El sector financiero, empieza a mover sus objetivos hacia Venezuela. Busca influir sobre los actores económicos y la banca regional, así vemos, como empresarios, productores de bienes y servicios constatan a comerciantes y pequeños comerciantes para alimentar su red, empezando con los pequeños compradores en el mercado de alimentos. Pasando luego a subcontratar a trabajadores para que en corto plazo la especulación e inflación recorte el presupuesto familiar desmejorando la calidad humana en las familias.
El Totalitarismo Financiero. Fue una excusa del dictador fascista Benito Mussolini para exaltar el sistema creado por él, que busca dominar y controlar la vida de los ciudadanos, teniendo una ideología excluyente, cuya economía se extendía como un tejido social único, donde la mayoría de las personas tendrían poco acceso al dinero del Estado fascista y autoritario y se moverían en un ámbito financiero controlado exclusivamente por una élite.
El pueblo, en éste sentido, queda atrapado en unas horripilantes dimensiones del tiempo geopolítico de un territorio y la banca se impondría exclusivamente desde arriba para amparar a los oligarcas y cambiar las relaciones cotidianas con el pueblo.
Los burócratas desde el Estado, instituciones o comercios, manejarían el dinero de una forma esotérica y oculta. Los mercados de alimentos, cambiarían de códigos a ser unas simples bodegas, hoy lo hacen con las panaderías que trabajan bajo presión ante las grandes factorías de harina..
Los bancos vienen teniendo un gran poder de decisión sobre los gobiernos, teniendo a su lado a corporaciones y compañías monopolistas.
El tejido de la vida cotidiana en los países controlados por el totalitarismo financiero, como España, marca con una sutura a las viviendos españoles, despojándolos de sus bienes ante el impago de sus deudas personales, hasta llegar al embargo de sus viviendas,
El totalitarismo financiero, busca instar a las democracias occidentales capitalistas a trabajar bajo un ambiente de terror e interiorizar el miedo a su militancia, desea homogeneizar todo el pensamiento a través de las élites culturales y de los medios de comunicación.
Los mandamientos económicos se convierten en el ideario cotidiano de quienes hacen colas en el mercado, en seguidores permanentes del pensamiento único burgués. Es la repetición constante de un catecismo de ideas que le confiere fuerza a la intimidación y busca sofocar cualquier intento de reflexión libre y hace extremadamente difícil toda resistencia. William Pfaff, nos habla de una tendencia totalitaria en el capitalismo salvaje que nos lleva al terrorismo financiero, un cátcher en la barra de ese mundo llamado Guerra Económica, una fortaleza de la Globalización para derrumbar el mundo económico de un sector en cualquier Continente, en éste caso el Latino.
El mundo se convierte en una sola idea, donde los dirigentes encuentran en la metáfora, una manera hiriente para limitar la identidad de los ciudadanos.
La extrema derecha europea, quiere hacer correr el tiempo. Busca el mercado financiero latino para hacerlo más volátil y, solo ofrecen al pueblo una ilusión de estabilidad, seguridad como sentido de la vida. De verdad, viene aplicando en Europa un fundamentalismo para reflejarnos en una sociedad desenfrenada y paranoica.
El totalitarismo financiero apunta a una conformación de la vida bajo un aparato gubernamental controlado por la banca universal. Los individuos en éste sentido, nunca pueden adoptar decisiones personales que vayan en contra de los postulados ideológicos imperantes. Por esto, muchos opositores derechistas actúan mecánicamente y asumen un perfil de apología de orden occidental dirigido y organizado por Estados Unidos de Norteamérica.
La oligarquía financiera, bajo la forma de Corporativismo, desea desatar su imagen de carácter Neoliberal para romper con los mercados del gobierno y cuentan con cinturones de seguridad bajo la figura de mercenarios o paramilitares para actuar y crear pánico en la población. Nuestra frontera con Colombia cuenta con éstos agentes que manejan el dólar, como una excusa para quebrar nuestra economía. De modo que, desde las instituciones internacionales patrocinados por Estados Unidos y de universidades bajo el control de economistas laureados con el Premio Nobel, se viene elaborando un doctrinario económico que se considera científico, pero que busca privatizar la economía en cualquier país.