Alejandro Peña Esclusa, pebeto que sos parrandeado y embaucador. Pebeto vos sos un caso perdido, tu vieja dice que sos un bandido, porque supo que te vieron la otra noche disfrazado de periodista en la rueda de prensa que en Colombia dio la Interpol.
Peña Esclusa, en el barrio La Mondiola te llaman garufa por lo bacan. Tenés más pretensiones que bataclana que hubiera hecho suceso con un gotan. Durante la semana le huís al laburo y de la noche a la mañana sos uno, un agente más de la desprestigiada Interpol. Te encajas las polainas y el cuello duro, y te venis a Bogotá enmascarado de corresponsal de un diario argentino del interior.
Ahora descubierto, cuesta abajo en tu rodada, las obsesiones pasadas no te las podés arrancar. Soñás con el pasado que añoras, el tiempo viejo y tu presente de golpista que lloras y que nunca volverá. Ahora, triste en la pendiente, solitario y ya vencido, yo te quiero confesar. Ahora, cuesta abajo en tu rodada, los espejismos pasados como falso periodista gaucho no te las podés arrancar.
Peña Esclusa, la milonga entre magnates con sus locas tentaciones, donde triunfan y claudican milongueras pretensiones, se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón. Pero has de volver a la plaza Altamira con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon tu sien. Sentir que es un soplo la vida, que 20 años de golpista al servicio del Imperio no es nada, que febril la mirada, errante en la sombras la socarronería te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada al recuerdo del golpe de Estado del 11 de abril que no ha de volver.
Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros, sean una larga fila de riquezas y placer; que el bacán que desde la Casa Blanca te acamala tenga dólares duraderos Que te abrás en las paradas con cafishios milongueros y que digan los muchachos de la CIA: “es una buen embacaudor”.
Peña Esclusa, le tenés miedo el encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con tu vida. Tenés miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenan tu sufrir, pero el viajero golpista que a Argentina huye, tarde o temprano en la Plaza Altamira detiene su simulado andar.
El mundo fue y será una porquería ya lo sabemos, en el quinientos seis y en el dos mil ocho también. Que siempre ha habido choros, maquiavelos y estafadores y amargaos, pero que el siglo veinte uno es un despliegue de terrorismo mediático insolente, ya no hay quien lo niegue.
Peña Esclusa, después de que te vimos participando en la rueda de prensa que en Bogotá dio la Interpol, nos convencimos que hoy resulta que para Uribush es lo mismo ser de la derecha que traidor, ignorante, sabio o choro, que un biónico computador con falsa información.
Para Uribush todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran simulador. No hay aplazaos ni escalafón, los deshonestos como Uribe y vos nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón, cachorrito del Imperio, como hoy vos lo sos.
No pienses más Peña Esclusa, sentate a un lao del secretario general de la Interpol, Ronald Kenneth Noble, que a nadie importa si no naciste honrao. Pues para el gobierno de Uribush es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el paramilitar, que el que es mentiroso o que por falso periodista esta fuera de la ley.
Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, después de verte como aparente comunicador en la rueda de prensa de la Interpol, quedó demostrado que para Uribush cualquier embustero es un gran señor.
Alejandro Peña Esclusa, garufa, vos sos un caso perdido, tu vieja dice que sos un bandido, porque te vio enmascarado de periodista en la rueda de prensa que en Colombia dio la Interpol.
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