A pesar de las cosas más severas que atraviesa la vida de los venezolanos: la pandemia y el encierro, el bloqueo, la crisis económica y el temor a la invasión militar estadounidense; los venezolanos siguen escribiendo, pensando críticamente y soñando.
Unos sueñan con el final escatológico del imperialismo sin disparar una bala, otros piensan en un reencuentro entre chavistas separados, en continuar creativamente con la educación; hay exigencias frecuentes a que cese la represión contra los trabajadores y los que disienten del gobierno. Hay quienes creen que es posible la reorientación de la producción, corregir las fallas de pdvsa y mejorar la situación económica. Mientras muchos otros, aprueban y defienden a capa y espada las políticas del gobierno y resguardan el status quo.
En estos días de pascua que vienen, si pudiéramos meter esas esperanzas enfrentadas en algún recipiente, estarían encerradas no en una caja de Pandora, sino en un huevo de pascua, que al abrirlo nos traería alegría.
Y algo muy importante en Venezuela, es que junto a las esperanzas, va el reconocimiento del papel de los hombres y mujeres en la historia de los cambios. Esto puede leerse en la animosidad de las narrativas críticas de Amaranta Rojas, en sus diálogos con Chela la Ñeca y los diálogos por teléfono entre compitas, de Obed Delfín.
También en la crítica despiadada, de Yuri Valecillo y Marcos Luna y las denuncias contra la represión, las propuestas de reorientación del modelo socialista y la orientación para reconducir la producción petrolera y gasífera de Rafael Ramírez.
Aunque con estas referencias, no agoto la producción amplia y profunda de las ideas que se publican en aporrea; hay también ideas y aspiraciones variadas, entre el escepticismo de Einstein Millán Arcia y Teófilo Santaella, hasta las ideas que se mueven un poco escondidas, otras suaves y otras descarnadas en defensa del gobierno de Maduro. Descritas en los artículos de José Sant Roz, Flavia Riggione y Jesús Rafael Barreto, respectivamente.
Y es que así avanza la historia en América Latina, con un poco de mito y otro poco, de realidad. Nadie se amedrenta o asusta con las agresiones imperialistas: Martí, Fidel, Moris Bishop, Che Guevara, Torrijos, el mismo Noriega, Allende, Chávez y los pueblos que acompañan a sus líderes, son la muestra innegable de ese viril enfrentamiento contra el imperialismo.
Aunque aquí, se han sufrido trágicos terremotos, inundaciones, tormentas, epidemias, cólera, fiebre amarilla, chukunkuya, dengues, mortíferos todos y ahora el letal covid-19; pero cuando se leen los artículos en aporrea, nos damos cuenta que el mito y la historia van juntos, en el camino que llevan los latinoamericanos hacia su realización humana.
Hay desvíos y paradas provocadas principalmente por las agresiones imperialistas; como los hechos que dieron origen a Guantánamo, el fusilamiento de Moris Bishop, el atentado al General Torrijos y la captura de Noriega; el asesinato de Salvador Allende (aunque se haya publicado como suicidio), la cacería contra el Ché Guevara y su grupo guerrillero, el asesinato de Roque Dalton y San Romero y el magnicidio de Chávez.
Por todo lo anterior, no se puede perdonar el daño que el imperialismo le ha provocado a América Latina; y ahora que los gringos y sus lacayos están en las costas venezolanas la gente consciente de ese daño histórico, debe estar dispuesta a defender Venezuela; aunque en ello se nos vaya la vida.
Aclaratoria: si decidimos defender Venezuela es, por el daño que provoca la pérdida de las esperanzas, del mito, de la independencia y de los recursos naturales. La obligación del gobierno es acompañar esta guerra contra el imperio, la estrategia es defender Venezuela por el socialismo. Y la consigna: los gringos, ¡No pasarán!
