En medio de la final del beisbol profesional venezolano de este año, los peloteros y técnicos estadounidenses del equipo Leones del Caracas abandonaron el país por orden de las organizaciones de las grandes ligas a las cuales estaban afiliados. Esta fue una de las odiosas consecuencias de la conspiración criminal agravada en los comienzos de 2019.
La relación del beisbol venezolano con las organizaciones de Mayor League Beisbol es de vieja data. Por acá pasaron peloteros que daban sus primeros pasos en el beisbol estadounidense y que después se convirtieron en jugadores muy destacados en las llamadas "Ligas Mayores", como John Roseboro, Bob Gibson, Pete Rose, Dave Parker, Jim Rice, Willie Horton, Bob Belinsky, Ken Tekulve, Tom Grieve, Daryl Strawberry, Don Baylor, Dave Justice, Lou Piniella, Cecil Fielder, Greg Maddux, Roy Gardenhire, Steve Sax, Phil Gardner, entre otros. Eran los mismos años en que las estrellas venezolanas en las Grandes Ligas venían al país, temporada tras temporada, a deleitar a los fanáticos con su gran calidad deportiva: Luis Aparicio, Alfonso Carrasquel, Víctor Davalillo, César Tovar, Osvaldo Guillén, Omar Vizquel, Jesús Marcano Trillo, Andrés Galarraga, Antonio Armas, Luis Leal, Johan Santana, Freddy García, Baudilio Díaz, Luis Sojo, David Concepción, Miguel Cabrera. Años dorados de nuestro beisbol profesional que jamás olvidaremos.
Pero el capitalismo y la dependencia se fueron comiendo todo poco a poco. Primero muchos peloteros criollos comenzaron a alejarse cuando la danza de los millones terminó de apoderarse del beisbol mayor estadounidense. Los peloteros debían firmar cláusulas que les impedían jugar aquí, o venían con limitaciones, dándose el caso que solo jugaban unos pocos partidos y se iban antes de haber logrado la forma física que les permitiera mostrar el tope de sus talentos. Por razones parecidas, dejaron de venir los grandes prospectos estadounidenses y cada vez más la importación de peloteros fue decreciendo en calidad. Pero los venezolanos vivimos la fiebre del béisbol de todas maneras. Para nosotros, nuestro béisbol es el mejor del mundo, porque es el que más nos apasiona y nos divierte.
La dependencia de las Grandes Ligas se fue incrementando siempre en perjuicio nuestro. Apareció la cláusula de "fatiga extrema" que permite a los equipos de Grandes Ligas decidir qué jugador venezolano puede o no puede jugar en su país. Se llegó al colmo de que esas organizaciones extranjeras podían exigir a un pelotero nacional de su "propiedad" que dejara de jugar de repente, burlándose así de nosotros y tratándonos como súbditos. Pero hemos seguido fieles a nuestro deporte favorito. Aunque vamos menos al estadio por el alto costo de entradas y condumios, seguimos los juegos por la tele o la radio, continuamos discutiendo fraternalmente caraquistas, magallaneros y guairistas, con humoradas y picardías diversas. Los guaros siguen proclamando que "este es el año del Cardenales" y los maracuchos prosiguen proclamando el orgullo por los grandes beisbolistas nacidos en aquellas tierras, como los Aparicio y los Davalillo.
Ahora, la Mayor League Baseball se suma a las criminales sanciones yanquis contra nuestro pueblo y prohíbe absolutamente que jugadores "pertenecientes" a sus equipos, en cualquier nivel, vengan a Venezuela para la próxima temporada, incluidos los venezolanos, un baño de agua fría para la multitud de compatriotas que seguimos cada año, con furor, las incidencias de nuestros campeonatos. Al fin y al cabo recordemos que las Grandes Ligas es un nido de millonarios: millonarios los dueños de equipos, millonarios los patrocinadores, millonarios los jugadores y los técnicos, millonarios los medios que les dan cobertura. La cabra siempre jala pal monte.
Pero no hay mal que por bien no venga. Este año nuestro beisbol será más venezolano que nunca y representará otra oportunidad de resistencia. Como los dueños de los equipos del patio se ahorrarán mucho dinero por no pagar la millonada de dólares que se llevan los beisbolistas estadounidenses cada año y los cada vez menos jugadores grandesligas venezolanos que juegan aquí, que nos bajen el costo de las entradas y que tengan más oportunidad nuestros más humildes peloteros, que de todas formas siempre darán espectáculo y defenderán con afán nuestras queridas franelas. Y nosotros a llenar los estadios, a respaldar a nuestros equipos y a gritarles a los CÑM de las Grandes Ligas: ¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda!