplarizantes y dejó caer la sugerencia de construir la misma relación con otros países latinoamericanos lo cual es prioritario para el Pentágono en el corto y largo plazo.
En Brasil, Panetta empleó a fondo su elocuencia italiana para atraer al gobierno y a los altos mandos militares del país a una alianza muy estrecha. Hablando con sus colegas en la Escuela Superior de Guerra del Brasil en Rio de Janeiro, el Secretario de Defensa de Estados Unidos pintó un cuadro ideal del futuro poniendo énfasis en la importancia global del país, diciendo cosas tales como “apoyamos a Brasil como líder global y buscamos una cooperación más estrecha en la defensa, porque creemos que un Brasil más poderoso y más comprometido globalmente, contribuirá a fortalecer la seguridad internacional” y expresó la opinión que un Brasil más poderoso significa un Estados Unidos más poderoso. En el pasado, el gobierno norteamericano, se abstuvo de colmar al país con elogios ya que una autoestima muy elevada de su gobierno podría significar un problema para Washington, pero el reconocimiento del status global de Brasil marcó el fin de la esa política. Esta parte del discurso de Panetta debe haber sido minuciosamente examinada y aprobada por el Departamento de Estado y las recomendaciones emitidas por el embajador norteamericano, Thomas Shannon, han sido evidentemente tomadas en cuenta. En su país, Shannon goza de una reputación de experto en cualquier cosa referente a Brasil, donde su misión consiste en impedir que el país derive hacia el grupo ALBA y sobre todo hacia Venezuela. El auge en las relaciones entre Brasil y Venezuela en la esfera militar es un permanente dolor de cabeza para Washington. La política venezolana anterior al advenimiento de Chávez, en gran medida dictada por Washington, solía caracterizar a Brasil como el principal enemigo. Chávez realizó una inmensa obra al hacerse amigo de Brasil y convertirlo en aliado en la custodia de la Amazonía a plena consciencia que, como dice la leyenda acerca de su control internacionalizado como disfraz, es un sueño soterrado de Washington.
Panetta instó a personeros del gobierno brasileño a demostrar su apertura al diálogo firmando el contrato para la compra de 36 aviones de combate Super Hornet de fabricación norteamericana, negociación por un total entre 4 y 5 mil millones de dólares. Aclaró que las aeronaves estaban dotadas con tecnologías ultra secretas que pueden suministrarse exclusivamente a socios de absoluta confianza y que el parque de Hornets le abriría a Brasil la puerta de entrada al club de los más estrechos aliados de Estados Unidos, pero también esbozó la recomendación que la oportunidad debe ser rápidamente tomada mientras Washington está dispuesto a ir hasta ese límite. En otras palabras, Panetta sostuvo como parte de su estrategia de mercadeo, que por el momento la negociación era considerada favorablemente por la Casa Blanca y el Congreso pero que la situación podría eventualmente cambiar.
No obstante, Brasil sigue estando indeciso ya que existen opciones alternativas sobre la mesa. Otros proponentes son Francia con sus cazas Rafale de la casa Dassault Aviation y Suecia con sus aeronaves Grippen de la casa Saab. En Brasil existe descontento debido a que su contrato para la venta de aviones livianos Embraer a Afganistán por un valor de 380 millones de dólares fue cancelado por presión norteamericana y la lista de quejas semejantes es bastante larga. Por ejemplo, un contrato grande de Embraer con Venezuela se perdió debido a que algunos componentes de las aeronaves Super Tornado se fabrican en Estados Unidos lo cual fue el pretexto para bloquear la venta.
De acuerdo con el plan de la gira, Panetta pronunció un elogio a la experiencia de Chile en brindar asistencia en condiciones de desastre natural, poniendo énfasis en “que las críticas lecciones aprendidas en Chile, deben ser compartidas por el resto del hemisferio.” El Secretario de Defensa norteamericano además agregó que en América Latina, Estados Unidos no resistirá los esfuerzos de los países de la región por desarrollar sus potenciales militares y que Washington tiene planes de largo alcance para desarrollar “alianzas innovadoras” con sus socios. “Ambos somos naciones pacíficas” dijo Panetta en Chile, agregando que la seguridad y la prosperidad de ambas naciones dependen de la región Asia-Pacífico. La señal se entendió bien –para Estados Unidos, este país se está convirtiendo en un instrumento para el mantenimiento del control sobre Asia-Pacífico donde la presencia china es cada vez más visible.
Actualmente China está por encima de Estados Unidos en el intercambio comercial con Brasil, Chile y Perú y la tendencia está por abarcar Colombia y Argentina.
Estados Unidos está fortaleciendo su red de bases militares en la región Asia-Pacífico adelantándose a avances más profundos de parte de China en la región. La nueva base en la que el Comando del Sur invirtió alrededor de 500 millones de dólares, fue recientemente inaugurada en Concón, Chile. El verdadero propósito de la instalación --hasta ahora no declarado—es el cuento oficioso que será utilizada para el entrenamiento de fuerzas de paz latinoamericanas bajo los auspicios de la ONU --cosa que no puede tomarse en serio. Hasta ahora, una comisión parlamentaria que inspeccionó el complejo lo encontró ocupado principalmente por personal norteamericano.
En cada país latinoamericano que Panetta visitó hizo un llamamiento por “mecanismos más fuertes para la cooperación en la seguridad de la región”. Tomando en cuenta que UNASUR y su Consejo de Seguridad está tratando de construir tales mecanismos de manera independiente, uno queda con la impresión que toda la gira constituyó una operación subversiva que apuntó a promover divisiones dentro de la alianza. Chávez, de manera rotunda, señaló que el salto unitario de UNASUR por una doctrina común de defensa fue inspirado por el caso de Libia y otros dramas provocados por las intervenciones norteamericanas. En realidad, absolutamente no existen razones para creer que el escenario libio no podría un día materializarse en América Latina. En una rueda de prensa conjunta el ministro de defensa de Chile, Andrés Allamand, manifestó la esperanza que la época de las intervenciones en el Hemisferio Occidental haya concluido, pero omitió mencionar aquellas intervenciones que tenía en mente, lo cual es un secreto a voces. El Sr. Panetta sonreía enigmáticamente mientras escuchaba a su colega chileno. Panetta tiene pensado plantear proposiciones específicas sobre seguridad regional durante la conferencia de ministros de defensa a celebrarse en Montevideo, capital de Uruguay el próximo mes de octubre. El vice ministro de la defensa de Uruguay, Jorge Menéndez, declaró en una entrevista que los países miembros de UNASUR permanecerán dentro de una posición coordinada durante el foro. Las desavenencias entre ellos y los países de Centro y Norte América sobre la viabilidad del Consejo Interamericano de Defensa y la suficiencia del pacto de ayuda mutua de 1947 ya están a la vista. Menéndez considera a ambos como remanentes de la Guerra Fría que no contribuyeron a nada ni siguiera cuando se debió durante la Guerra de las Malvinas.
Obviamente, el grupo UNASUR será altamente crítico de cualquier cosa que Panetta ofrezca en Montevideo. Las filas de aquellos que son lo suficientemente ingenuos como para creer en la “solidaridad continental” con el Imperio, se están despoblando rápidamente.
Traducción del ingles por Sergio R. Anacona
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