Martes, 19 de julio de 2022.- Hay dos finqueros en el vecindario, son vecinos y por años trabajaron juntos en una especie de asociación de intereses complementarios, asociación algo desigual, francamente desbalanceada que favorecía al de mayor tamaño, pero que de alguna forma funcionaba.
Él usa el agua que nace en nuestras tierras que aunque menor en tamaño están llenas de minerales y muchos recursos, nosotros utilizamos el camino real y tenemos derecho de paso, entre otras cosas
.
Todo funcionaba para ambas partes, había acuerdos y se respetaban.
Hasta que los de la finca pequeña comenzaron con esa preguntadera sobre el balance y la justicia en los negocios mutuos que llevaban con sus vecinos, quienes siempre ganaban más en todos los negocios, siempre.
Estos observaban callados pero, eso sí, muy atentos y pendientes de sus intereses, como siempre, como debe ser, como machaconamente repetían todo el tiempo.
Se complicaron las cosas, se enredó el papagallo, como decimos por estas tierras tropicales y nos aplicaron lo que ellos llaman medidas, que no son sino sanciones para que nos portemos bien, de acuerdo a su criterio.
Nos tuvieron agarrados por el cuello, apretándonos cada vez más, ahogándonos y con ayuda de algunos de los nuestros, pasamos tiempos difíciles pero sobrevivimos.
Pero las cosas han cambiado un poco, no mucho, pero han cambiado y ahora, en este momento, nos necesitan y quieren negociar.
Negociemos pues.
Primero que todo no vayan a sus reuniones de negociaciones ni agotados, ni trasnochados, ni enratonados y sobretodo eviten el sobresaturarse con exceso de información.
Lleven sus puntos claros y precisos, sin ambigüedades.
Si tienen alguna duda pregunten a los que determinan las políticas, no se queden callados ni pasen agachados.
Analicen en conjunto los posibles escenarios y prepárense para los imprevistos.
Ir claros y descansados permite una mejor dinámica grupal y un mejor control argumentativo.
Tomen como un elemento esencial de las conversaciones el concepto de Quid pro quo, que se refiere a una expresión latina, la cual, de acuerdo a su interpretación generalizada significa una cosa por otra.
Lo que en criollo llamamos dando y dando.
Y lo que los malandros complementan con la rima añadida: dando y dando, dos pajaritos volando.
Ya que ejerciendo sus viejas mañas, normalmente, no cumplen lo que prometen.
Malandros que pueden ser criollos o enviados especiales de potencias extranjeras, que, en este momento, nos necesitan desesperadamente para que el aumento del precio de la gasolina no los golpee inmisericordemente y hoy quieren jugar una mano de reconciliación.
De memoria muy frágil suelen ser estos negociadores, que seguramente no se van a recordar de las draconianas medidas (sanciones) a las que nos sometieron.
Ni se las nombren, eso está como número uno en la lista de recomendaciones del GIuidelines del How to negotie whit Maduros’ people, que perdió uno de los asistentes a las reuniones secretas y que fue recuperado y está en manos de un cuerpo élite del Poder Popular.
Insistan, le indican a sus enviados, en el punto esencial de que esos son tiempos pasados, old times y que ahora nos necesitamos mutuamente, algo que probablemente argumentaran, entre otras cosas.
Poseen estos diplomáticos de avanzada una gran fortaleza en su formación y un sólido soporte técnico, con perfiles sicológicos y expedientes muy completos de los negociadores criollos, incluyendo detalles muy personales, todo lo que pueda ayudar al logro de la misión encomendada, además poseen un verbo entrenado y habilidades de convencimiento.
Mosca con ellos, son agentes ordinariamente bien entrenados.
Quid pro quo debe ser la norma de los de nuestro lado, no le crean mucho, vienen en plan de ablandamiento, de tomar una cabecera de playa, cuidado con los derroches de simpatía profesional y estudien el lenguaje corporal y las líneas de sus argumentos, las direcciones que siguen y las estrategias que usan, analicen severamente y con visión amplia.
No se dejen seducir y defiendan nuestros intereses.
Recuerden que nos necesitamos mutuamente.
Cuidado con los cantos de sirena.
QUID PRO QUO, debe ser la regla de oro para las negociaciones con los norteamericanos.