Cuando el mundo se pregunta si la historia religiosa de una raza, en la cual aparece como elegida por el Creador, justifica que sus actuales dirigentes políticos se otorguen el derecho de la venganza divina, con la excusa de proteger una tierra que supuestamente este mismo Ser le otorgó (en un acto de incomprensible injusticia divina para quienes ya la cultivaban), aparece el israelí Shlomo Sand, profesor de Historia de Europa en la Universidad de Tel Aviv, cuestionando varios de los mitos oficiales del sionismo en su libro "Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío".
El libro contiene dos tesis: que los actuales judíos provienen de pueblos paganos que se convirtieron al judaísmo lejos de Palestina, y por lo tanto no descienden de los antiguos judíos, y que los palestinos árabes son los únicos descendientes de los antiguos judíos. Resalta que, a pesar de ello; los judíos siempre han tenido una identidad y que fueron los protestantes, y luego los judíos, los que convirtieron la Biblia en un libro de historia. La raíz del mito del exilio judío es cristiana. Nunca hubo exilio; no hay ningún libro científico que lo diga.
Aunque algunos historiadores comparten la tesis de que no hubo exilio, afirman que si hubo emigración; pero Sand responde que los judíos no eran como los fenicios o los griegos, no viajaban tanto como ellos por el mar. La proporción de los que salieron es infinitamente muy pequeña. Señala que mayoría de los judíos del Mediterráneo no venían de Palestina; eran conversos. Desde la época de Adriano, en el siglo II, se experimentó una caída drástica del número de judíos porque muchos se convirtieron al cristianismo.
Todavía en 1961 hay un prestigioso historiador israelí que afirma que los jázaros (un pueblo originario de Asia Central, que se convirtió al judaísmo) son los antepasados de los judíos de Europa Oriental. Entonces aún se aceptaba que no provenían de Alemania. Su teoría es que la inmensa mayoría de los judíos de hoy no provienen de Palestina sino de otros pueblos que se convirtieron al judaísmo. Hay muchos historiadores israelíes, incluidos Yitzhak ben Zvi, el segundo presidente de Israel, o David ben Gurion, que hasta 1929 afirman que los palestinos árabes son los auténticos descendientes de los judíos.
Lo anterior es un resumen libre del artículo, del mismo nombre del libro, que circula por la red digital. Las consecuencias político–religiosas de dichas tesis son impredecibles; pero serán inconmensurables las publicaciones que respaldarán a Sand, con sólidos argumentos históricos, que aquellas que pretenderán refutarlas, basadas en los dogmas religiosos que dieron origen a los dogmatismos políticos y por ende, a las elites del poder que tratarán de callarlo. De inmediato se agregarán las de el mundo científico; en especial la arqueología, por no haber podido obtener pruebas de la existencia de personajes, reinos, templos y objetos religiosos mencionados en el Antiguo Testamento. En la religión, la fe te salva; en la ciencia, puede perderte; en la política, podría aniquilarte.
También volverá a aparecer en escena un personaje que el mundo científico de su época pretendió sumir en el olvido, boicoteando sus publicaciones y evitando hablar posteriormente de él, porque, al igual que Sand en este momento, sacudía los cimientos del apacible oasis de las verdades aceptadas, aunque no probadas: Immanuel Velikovsky. Entre otros, Velikovsky, escribió dos libros muy controversiales: “Mundos en Colisión” y “Siglos Caóticos”. En el preámbulo del último, afirma (cómo si fuese el propio Sand quien escribiera una parte de él): “Los dos volúmenes de la presente obra perturbarán tanto a los historiadores como Mundos en Colisión perturbó a los astrónomos. Es muy concebible que los historiadores tropiecen con dificultades psicológicas aún mayores al revisar sus puntos de vista y aceptar la sucesión de la historia antigua, como se establece en Siglos Caóticos…’
‘…un sabio distinguido… dijo que no conocía ningún argumento válido contra la reconstrucción de la historia presentada aquí, pero que psicológicamente es imposible cambiar los puntos de vista adquiridos en el transcurso de décadas enteras de escribir y enseñar. El intento de reconstruir la historia del mundo antiguo… hallará la severa censura de aquellos que, en sus enseñanzas y sus escritos, han aceptado ya profundamente el viejo concepto de la historia. Y muchos de aquellos que ponen la vista en autoridades reconocidas, en busca de orientación, se negarán a creer que una verdad no se haya descubierto durante tanto tiempo, por lo cual deducirán que no puede ser verdad”.
Se afirma que la historia la escribe el vencedor, creo que más bien es el superviviviente, aunque haya sido vencido. Con el pueblo judío (etnológicamente hablando) ha ocurrido esto último, porque sólo en época reciente, constituido como nación geográfica, ha obtenido grandes victorias bélicas verificables. En su remoto pasado religioso, el dios que lo eligió, siempre intervino para asegurar sus triunfos guerreros; en el reciente presente lamentable, un hombre que también hablaba con dios fue el canal que facilitó la ayuda a sus gobernantes a través de procedimientos muy terrenales; más bien, infernales.
Tres grandes triunfos del pueblo judío son incuestionables: El primero, el auto convencimiento de su excepcionalidad como raza, lo cual ha redundado en la producción de genios cuyos aportes a la humanidad son inobjetables; el segundo, lograr su consolidación económica por sobre las adversidades, causa principal de su persecución histórica; el tercero, haber adoptado los hechos mitológicos universales de la antigüedad como un dogma religioso, lo cual les permitió sobrevivir a sus conquistadores. Este último caso, se deduce de los libros de Velikovsky; pero la obra de Sand le agrega los “mitos históricos”. Cabe aquí preguntarse si existió alguna relación entre quienes redactaron “Los Protocolos de los Sabios de Sión” y quienes inventaron el pueblo judío.
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