Mientras se sacude la tremolina fronteriza, Uribe dice, si me voy yo: me llevo al presidente Chávez conmigo, y en razón de ese privilegio, los gringos especializados en saberes ocultos por su inteligencia desatada en todo el mundo, se hicieron de ese antojo y lo presionan a él para que derrame su furia de ladino encantador contra los habitantes de la frontera que arrecie la resistencia e incomode de allá y de acá para terminar de diluir el poco resguardo que hay entre los dos países y, con toda la habilidad de pícaro viejo, lleva adelante con satisfacción encapuchada la confrontación que paramilitares y paracos organizan y desarrollan a todo lo largo de la frontera con el estado Táchira, donde el gobernador de turno funge de peón de avanzada, prestándose a la canallesca complacencia de darle rienda suelta a los desmanes que a diario fastidian a los pobladores de esa región con situaciones bien planificadas con toda la intención de que tales acciones vayan en perjuicio del Gobierno Central, desprestigiándolo con asaltos y asesinatos de militares de uno de los componentes de la Fuerza Armada Nacional, lo que es común en ese pedazo de tierra enmarañado y no informado oportunamente al pueblo venezolano por los medios.
El gobernador Pérez Vivas es el gran cómplice fronterizo de Uribe como intermediario de los gringos, desde donde se le mire y, sus desmanes son el plato fuerte de la burguesía colombiana en contra de Venezuela, pero más de Chávez, y por lo que este infeliz individuo desde que llegó a la gobernación de ese estado, lo que ha hecho es, perturbar la sana convivencia local y recreacional para el conglomerado de colombianos y venezolanos que moran en el estado Táchira.
Uribe es el gran farsante de la historia contemporánea de Colombia y, en su afán de comodín aventurero como buen pitiyanqui, hay que desplazarlo del poder por las buenas, para que no siga sembrando a Colombia de bases militares gringas que hagan posible todo lo que a ellos como invasores, amparados en convenios les venga en ganas, en contra de los países vecinos que, es el fin que se persigue para tenerlos vigilados y acorralados con toda su tecnología informática aeroespacial, además de la franquicia de actuar a su voluntad de rey.
La frontera está que arde padeciendo de las posturas de la perversión mediática que, como sátrapas descuartizan la inocencia humana e informan a su conveniencia, tirando hacia el lugar que les convenga, siempre arrimado al favor de los yanquis y en concordancia con sus aliados al susurro de la oposición venezolana, para reacomodar sus cuadros malévolos de toda temeridad.
Hay que preservar con toda decisión nuestra integridad territorial y ejercer la justicia social que refuerce la soberanía fronteriza, antes que los del otro lado nos coman el alma de la patria y trastoquen la convivencia binacional y, donde haya paracos y paramilitares hay que ir en busca de esos delincuentes y asesinos sin contemplación ninguna que, no hay razón legal que nos lo prohíba.
Y como una distracción inoportuna, los protegidos de Uribe y de su camarilla, nos siembran el horizonte patrio por los cuatro costados: no de bondades, sino de drogas que como maná para muchos países, buscan el escape que a buen viento y en cómodos transportes se desplacen y saturen la ilusión momentánea y, a cambio reciban dólares y euros para los carteles colombianos y, en contraparte sin descanso la GNB los fustiga, descubriendo alijos importantes en cantidades que no saldrán a sus destinos y nos dan la firmeza de país independiente que vela como integérrimo de sus principios constitucionales de prevención y combate del contrabando de drogas y estupefacientes que perjudican la salud física y mental de los adictos del mundo. Y es así como la República Bolivariana de Venezuela se afinca responsablemente a nivel mundial en preservar su territorio libre de drogas como país de transito hacia otros destinos.
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