En mis ya lejanos tiempos de estudiante en la UCV (1954), en un seminario sobre criminalogía dirigido por el poeta José Ramón Medina me toco llevar a cabo un investigación sobre la delincuencia en Venezuela. Todas fuentes consultadas, incluyendo la lista de ciudadanos y ciudadanas condena@s por actos de violencia contra personas, indicaban que todas las variables delictivas giraban en torno al alcohol. Más de medio siglo después, en el delito contra las personas él alcohol, esta vez unido a las drogas, sigue siendo la principal causa de la violencia. En aquella sociedad venezolana de mediados del siglo XX, donde ni la televisión, ni la radio ni los medios de comunicación escritos estimulaban el consumismo de bienes materiales, los valores sociales tradicionales servían de freno a la conducta delictiva. A partir de 1960, se exacerbó la publicidad consumista: mensajes como los transmitidos en TV por el finado Renny Ottolina comenzaron a asociar el consumo de licor y de cigarrillos con el logro del estatus y el prestigio social. A la par del consumismo exacerbado, la rabiosa política de exclusión social y territorial de los pobres auspiciada por la IV República, actuó como acelerante de la violencia como medio “lícito” para conseguir riqueza. Hay también causas culturales que hay que mencionar, aún si ello hiere la sensibilidad de algunas personas: a partir de los años 70, con el recrudecimiento de la violencia en Colombia, varios millones de personas pasaron la frontera hacia Venezuela para huir de esa vida miserable. Los colombianos son gente trabajadora, pero dentro de esa mayoría, también vino un sector de gente que practicaba la forma de violencia personal generada por la guerra civil en ese país, donde la vida de las personas se ha devaluado peligrosamente. Esa violencia encontró un campo fértil en el resentimiento social provocado por la política excluyente de la IV República, con las consecuencias que hoy todos lamentamos, exacerbada por al consumismo, el alcohol, la droga y el culto a la violencia visual que transmiten las series televisadas gringas. Culpar a Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana por el agravamiento de la delincuencia, es una farsa electoral de la oposición la cual recién parece haber descubierto un problema que ya es endémico en Venezuela. La erradicación en el corto plazo del mismo en Venezuela, ya hemos visto, no se logra solamente erradicando la pobreza y el analfabetismo, aumentando el nivel educativo de la población, mejorando el ingreso personal y familiar, las oportunidades de empleo y en general, venciendo la desigualdad social, metas que la Revolución Bolivariana logró alcanzar en menos de diez años a pesar del sabotaje permanente de la oposición aliada con el imperialismo. Hace falta igualmente una política efectiva de represión y prevención del delito donde participen los consejos comunales y en general todas las organizaciones sociales de la Revolución: establecer una Misión Contra el Delito donde se incluya una política cultural que propugne explicitamente el establecimiento de los valores socialistas, la consolidación del imaginario socialista donde el respeto y la solidaridad con el otro son fundamentales para mantener la vida en comunidad. Tomemos ejemplo de otros países democráticos como los escandinavos, donde el expendio de licores está severamente racionado sin que a nadie se le ocurra decir que se trata de una medida comunista. Por otra parte, es difícil mantener una baja tasa de violencia cuando somos vecinos de un país como Colombia donde, en el lapso de cinco años, ya han muerte y desaparecido más 250.000 personas. Esta violencia sistemática cometida en buena parte por el terrorismo de Estado, el terrorismo paramilitar y el narcotráfico y la violencia insurgente, es ignorada sistemáticamente por las empresas que venden noticias tanto venezolanas como extranjeras. ¿A quiénes pretenden engañar esos farsantes mercaderes?
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