Más allá del 8-D


Las elecciones del 8 de diciembre no solo permitirán elegir Alcaldes y Concejales. Sus resultados ayudarán a definir los escenarios políticos del 2014. La oposición pretende utilizarlos para crear una crisis política, acentuar su plan deslegitimador y profundizar la “guerra económica”. Al chavismo le corresponde aprovechar la oportunidad para reunificar fuerzas y labrar, palmo a palmo, una contundente victoria que permita avanzar en la construcción del Poder Popular como garantía para la consolidación de la Revolución Bolivariana.

En octubre de 2012, la oposición reconoció de manera inmediata la victoria electoral del comandante Chávez. La contundencia de los resultados y la fortaleza política del chavismo no le dejaban otra alternativa. El plan desestabilizador fue aplazado. El 14 de abril desconocieron los resultados pretendiendo deslegitimar al Presidente Nicolás Maduro y profundizaron acciones desestabilizadoras que hasta ahora han sido derrotadas. Su esperanza está en los resultados del 8 de diciembre.

La dirigencia y candidatos del chavismo están obligados a comprender la trascendencia política de estas elecciones. Dejar a un lado minúsculas diferencias y comprender que el objetivo estratégico va más allá de la conquista de una Alcaldía o Concejalía. Tampoco se trata de ubicarlas o no como plebiscito. Necesario es entender, que la oposición tratará de proyectar una victoria artificial, una simple sensación colectiva para activar todos los mecanismos necesarios para derrotar la Revolución Bolivariana.

La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente puede constituirse en una estrategia opositora para restaurar los poderes con la desvencijada visión de la Constitución de 1961. Esa estrategia solo funcionará si logran retomar algunas Alcaldías emblemáticas o simplemente si la oposición alcanza más votos que el chavismo. Las diferencias que hoy se expresan en distintos sectores de la MUD quedarán a un lado ante una posibilidad de esta naturaleza.

Es importante considerar que en el contexto social de estas elecciones se refleja una “guerra económica” que ha mermado la confianza de la población tanto en el gobierno como en la Revolución Bolivariana, una especulación sin control efectivo, la persistente escasez artificial de productos de la cesta básica y la incidencia del dólar paralelo en una inflación que está generando angustia en los sectores populares. Factores de un contexto social que exige mayor compromiso político y social de candidatos y dirigentes del chavismo.

La victoria electoral del chavismo tiene que ser tan contundente que se traduzca en una vigorosa victoria política, redimensione la legitimidad institucional del gobierno y reimpulse el ánimo popular hasta consolidar el carácter irreversible de la Revolución Bolivariana.

Ahora bien, el primer paso para garantizar esta victoria electoral es comprender la trascendencia política de las elecciones del 8 de diciembre, dejar a un lado la mezquindad, la soberbia, el sectarismo y la arrogancia desenfrenada para imponer un reencuentro de todos los factores (políticos y sociales) que le dan contenido a esa inmensa franja social que se expresa en el chavismo. Sin unidad integral no hay garantía de una victoria contundente. Una pírrica victoria electoral puede convertirse en una derrota política.

En el estado Bolívar la ausencia de dirección política ha permitido que proliferen candidaturas innecesarias que solo sirven para dividir nuestra fuerza electoral. Se impone la reflexión inmediata para avizorar los escenarios más allá del 8 de diciembre y desmontar las candidaturas que surgieron producto de incomprensiones, indisciplina, maltrato, imposiciones y/o intereses particulares para fortalecer las candidaturas acordadas por el Gran Polo Patriótico.

La Dirección Regional del PSUV deber dar el primer paso y convocar a la reunificación de las fuerzas del chavismo. La Dirección del Gran Polo Patriótico tiene la oportunidad de reivindicar la necesidad de una dirección colectiva. De lo contrario queda demostrada la incapacidad política y se hará imprescindible la intervención de la Dirección Nacional.

Estamos en un buen momento para comprender la necesidad de reunificar nuestras fuerzas. Como dice el adagio popular: ”Hay que espantar el perro antes que se eche la meada…







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Darío Morandy


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