El dolor es lacerante. Intenso. Inaguantable. No por esperada la noticia dejó de ser un mazazo. Un golpe a traición. Un latigazo en el centro del alma. Te lloramos, Comandante. Te lloraremos siempre. Pero con una mano enjugamos las lágrimas y con la izquierda alzamos tus banderas. Porque tu presencia inmensa, intensa, arrolladora, generosa, vital nos acompañará siempre y guiará nuestros pasos. Tu legado de integración, de solidaridad, de bolivarianismo puro, de entrega, de amor por tu Patria y por tu pueblo será recogido por ésta y por las generaciones futuras
para defenderlas contra los enemigos.
Esos que se agazapan detrás de los medios de comunicación, de las empresas coprofágicas, para lanzar armas arteras y despiadadas. Y esconder después las manos. Los que intentaron satanizarte. Los que pretendieron destruirte. Los que te asesinaron. Tu pueblo te acompaña en este momento a tu última morada, vivirás a la tierra de la que estás hecho y crecerás en los lirios, en los bucares, en los araguaneyes, en las acacias que pueblan nuestros campos. Tu seguirás con nosotros, porque contra los pronósticos agoreros de los que quieren vernos derrotados, seguirás siendo el líder, el maestro, el conductor. Fuiste amigo, hermano, padre, compañero de todos y de todas.
Nos ayudaste a empinarnos por encima de nuestras dificultades y nos convertiste en sujetos de derecho. Le devolviste la dignidad a un pueblo exhausto, arruinado, expoliado, derrotado y le estimulaste a pelear por sus derechos. Y se los devolviste. Lo empoderaste. Le enseñabas a vivir. A valorar lo valorable. A entender. A querer a la Patria. Fueron muchas las lecciones de vida que nos diste. Por eso, no podemos fallarte ahora. Hoy más que nunca, todos y todas seremos Chávez. Hoy, más que nunca, rodilla en tierra y Constitución en ristre. Ésa y la fe en tí seguirán siendo nuestras mejores armas.
Hasta la Victoria siempre, Comandante.
iViviremos y venceremos!
