Definitivamente la oposición no encuentra el camino de retorno al cauce democrático. Continúan dando bandazos a la desesperada en su alocada carrera por hacerse del poder político del país. Analistas políticos serios, incluyendo los de oposición, coinciden en señalar que lo que ha hecho la oposición desde que tomaron el control de la Asamblea Nacional, 5 de enero de 2016, es despilfarrar el capital político del cual lograron hacerse a raíz de les elecciones parlamentarias, que ya parecen lejanas, del 6 de diciembre de 2015.
Han transcurrido más de trece meses y la dirección de la MUD no logra determinar una política que les permita despejar su acción opositora por el camino democrático. Engolosinados como estuvieron con el triunfo parlamentario, obtenido por la vía democrática, optaron por reincidir en los atajos no constitucionales por el afán de alcanzar el poder político lo más pronto posible, ante el temor, y esto ,también, hay que decirlo, que el gobierno bolivariano se recuperara de la celada que la burguesía parasitaria, dirigida por el Grupo Polar y demás agentes imperialistas, con su guerra económica (escasez de productos básicos, contrabando de extracción, manipulación monetaria, inflación inducida, etc.), y apuntalada en la contracción de los ingresos petroleros, le había montado al pueblo venezolano.
Paga follón
Como resultado del sin fin de desaciertos cometidos en ese lapsus, optaron por acordar la reestructuración del frente opositor con el inevitable sacrificio del pobre Chúo Torrealba, quien siendo la parte más débil de la cabuya, vino a resultar el paga follón de los errores colectivos; es así como procedieron a montar una nueva estructura en la creencia que esa medida podría cumplir el papel de antídoto ante el enfermizo cuadro que los caracteriza.
Pero no, no se había terminado de secar la tinta de los periódicos ni apagar el eco de los sonidos radiofónicos anunciando lo que pretendían como la buena nueva, cuando, tanto del interior de la propia MUD como de voceros externos a la misma, surgieron opiniones que desmeritaban la nueva fórmula (una junta directiva integrada por los nueve factores opositores que tienen representación parlamentaria y un cuarteto operativo con un coordinador general y tres coordinadores sectoriales), evidenciando, de cuajo, la insuperable fracturación que envuelve a la errática oposición venezolana.
Y, ello ocurre, porque no es con medidas de carácter administrativo como se resuelven los problemas políticos de fondo, dirigentes veteranos como los que allí pululan deberían tener claro esto, pero, oportunistamente, insisten en acuerdos que lo que hacen es correr la arruga, evadiendo la cuestión de fondo y dejando intacta la contradicción que los carcome.
Chantaje político
Los desaforados de Miami, desestabilizadores por vocación, opinadores de oficio y proveedores de recursos, ya adelantaron su opinión de que no creían en ese tipo de medidas, que por encima de ellas, lo que está en el tapete es desconocer el dialogo que con sus altibajos se viene dando, acompañado de los facilitadores de UNASUR y del enviado del Papa Francisco, porque, según dicen, es una maniobra del gobierno para ganar tiempo, e insisten en forzar la presión de calle, de corte insurreccional, claro está, hasta que Maduro, a quien desconocen como Presidente, entregue el poder.
Por su parte, aquí en el país, la gente de Voluntad Popular, Vente Venezuela, jerarcas de la élite eclesiástica, militares retirados, así como opinadores de oficio, manifiestan que no están en concordancia con la nueva fórmula mudista sí, la agrupación opositora, no define expresamente que la finalidad de la misma es la de forzar la Salida del Presidente Maduro y la convocatoria de elecciones generales. Es decir, el chantaje enarbolado como planteamiento político.
Cómo estarán las cosas en el mundillo opositor que la periodista Nitu Pérez Osuna, ahora devenida en dirigente política, anuncia la creación de un nuevo grupete partidista que lleva por nombre Gana (Gran Alianza Nacional), con consideraciones políticas nada innovativas como de que pretenden un “nuevo 23 de Enero” y tan descabelladas como que “las guayas de las guarimbas del 2004 fueron en defensa propia”. No mejora el enfermo, al enfebrecido cuerpo opositor se le sube la temperatura.
Trump y sus garras
Todo ello ocurre cuando, a nivel internacional, el nuevo gobierno estadounidense comienza a mostrar sus garras, con un Trump pretendiendo dar instrucciones al gobierno bolivariano para que libere a Leopoldo López, con cuya esposa apareció retratado, y estableciendo contacto con otros presidentes latinoamericanos, de los más genuflexos, “para tratar el caso venezolano”, cómo que si estuviéramos todavía en la época en que los yanquis, con sus marines y cañoneras, imponían sus abrasivas condiciones.
Junto con ello, el Departamento del Tesoro yanqui acaba de apelar a la canallada de acusar al Vicepresidente Ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, Tareck Al Aissami, de estar vinculado a redes de la droga, con el evidente propósito de inculparlo en tan despreciable delito e involucrar, en el mismo, al gobierno venezolano; de allí a responsabilizar a Venezuela como “narco estado” sólo hay un paso, con lo cual podrían justificar cualquier acción injerencista. Precisamente, quien acusa es el Estado cuya economía, en buena medida, se sustenta en el negocio de la droga, ante lo cual hay múltiples testimonios, que, por supuesto, la mediática imperialista, impúdicamente, invisibilizan.
Nada de perdón
Mientras esta conspiración está en marcha, el resto de la dirigencia opositora, cobardemente hace mutis en el foro, como siempre esperando por si la marea le provee de buena pesca. No terminan de asumir que lo que se impone es superar la contradicción que los consume, es decir, romper con el oportunismo y aislar a los conspiradores. Por su parte, el gobierno está decidido, ahora, frente a cada conspiración nada de perdón.