Polifacetismo bolivariano (I)

La revolución libertaria latinoamericana tiene su nombre propio: Bolívar. El concepto Bolivariano tomado en su sentido mas riguroso ofrece en la obra de Bolívar una importante faceta metodológica. Bolívar no era un guerrero, un estadista, un legislador, un economista, un sociólogo, un filósofo, ni un literato, era todas las cosas al mismo tiempo.

Eliminaba la división de clase de su propia esfera personal; fue un científico para la revolución. Pero ello no ocurrió así tan sólo por un afán ambicionista de aparecer como el erudito de todo; ello ocurrió así porque la idea principal de Bolívar, al analizar la sociedad latina humana, era la idea de totalidad. Explico, no hizo lo que hoy suelen hacer nuestros modernos sociólogos, examinar mediante encuestas algún aspecto parcial de la sociedad.

Bolívar se dedicó a examinar todo cuanto le fue posible. El Bolivarianismo en sí encara la concepción metodológica de la totalidad y eso lo saca del “discurso” literario, de “obra abstracta” y lo precisa como una ciencia unitaria social, considerada no como un saber compartimentado, fragmentado, sino como ciencia unitaria, porque en ella están comprendidos los aspectos económicos, sociológicos, antropológicos, revolucionarios, políticos y libertarios, no solo de una nación, sino de la construcción unificada de varias naciones para la construcción de un estado fortalecido, potente, industrializado y productor.

El Bolivarianismo se expresa concretamente contra la situación dominante, se hace instrumento de lucha contra la ya sostenida opresión y dominación imperial española. Fue la época en que surge una lucha civilizada contra un “monstruo”, un “bárbaro”, Bolívar compuso en la cultura latinoamericana un método moderno para conquistar la libertad.

El trabajo Bolivariano parece culminado victoriosamente con el suceso ocurrido en El Puente de Boyacá, allí se vislumbra una nueva suerte latina, hombres y mujeres comienzan a compartir una forma nueva de experiencia vital. Ahora, el espacio y el tiempo es de ellos, es de nuevas posibilidades y de los más altos peligros para la nueva libertad democrática, ser libres, es encontrar un medio ambiente que promete progreso, poder, alegría, crecimiento, transformación de esa sociedad, de lo que es, ahora es necesario cruzar las fronteras, la etnicidad, las clases y la nacionalidad de la religión y la ideología, es decir, es el momento de entrar al mundo libre y moderno.

Pero España absolutista no puede renunciar al nuevo mundo y se apresta a aplastar la revolución Bolivariana. Fernando VII, se empeña en estructurar un nuevo ejército expedicionario para culminar la pacificación latina, pues de acuerdo a las comunicaciones recibidas del conde de Cartagena Morillo y del virrey del Perú, esta no podría culminarse con los efectivos militares de que se disponía. Fernando VII contó con el apoyo de la Santa Alianza y del Zar de Rusia, quien le ofreció una escuadra para el transporte de las tropas hacia estas tierras. Fernando VII concentró las tropas invasoras en El Puerto de Cádiz. 47 navíos de guerra, 20.000 infantes. 3.000 Jinetes y 100 piezas de artillería, pero para gracia de los latinos y del Movimiento Bolivariano, uno de los jefes de esta invasión es Rafael Riego, héroe de la sublevación nacional contra Napoleón, y así el 1° de Enero de 1820, este guerrillero español, se levanta contra Fernando VII, arrastrando a las mayorías y a los principales caudillos populares y así este ejercito destinado para la pacificación de Latinoamérica, se convierte en centro de una revolución contra la monarquía.

Este suceso contraría enormemente al conde Morillo, quien continúa ocupando gran parte de Venezuela, Mérida, Calabozo, Barinas, Valencia, Cumaná y Barcelona y decide continuar sobre ellas.

Fernando, se inclina ante los rebeldes y acepta la nueva constitución de Cádiz la cual se pronuncia como liberal y demócrata. A su vez se dirige a los funcionarios del Nuevo Mundo ordenándoles solicitar la adhesión de los rebeldes a esa constitución y el envío de sus representantes al parlamento metropolitano. Cuando el conde recibe estas órdenes exclama indignado:

“¡Esos de Madrid están locos! No saben ni conocen el país, ni los enemigos, ni menos los acontecimientos, ostia, hombre ¿quieren que pase por tamaña humillación? ¿Negociar con el enemigo? Lo haré solo porque mi profesión es la subordinación y la obediencia”. (…Continuará)

vrodriguez297@hotmail.com


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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