Nuevamente, el Departamento de Estado de EEUU se entromete en Venezuela, con las declaraciones del embajador de ese país en Guyana, Perry Holloway, con apenas 24 horas en su cargo, sobre el Esequibo, para apoyar el Laudo Arbitral de Paris de 1898, decisión en la que, en un contexto obsceno, se nos mutila la Guayana Esequiba.
La gravedad está en que el señor embajador, con su desafortunada intervención, deslegitima el Acuerdo de Ginebra de 1966, vigente desde entonces, según el cual, mediante la vía de la negociación, Venezuela y Guyana se comprometen a encontrar una solución justa. Detrás de esto, se vislumbra la estrategia de provocar al Gobierno de Venezuela.
Tanto con Colombia como con Guyana, el discurso de paz del presidente Maduro ha tenido éxito a pesar del contexto del neoliberalismo cuando el ataque sustituye al diálogo. En concreto, el que se haya dado la reunión entre Granger y Maduro posibilita encontrar una solución que beneficie a ambos países por igual, al tiempo que cuestiona la exploración ilegal del Esequibo por parte de la Exxon Mobil.
A pesar de lo anterior, surge un nuevo elemento, la designación de quien viene a validar un arbitraje abolido debido a las condiciones injustas en las que se da desfavoreciendo a Venezuela, mientras no reconoce la mediación de la ONU reivindicando el Acuerdo de Ginebra para evaluar imparcialmente la situación.
En resumen, la estrategia es bloquear la vía de la negociación –entendida como el pacto que beneficie a las dos partes por igual- para provocar con un torpe discurso que demuestra la fatal pretensión, propia de un colono de siglos pasados, de disponer de nuestro territorio, dejando bien claro su interés en lapidar el petróleo y los recursos naturales del pueblo venezolano.