Aunque hay situaciones que están más allá de nuestra comprensión como seres humanos, debemos evitar en todo momento la confusión en el ánimo y el espíritu, porque el eterno propósito de la vida y el proyecto político que nos hemos trazado debe seguir su curso. Por tanto, por ese motivo y aún por otras razones de peso, la senda revolucionaria debe ser remarcada en cada pisada firme que demos, rumbo a la meta del destino socialista.
En la vida de los pueblos a veces las cosas se precipitan en la corriente del tiempo y como no somos inmunes a las incertidumbres, entonces nos llenamos de miedo. Precisamente esto es lo que hay que evitar en este momento de tristeza, porque ante la ausencia del pensamiento razonado y la confusión que se asoma por las ventanas del alma, aparecen las incongruencias de la razón que terminan distorsionando la realidad política.
Pero como el auténtico revolucionario nunca vacila en el cumplimiento de su deber, nuestra actitud es y debe ser firme y contante en estos momentos de dolor. Debemos ser leales al pensamiento de Chávez, el gran líder que fue leal a su pueblo. En relación a esto, recordemos que nuestro Dios lo que pide es lealtad, no el sacrificio. No adorar a otro Dios, sino al Ser Supremo, nos dicen los Mandamientos. En ese sentido, ahora nosotros, millones de venezolanos y venezolanas somos guardianes leales al pensamiento de Hugo Chávez y caminaremos siempre en la dirección de los propósitos y objetivos de la revolución.
Si, con este amor inmenso de pueblo e hijos de Dios te amamos comandante; por tanto permanecerás en nuestros pensamientos eternos paras nunca jamás desaparecer. Y aquí es donde quería pedirle perdón a Dios, porque la voz, el pensamiento, el alma y el cuerpo del hombre se quedan. Chávez se queda con nosotros, conversando con los niños y niñas, con los millones de hombres y mujeres de este país; desayunando con cada familia, sembrando con los campesinos, pescando allá en el Arauca, jugando una partida de dominó, de ajiley o de truco allá en Barcelona; cantando con la juventud venezolana, para enseñarles los valores de la vida; acompañando a cada estudiante de las escuelas, de los liceos y las universidades para que asuman el compromiso de estudiar y luchar y nunca caigan en las indefiniciones cromosómicas de las “manitas blancas”.
De verdad Dios, mil disculpas por eso. Pero queremos que Chávez se quede para siempre con nosotros. No permitiremos que ningún escuálido profane su pensamiento y apague su voz, que llevamos en la conciencia. Esa es nuestra fuerza moral y espiritual, nuestra verdad con la que nos defenderemos de los feroces ataques de la jauría opositora, que con sus fauces fascistas y su proceder colmilludo ya lanzan sus primeras dentadas.
Comandante, con tus enseñanzas comprendimos los verdaderos significados de las circunstancias de la vida. Tu viviste y fuiste un ejemplo de ser humano; hoy que te quedaste con nosotros, eres una inspiración para no desmayar ni un instante en la lucha revolucionaria. ¡Chávez vive, la lucha sigue! Chávez se queda con nosotros.
Politólogo
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