Se pronunció el TSJ. Habló el máximo tribunal interpretando no sólo la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sino como interlocutor de un pueblo que se supera cada día, a pesar de las adversidades. Tal como lo hizo Bolívar o como lo hizo Miranda, con visión de futuro, compromiso, sacrificio y entrega. A la oposición no le ha bastado que Chávez haya sido reelecto con más de 8 millones de votos; no le resulta suficiente el triunfo revolucionario en 20 de las 23 gobernaciones del país; no les importa el amor desbordado del pueblo en la calle; no les importa la decisión de la Asamblea Nacional y parecen obviar ahora la decisión del Tribunal Supremo de Justicia. Ellos quieren desestabilizar y aún cuando tienen pírrico poder de convocatoria no podemos bajar la guardia.
Que nadie se distraiga, que ningún revolucionario o revolucionaria descuide sus posiciones. La derecha mantiene sus planes conspirativos y el momento histórico reclama que cada quien asuma su rol con la convicción plena de que todos y todas somos determinantes. Hemos dado lecciones al mundo y seguramente vamos a seguir dándolas. Tenemos un gobierno activo, legítimo y vigente que está haciendo lo que debe. Cada ministro o ministra está consciente de su responsabilidad. Cada gobernador revolucionario ha entendido y asume con entereza el papel histórico que en esta hora crucial el pueblo le ha encomendado. Cada militante está haciendo lo propio. Que no se equivoque la derecha. Aquí hay un pueblo amando pero alerta, un pueblo apasionado y listo para enfrentar cualquier desliz desestabilizador. No hay tiempo para distracciones.
Alicaídos y descalificados como están los oposicionistas echan mano nuevamente de jóvenes a quienes manipulan y colocan como carne de cañón en el marco de sus infelices acciones terroristas. Sus medios continúan su alocada carrera desinformadora y mantienen irresponsables líneas editoriales donde llaman a la desobediencia a través del desconocimiento a la decisión del TSJ. Para Conatel tampoco valen las distracciones. Para la juventud revolucionaria menos.
La estabilidad política del país está más allá de matrices de opinión. Es una realidad tangible que constataron presidentes, primeros ministros y cancilleres de más de 20 países que nos visitaron recientemente en el marco de la reunión ALBA-CELAC y a propósito de la más inédita juramentación de la historia democrática del mundo. La estabilidad política de Venezuela está en la calle, sin traumas la feligresía celebró las fiestas de la Divina Pastora; sin problemas se ha dado la vuelta al Táchira y la feria de San Sebastián; hay un gobierno en la calle poniendo coto al tema de la especulación y el acaparamiento, en fin hay gobierno, hay estabilidad, hay continuidad y hay revolución. Cuidado con las guarimbas de última hora. En Bolívar vienen por las empresas y el sector minero. Oído al tambor, hay que jugar cuadro cerrado para prevenir y combatir cualquier acción temeraria.
Para nosotros, quienes nacimos y crecimos en esta tierra de “venas abiertas”, como decía Galeano, nada ha sido fácil. A través de los tiempos hemos demostrado, citando también al maestro Galeano, que no estamos hechos de células sino de historias. Chávez es una historia de amor colectivo. Esta revolución adolescente ya es madura y lo ratificamos cada día con el orgullo de saber que contamos con líderes que dan la cara y hasta la vida para no perder lo que junto a Bolívar y a Chávez hemos conquistado.
El tema de los alimentos es, como alguien dijo en su momento, un arma de desestabilización masiva, de allí lo importante que nuestro gobierno se despliegue con autoridad para frenar a los perversos, los mismos que paralizaron nuestra industria petrolera, los que desaparecen sin pudor la azúcar, el pan o el pollo para fregar al pobre. Olvidan que hay cosas como el amor que actúa escudo protector supremo contra los macabros planes de desabastecimiento de quienes siguen viendo la política bajo la óptica del capitalismo. La dignidad como el amor ni se compra ni se vende. No es momento de distracciones para nadie. Es hora de reiterar que somos pasión y razón, amor y determinación, compromiso y lealtad, presente y futuro, vida y más vida, pero también somos gobierno y digamos como Bolívar, "por amar la libertad tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos." Seamos severos con los traidores, los desleales, los enemigos de Chávez y los enemigos de la Patria. No es tiempo de distracciones, recordemos que somos lo que hacemos, no lo que pensamos ni lo que decimos. Seamos como Chávez, pero de verdad verdad.
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