El pobre Uribe (versión colombiana)

El título de esta columna es un vulgar plagio. Lo confieso. Me lo copié del excelente columnista colombiano Antonio Caballero, a quien suelo leer con frecuencia porque las cosas que escribe son ejemplo de buen periodismo. Periodismo honesto.

Denso y ágil al mismo tiempo.

Bien informado y sin pelos en la lengua. Caballero escribe en la revista Semana, una buena publicación, bastante sesgada respecto a Venezuela y al proceso bolivariano que aquí se cumple. Pero no importa.

¿Por qué el atraco? Ante todo por lo que Caballero escribió en el último número de la revista bogotana (3/9/2009) con el mismo título, "El pobre Uribe". Copio algunos párrafos: "Pobre presidente Álvaro Uribe, él solito contra todos en gavilla en la reunión de la Unasur, en Bariloche. Pobre, pero ¿quién le manda? Ah: es que la discusión era justamente esa: le manda los EEUU. La discusión consistía en saber si la seguridad `contra el terrorismo y el narcotráfico’ consiste en ponerse bajo el ala protectora y la garra rapaz de los EEUU, o no.

Uribe dice que sí. Los demás dicen que no. El presidente ecuatoriano Correa dice que la `lógica, la razón y la historia’ dicen que no. Y tiene de su lado a la lógica, la razón y la historia". Continúa el columnista: "Es ahí donde reside la soledad del presidente Uribe, pobre: en que su postura está contra la lógica, la razón y la historia (aunque a favor de los EEUU, los cuales, fieles a su costumbre, lo dejaron solo). Los demás asistentes a la reunión de Bariloche podían hablar tranquilos: decían lo que pensaban. Uribe no: Uribe ­pobre, pero quién le manda­ estaba obligado a decir mentiras". Y señala más adelante: "Al pobre Uribe le tocaba decir, a sabiendas de que lo que decía no era cierto, que entre los EEUU y Colombia hay `igualdad soberana’, por ejemplo. Y que las bases militares no son bases militares. Y que la guerra contra el narcotráfico se va ganando, gracias al esfuerzo eficaz y a la colaboración única entre los gobiernos de Colombia y los EEUU. Y que Colombia respeta su Constitución (¡que lo diga él, que la ha cambiado dos veces!), y por eso no habrá tránsito de tropas. Y que la transparencia (¡que lo diga él!) es condición necesaria de la legitimidad". Concluye el colega Caballero: "Al lado del pobre Uribe estaba sentado el aún más pobre canciller Bermúdez, a quien le temblaban las manos, pobre".


Esto escribió Antonio Caballero con su habitual sarcasmo. Y por si fuera poco, en el mismo número de Semana está un reportaje titulado "Colombia aislada", del cual reproduzco párrafos: "Una de las exigencias que hizo Álvaro Uribe cuando llegó a Bariloche a la cumbre de la Unasur fue que la totalidad de los debates fuera trasmitida en directo por televisión.

Sus interlocutores accedieron y muchos observadores consideran que al Presidente le habría ido mejor si no le hubieran hecho caso. Porque a pesar del optimismo con que llegó, de la seguridad que tiene en sí mismo como expositor en circunstancias difíciles, en esta ocasión no le fue bien. La verdad es que tal vez era imposible que le fuera bien. Uribe tenía la razón en términos de las preocupaciones de los colombianos, pero esas no eran las que tenían los presidentes de los otros países de Unasur. Lo que ellos querían escuchar no era una exposición sobre los problemas domésticos del país, trágicos sin duda, sino sobre las implicaciones geopolíticas de la presencia de tropas norteamericanas en el vecindario". Más adelante, la revista hace esta consideración: "Lo único que les importaba a ellos era el alcance de las bases. A Colombia, por el contrario, lo que le interesaba era que ese tema fuera tratado como parte de un paquete que incluyera el suministro de armas a grupos ilegales, la carrera armamentista en la región y los acuerdos militares de otros países. Pero al final de la sesión estos puntos terminaron siendo absolutamente marginales.

Toda la cumbre gravitó en un punto: qué iban a hacer los gringos a Colombia". En lo que comenta Semana ­por cierto, propiedad de la familia Santos­ hay un detalle interesante: la mención al discurso de Uribe atacando a Chávez "por sus amenazas guerreristas y su homenaje póstumo a Raúl Reyes" que, según la publicación, "le dio la oportunidad al Presidente venezolano de no contestar y presentarse como el moderado y el agredido". También esta observación: "La impresión que el Presidente venezolano le dejó al auditorio era que la versión oficial del Gobierno colombiano era solamente la mitad de la historia. Las bases obviamente van a ser utilizadas en la lucha contra el narcotráfico y sin duda le servirán a Colombia en ese propósito. Pero también constituyen una ficha muy importante en el ajedrez geopolítico de lo que él (Chávez) denomina el imperio". El reportaje concluye con algo que no tiene desperdicio: "Se podría decir como conclusión de la cumbre de la Unasur que pudo haber sido mucho peor.

Que se evitó un cruce de insultos o una condena contra Colombia. Que al final todos hablaron de paz y de solidaridad con el país. Y que sin duda le fue muy bien a Uribe ante los televidentes colombianos, pero ante los presidentes que asistieron a la cumbre no tanto. La otra realidad es que Uribe salió tan aislado como llegó.

En ese contexto, sigue siendo un niño diferente. Lo que más le interesaba a Colombia, que era la condena al intervencionismo de Chávez, no sucedió y el tema prácticamente no se tocó. Hubo muchas relaciones públicas, pero no hubo cambios de puntos de vista. Uribe llegó con la razón, pero no se fue con la victoria".

El contraste

Cito la opinión de uno de los mejores columnistas de Colombia (Calderón) y de la revista de más peso (Semana) sobre la Cumbre de la Unasur para contrastarla con lo que sostienen en Venezuela analistas, internacionalistas y políticos de oposición con increíble ignorancia o interés de mentir sobre el evento.

Una vez más, el odio a Chávez veló la capacidad de razonar e indujo a manipular lo que ocurrió. Pero resulta imposible negar lo siguiente: 1) Que el gran derrotado fue Álvaro Uribe, no Colombia, porque si algo apreciaron los mandatarios presentes fue la diferencia entre el Jefe de Estado colombiano y su pueblo. Por eso las consideraciones que hubo hacia él para no acorralarlo ni humillarlo; 2) que la versión inocente de las bases norteamericanas en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico nadie se la tragó. La lectura de Chávez del Libro Blanco del Comando Sur, documento oficial de valor geopolítico ­sin que deje de ser académico­, colocó el tema en el centro del debate y dejó sin argumentos al uribismo; 3) que fue evidente que Uribe asistió a Bariloche más como vocero de EEUU que de su país. Su objetivo era frustrar el esfuerzo integracionista en marcha a través de Unasur. Él encarnó la desintegración frente a la integración; 4) por eso cobra valor el trato respetuoso que se le dio y la actitud ponderada de Chávez. Si se hubiera actuado de otra manera, es probable que Uribe se retirara de la reunión; 5) ¿convenía a Unasur un gesto así que, prácticamente, equivalía a su desintegración? Obviamente no. Pero sí convenía un desenlace de ese tipo a los factores de poder, internos y transnacionales, que están detrás de Uribe.

Sintetizando: es contrastante que lo acaecido en la Cumbre de Unasur sea abordado con lucidez por comunicadores colombianos, mientras que hay venezolanos que lo asumen con lastimosos criterios que desdicen de su capacidad para el análisis. Pero qué le vamos a hacer: nuestra oposición no da para más.

Es así.


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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