¡La doble moral de este sistema, apesta!

Violencia a la carte

El once de septiembre, se conmemoraron fundamentalmente dos hechos impregnados de profunda violencia. En ambos, los Estados Unidos de Norteamérica tienen especial y crucial participación: El golpe de Estado contra el gobierno socialista de Salvador Allende y el ataque-demolición de las torres gemelas o Wolrd Trade Center (WTC).

Sin embargo, en la mayoría de las primeras planas de nuestros “honorables e imparciales medios privados de comunicación” solo se hizo mención del atentado al WTC, por supuesto, con la versión “oficial” y nada creíble de la Casa Blanca…

Dicha actitud no nos extraña ni espanta. Por supuesto que no. Esos medios obedecen a una lógica que le hace juego a la doble moral de este sistema que nos agobia y nos cerca. Son parte importante de él pues sirven de punta de lanza en la guerra política que se adelanta para que nuestra realidad sea la que en ellos nos dictan, para que nos importe o no lo que ellos decidan.

De tal suerte que, se obvia el brutal ataque a la Moneda y las consecuencias que de él se derivaron: la dictadura de Pinochet y las miles de muertes, desapariciones y personas torturadas que hubo en ese periodo gris de la vida chilena. Como si al no nombrar esa realidad, esta desaparece del imaginario y se vuelve polvo en el tiempo. Todo con tal de minimizar los “efectos colaterales” de las acciones, injerencias y barbaridades estadounidenses, cometidas siempre en nombre de la libertad, la democracia, etc., etc.

Así que hoy, solo importan las tres mil víctimas de los “ataques terroristas contra Estados Unidos”, las cuales, no hay que negarlo, son importantes en sí mismas, pero no menos que las millones de personas asesinadas durante los indiscriminados bombardeos contra Irak y Afganistán, cometidos en nombre de la guerra contra dicho terrorismo y con la finalidad de encontrar a los supuestos autores del atentado (Al Qaeda – Osama Bin Laden) o eliminar supuestas armas de destrucción masiva, que jamás existieron (el propio gobierno norteamericano así lo admitió)

Pero, esas almas inocentes, al igual que las sacrificadas por su propio gobierno en las torres gemelas, muertas sin saber por qué, realmente no importan a los medios. Son la “cuota necesaria” para mantener el orden y lograr los objetivos de los ataques preventivos, libertarios y democratizadores: hacerse del dominio de las rutas del gas, dominar los yacimientos de petróleo, tener enclaves en una zona de importancia geoestratégica, entre otros…

Caramba! Estas últimas líneas se parecen mucho a lo que sucede actualmente en Libia, autorización-alcahuetería de la ONU de por medio: Bombardeo humanitario que acaba en una sola noche con miles de personas, con la finalidad de evitar que sean las supuestas bombas de su propio gobierno, las que acaben con sus vidas. Una paradoja incomprensible, inexplicable e inexcusable. Y en este escenario, los medios de comunicación han sido fundamentales para ayudar a “justificar”, “matizar”, “suavizar” o “edulcorar” la realidad. Incluso han hecho “videomontajes” muy convincentes para lograr la condena del régimen Gadaffi y el aplauso a los mercenarios (mal llamados rebeldes), entre los cuales, oh sorpresa!, se encuentra Al Qaeda (extraña alianza esta, ¿no les parece?) Mientras, el derecho a la autodeterminación de los pueblos se fue de paseo junto con otros elementos del manoseado y maltrecho “derecho internacional”

Ese entramado comunicacional mundial tiene sus tentáculos en cada país. Así, en el nuestro, contamos con los antes mencionados “medios privados de comunicación”, los cuales forman parte del juego macabro de meter esa violencia en nuestras casas y justificarla. Termina mucha gente aceptando que, en nombre de cualquiera de las excusas que esgrima el imperio de turno (o sus gobiernos adláteres o lacayos) se asesine vilmente a miles de personas, con la impunidad que siempre acompaña tales acciones.

Y, en esos mismos medios, todos los días, comienzan sus noticieros o aliñan sus periódicos, dando un parte de guerra, haciendo énfasis en “los muertos por acción del hampa desbordada, fruto de la ineficiencia e inoperancia del gobierno de Chávez”, promoción instantánea y gratuita (pero no neutra) de un problema que existe pero aparece a todas luces abultado, impulsado y manejado convenientemente por la mano siempre invisible y omnipresente de alguna agenCIA que conocemos….

Esta realidad se sobredimensiona y matiza, de tal forma que el temor, el miedo y la sensación de inseguridad se apoderen, progresiva e inexorablemente, de la mente y de la vida cotidiana de todo el mundo. El objetivo: que tengamos miedo de todo y de todos, mantener nuestra mente ocupada en el trapo rojo de las muertes de fin de semana, lograr que nos aislemos de nuestro entorno real y objetivo, evitar que pensemos en otra cosa y creamos que la solución está en las garitas, las rejas, las vigilancias privadas, las armas legales o clandestinas, la desconfianza en las propuestas del gobierno, las marchas de protesta en contra de la inseguridad, la invasión extranjera para “que nos libre de todo mal y peligro”…

En fin, doble moral que nos sirve una violencia a la carta: la “nuestra” como plato fuerte, muy fuerte, casi indigesto y la otra, la propiciada o generada por las potencias mundiales o países amigos de estas, contra sus propios pueblos (EEUU, España, Italia, Francia, Chile, México…) o contra otros (Libia, Palestina, Siria, Irak, Afganistán,…), es presentada como panacea (casi que un antiácido) como algo “inevitable y necesario”, como la respuesta adecuada a las crisis reales o supuestas de tanto pueblo atrasado, mal informado o sometido por gobiernos forajidos (casualmente siempre, siempre, se corresponden con países donde existen abultados recursos naturales, energéticos, mineros, financieros y/o de cualquier otra índole)

El 11/09, la carta solo nos trajo el WTC como víctima y justificación. Cero Salvador Allende. Nada de teorías que deniegan el supuesto ataque terrorista. Todo lo que se pudo de los bombardeos humanitarios contra Libia y su pueblo. Todo y más de la violencia y muerte en nuestros barrios.

Así, todos los días. En nuestro libre albedrío está decidir si nos comemos estos platos y sus postres o cambiamos de restaurante.

(*)Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Muller Rojas - Aragua

nymphamar2@yahoo.com.mx


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Ninfa Monasterios Guevara (*)


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