Trincheras de Ideas

Las confesiones satánicas de Allen Dulles para destruir revoluciones y gobiernos progresistas

En 1963 uno de los líderes políticos más torvos y oscuros, Allen Dulles, representante de los sectores oligarcas de los Estados Unidos del Norte más recalcitrantes y anticomunistas, ideólogo del sistema y del modelo imperialista norteamericano, policía político de un modelo autoritario y cruel que se planteó desde siempre la destrucción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, por los métodos más crueles que se puedan desde la tenebrosa Agencia Central de Inteligencia, CIA, que dirigió durante 8 años.

En 1963 escribe un libro que lleva por título: ‘El arte de la inteligencia’, en donde expone el pensamiento no sólo suyo sino de la clase que representa, la burguesía yanqui, aportándole sus criterios sobre lo que debe hacerse para destruir la ya inexistente Unión Soviética, derrumbada en buena medida en 1991 por la acción y subversión de las políticas norteamericanas y de sus aliados igualmente imperialistas de Europa a través de varios años de subversión hacia el interior del territorio soviético de múltiples formas y de diversos mecanismos mediáticos, terroristas, contrabando, más los propios errores políticos, económicos, militares (invasión de Afganistán) de la dirección soviética, del Pcus, del llamado Gladsnot, la Perestroika que encabezara Mijail Gorbachov, figuras que asumieron el credo derechista y capitalista como Boris Yeltsin y llevaron a la desintegración de la otrora poderosa Unión Soviética, la misma que encabezó la derrota aplastante del fascismo hitleriano al costo de 25 millones de soviéticos muertos durante la guerra de 1939 a 1945.

¿Qué se planteaba el imperio yanqui para lograr tan contundente triunfo político y arrebatarle a los pueblos del mundo la esperanza que significaba el campo socialista que encabezaba la URSS?

Tomemos unos párrafos de lo que entonces escribió y publicó Allen Dulles en 1963, casi 30 años antes del derrumbe definitivo de la URSS. El lenguaje de Dulles, entre cínico y brutalmente franco descubre no sólo el perverso pensamiento de los grupos dominantes norteamericanos para destruir sus enemigos sino la estrategia puesta en práctica para intentar destruir a sus adversarios ideológicos y políticos, en este caso el campo socialista, sobre todo el europeo, y en particular en la URSS, el factor de equilibrio y principal retador del poderío norteamericano en el mundo bipolar de entonces.

Dulles dictaba cátedra entonces, resumía lo que ya eran políticas posteriores puestas en práctica al final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la mediáticamente llamada ‘Guerra Frías’, donde comienzan su apogeo los mecanismos de inteligencia norteamericanos en la etapa de enorme tirantes que comenzaba en el mundo.

En su libro Allen W. Dulles, escribió: «Sembrando el caos en la Unión Soviética sustituiremos sus valores por otros falsos, sin que sea percibido, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia».*

Nótese en el párrafo anterior la franqueza al proponer la destrucción de una federación de naciones socialistas a través de lo que él entendía como “caos”, es decir, el accionar de la maldad, la intriga, la mentira para intentar sustituir los valores éticos del socialismo por los antivalores del capitalismo.

De la literatura socialista que exalta valores espirituales y éticos fundamentales del nuevo ciudadano que de levanta en una visión transformadora y la expresa través de la literatura y dice con franco cinismo lo que debe hacerse para lograr su objetivo, exaltar lo que él considera son los más bajos instintos del ser humano:

«De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad».

Ello explica, por ejemplo, la exaltación de los escritores “disidentes” como Boris Pasternak y su libro ‘El Doctor. Zivago’, para presentarlo como el héroe y no como lo era en verdad, el anti héroe, pero eso les servía para esos objetivos. Está también el caso de Esvetlana Stalina, la hija del dirigente comunista José Stalin, que fue “un instrumento de la CIA” como ella misma lo diría. Su biografía, encargo evidente de la CIA que contribuyó a la destrucción de su patria, fue un arma ideológica y política utilizada ampliamente para el trabajo subversivo, sobre todo en Europa. Pero no fue sólo en Europa, el odio visceral de la burguesía norteamericana a la Revolución Cubana llevó, primero a captar, luego a arrastrar a la hija de Fidel Castro, Alina Fernández Revuelta, a quien le escribieron un bodrio de libro, “La hija de Castro. Memorias del exilio de Cuba”, para atacar la figura de su eximio padre, obra en exceso mediocre y falaz pero sus efectos fueron nulos en Cuba y su pueblo, aun cuando las políticas de penetración que plantea Dulles en su libro, fueron ampliamente aplicadas en Cuba.

Todo lo perverso de lo que es capaz una mentalidad corrupta y colonialista como la que corroe la visión fascista de los sectores imperiales dominantes norteamericanos se expresa en los objetivos que Dulles revela para minar el Estado soviético desde adentro y las verdaderas monstruosidades que plantea hacer, realizar para intentar cambiar la mentalidad del funcionariado utilizando los métodos más deleznables y perversos que pueda imaginarse para destruir la mentalidad no sólo de quienes trabajan al servicio del Estado, sino de la población toda, buscando un proceso desnacionalizador con el objetivo que los ciudadanos de los diferentes países y nacionalidades que integran la federación dirijan sentimientos adversos y de odio hacia la nación y el pueblo ruso. Generarán confusión, no se comprenderá hechos y situaciones que ocurran. Todo lo más perverso inimaginable con miras aplastar a un pueblo y un proyecto social distinto al capitalista con el objetivo de la dominación del mundo. Leamos en párrafo que sigue.

«En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo, la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor. Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos…»

Eso fue escrito en 1963, dos años después que Dulles dejara el cargo de director de la CIA, una especie de Memorias político/ideológicas que lega a su clase después de un balance de lo que le enseñara seguramente su experiencia del despliegue de gigantescas maldades, –ajenas y contrarias a las más elementales creencias religiosas y cristianas que hipócritamente pregona la burguesía norteamericana– al frente del organismo que le tocó dirigir durante 8 años y que no pudo evitar que Cuba y el Comandante Fidel Castro lo derrotara –y al imperio todo–, en 1961, en Playa Girón al aplastar en 72 horas una invasión mercenaria organizada y dirigida por la CIA para derrocar y destruir la naciente Revolución cubana. Y, un año después, la terrible crisis de Octubre de los cohetes nucleares defensivos que los soviéticos dieron a Cuba para su defensa de una posible agresión militar directa por parte de los Estados Unidos del Norte. Ganó la dignidad cubana y el coraje del preclaro dirigente que fue Fidel Castro.

¿Cuántos hechos ocurrieron desde entonces en el mundo, de cuando fue escrito ese libro miserable a hoy, cuántas enseñanzas le dejó a su clase y cuántas enseñanzas a los revolucionarios que pudieron leerlo para cuidarse precisamente de lo que es una política de Estado para la destrucción de pueblos y naciones, someterlas y robarles sus riquezas naturales, el petróleo por ejemplo?

Hay que buscar ese libro y releerlo porque allí está encerrada en buena medida lo que es la filosofía más perversa de un imperio que no se para ante nada para destruir pueblos y naciones como lo intentaron con Vietnam, Corea del Norte, Cuba, China Popular, y no pudieron, pero también ha ocurrido en los años recientes en Irak, Afganistán, Irak, Libia, Siria, y países africanos que fueron destruidos. Figuras siniestras como George Bush, Barack Obama, genocidas del mundo, figuran como los presidentes que aprendieron bien la lección que les dio Allen Dulles en su infausto y mísero libro: destruir pueblos.


* Las citas fueron extractadas del libro de Allen Dulles, ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), “The Craft of Intelligence” (El arte de la Inteligencia), 1963.    



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Humberto Gómez García

Director de la revista Caracola. Pertenece al Movimiento de Medios Alternativos y Comunitarios (MoMAC). revistacaracola.com.ve

 humbertocaracola@gmail.com      @hgcaracola

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