Declaraciones de un idiota

No se puede sino calificar como idiota al Ministro de la Defensa holandés Henk Kamp. Sus declaraciones sobre la amenaza venezolana de una posible invasión a las islas neerlandesas en el Caribe, son un bodrio. Su propio contenido las desmiente, cuando admite que Venezuela no tiene capacidades navales para realizar semejante operación. Más aun, carece de toda noción geopolítica, cuando ignora la posición de estas islas antillanas con respecto a nuestro país. No hace falta ninguna acción militar para influir sobre este archipiélago, conectado geológica, económica y hasta culturalmente con el territorio y la población nacional.

No importa que los gringos hayan instalado bases de operaciones militares avanzadas en esos espacios. No substituyen tales enclaves los flujos permanentes de personas, ideas, mercancías, energía y sentimientos de afecto establecidos secularmente entre estas islas y tierra firme. De allí la inmediata reacción del Primer Ministro Etiene Nestor, quien si tiene conciencia de estas circunstancias geoestratégicas. Ciertamente si la seguridad del Reino holandés depende de la capacidad de su Ministro de Defensa, es indudable que ante una amenaza real, los intereses de esa monarquía tendrán el mismo destino que tuvieron en la II Guerra Mundial: ser ocupados en menos de una semana por su adversario.

La infeliz declaración de Kamp es equivalente a la del desdichado congresista yanqui que le indicó a Eleazar Díaz Rangel que la octava estrella que se le añadió a nuestra bandera nacional mostraba el ánimo imperialista venezolano de anexarse a Guyana. Son justamente atrasados mentales como estos, cuando no enfermos alcohólicos, quienes actualmente pretenden dirigir a la humanidad. Borregos usados por el trilateralismo, esa asociación de especuladores y ladrones que hoy controlan los gobiernos de pueblos con conductas de borregos.

Para esos desventurados la solidaridad se obtiene a garrotazos, como muy bien lo han mostrado los holandeses en sus aventuras colonialistas. Mi propia experiencia personal en la relación con militares de esa nacionalidad, en una misión de paz en el subcontinente hindú, me enseño la soberbia de esos brutos hacia los soldados y la población nativa perteneciente a una milenaria civilización. Una conducta rechazada por los demás integrantes de la fuerza de paz, incluyendo su mando canadiense conformado por verdaderos caballeros.

Una altanería que fueron incapaces de mostrar ante el invasor alemán de los años 40. Como tampoco la pudieron exhibir los gringos cuando salieron con el rabo entre las piernas de Vietnam y el Líbano. Positivamente no se puede ser optimista en un mundo donde el control de importantes recursos de poder está en manos de personajes como estos. Unas individualidades sociopatas que desafortunadamente tienen sus correspondientes en todas las latitudes, incluyendo nuestra propia geografía


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Alberto Müller Rojas


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