Con gran pesar leemos en el encartado Independencia 200 del año 1998, número 188, página 2, sección Saberes, un texto en el cual se anuncia la incorporación del Dr. Pedro Juan Krisólogo, un cacique warao, como Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, y en cuya redacción de la información, se cuelan contenidos ideológicos que revelan la consecuente visión etnocentrista que nos fue inoculada desde las instituciones educativas y los medios de comunicación al servicio del sistema capitalista imperante.
El comité editorial de este encartado que surge bajo los auspicios de una Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela, presidido por importantes y destacadas figuras públicas e investigadores de la historia nacional, incurre en la misma trampa ideológica de aquel nefasto ministro de la inteligencia de la cuarta república (permítaseme las minúsculas) que para demostrar un enfoque academicista o estafa académica puesta de moda durante ese período y aún vigente, al cual llamaron inteligencias múltiples y lo “vendieron” bajo la etiqueta de “teoría”, hicieron un ensayo con un grupo de indígenas de la etnia pemón, a los cuales, sin haber conocido jamás un instrumento musical “clásico” se les enseñó a tocar el violín con propiedad y habilidad en un corto periodo de tiempo. Con esa “hazaña”, los “expertos” y “doctos” investigadores de la cuarta república creían haber demostrado la inteligencia de nuestros indígenas para ser competentes en situaciones nuevas, hecho sobre el cual, por supuesto, ellos todavía tenían dudas.
En el infortunado escrito aparecido en Independencia 200, se dice textualmente: “El pasado mes de marzo se dio a conocer que Pedro Juan Krisólogo, doctor en lingüística, antropólogo y periodista, ocupará en La Academia Venezolana de la Lengua el sillón dejado por su autor Fray Cesáreo de Armellada. Este Cacique warao aprecia en este reconocimiento, algo constructivo, ya que se puede ver “… hasta dónde puede llegar un indio venezolano cuando ha sido bien atendido, educado, ayudado a salir de la marginalidad…” Este hombre será a partir de ahora, el nuevo ocupante del sillón “D” dentro de la Academia de la Lengua, todo gracias a sus innumerables aportes a la lingüística”.
Una información asertiva sobre este hecho quizás hubiese comenzado resaltando lo que el escrito dice al final, es decir, “los innumerables aportes a la lingüística”, que según sostienen realizó el Dr. Krisólogo. Y por supuesto, si estos aportes fueron hechos en el marco de la lingüística aplicada a los idiomas indígenas, que es donde uno supone que este compañero debió interesarse como mecanismo lógico para preservar su lengua ancestral.
Por otra parte resulta lamentable que el escrito resalte como meritoria la expresión enajenada de un integrante de nuestros pueblos originarios afirmando que la obtención de títulos profesionales y de un “sillón” en la Academia Venezolana de la Lengua, es una forma de valoración o “reconocimiento” de la capacidad de desarrollo humano que pueda poseer cualquier grupo humano en situaciones de exclusión social, pues ello revela la poca valoración que se hace de las culturas indígenas al identificarlas con grupos marginales, urgidos de “asistencia” y “educación” por parte del Estado venezolano.
Ciertamente considero insultante este escrito de marras, que de haberlo leído en cualquier texto de la editorial Santillana, me hubiese parecido natural y representativo de la cosmovisión que durante centurias han impuesto en la cognición de nuestros ciudadanos estos grupos de poder, pero me resisto a observar en silencio cómo bajo la responsabilidad de un Comité Editorial integrado entre muchos funcionarios e investigadores de la historia, entre los que destaca nuestro actual Ministro del Poder Popular para la Cultura, Pedro Calzadilla, se publiquen contenidos que permiten seguir perpetuando nuestra dependencia cultural y el desprecio a nuestras culturas originarias.
