Nuestro país transcurrió su jornada electoral con una victoria importante para las fuerzas revolucionarias, encabezadas por el Psuv y partidos que están con la revolución pase lo que pase. Una jornada donde los partidos políticos principales de la oposición ocuparon su escenario, y obtuvieron el techo máximo en votos que es hasta donde pueden llegar.
La victoria revolucionaria se cuentan en votos, en diputados listas y nominales donde veremos entrar a la Asamblea Nacional en enero algunos a jóvenes y caras nuevas de la revolución y otros que regresarán de las vitrinas mediáticas al parlamento, donde se les caerá de nuevo la máscara que ocultaron durante cinco años.
Una realidad política se nos mostrará a partir del próximo año, debates nuevos se abrirán a la expectativa del pueblo venezolano, que por la alta participación del 66,45% electoral (según primer boletín), deduzco que se mostrará mucho más interesado en cuestiones políticas.
Sobre ello, leí ayer en la página de rebelión, un artículo interesante sobre las elecciones, de Reinaldo Iturriza, de lo más adecuado, donde se puede leer la nueva etapa de la revolución bolivariana, una fase donde la politización del pueblo surgirá nuevamente, dando paso a la radicalización del proceso mismo.
Hay que darle quizá varias lecturas, pero me conformo con esta: la vida política de Venezuela desde hace cinco años para acá ha perdido el sabor que como al principio del proceso llevábamos en el andar. Lo que en un principio era muy común escuchar a gente sin conocimientos académicos, aún poseía una profundidad para analizar temas álgidos como el petróleo, el sistema de partidos políticos tradicionales, la partidocracia, el elitismo, entre otras.
Claro está, no todo era un hecho positivo, sobretodo porque teniendo el poder mayoritario, la burguesía venezolana era capaz de paralizar el país, de despedir a obrero(a) que se identificara como revolucionario. Era la persecución discreta pero dura contra el pueblo humilde que comenzaba a salir de la oscuridad a donde fue relegado durante siglos.
Se abre ahora, con unas nuevas condiciones económicas y de poder en general, para el proceso revolucionario un escenario para sintetizar cuestiones y para desarrollar la misma dialéctica política, social, económica en la cual estamos inmersos. Ya el carisma pierde poder, al menos eso pienso, en este momento, para darle mayor preponderancia a la crítica, la construcción, el debate, la reflexión y acción, la diversidad dentro de la unidad, el reconocimiento sobre todo de distintas formas de luchar y el levantamiento de la moral dentro de nuestras filas y la mía en particular.
Y desde cualquier otro espacio formal e informal, se abre cancha a este nuevo escenario, siempre y cuando se respete y se integre para evitar dispersiones que nos lleve a la derrota.
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