Si alguna estupidez ha cometido la derecha venezolana y sus seguidores (y unos cuántos que dicen estar del otro lado), además de aflojar espárragos y tornillos para matar gente y dejar sin luz a todo el país, es aquella manía (recordemos que son sociópatas y por tanto propensos a las mismas) de agregar en tono irónico al final de cualquier queja, reclamo, o problema, la frase “pero tenemos Patria”.
Incluida la misma en el breve testamento político del comandante Chávez (“Tenemos Patria, que no se equivoquen”, diciembre 2012), hoy es objeto de burla por quienes no conformes con la desaparición del líder, quieren que desaparezca su obra y, de ser posible, sus seguidores. Extraña conclusión si le creemos a la última encuesta de Schemel, según la cual el 70 % de los venezolanos tiene una opinión favorable del gigante.
Así, es harto común escuchar en cualquier parte “no hay papel, pero tenemos patria”, “todo está caro, pero tenemos patria”, y así sucesivamente deviene una estupidez tras otra. ¿Por qué estupidez? Sencillo, ahora que Globovisión ya no es su oráculo, tómense el tiempo de investigar cuál es el significado de Patria.
Extensión geográfica en la que se ha nacido, por la cual se sienten lazos afectivos, culturales, históricos, etc., sería la más sencilla. “Es la piel donde vivimos, un concepto más de las vísceras que del cerebro”, dice Silvia Dioverti. La Patria se hereda, y con nuestras acciones adquirimos el derecho de merecerla.
De ser así, la Patria de estos señores no se sabe dónde está. En los EEUU o Europa, pesadillas que fueron sueños. Pero decir la mencionada frase equivaldría a que alguien, por tener un problema con su hijo, madre o esposa, diga de inmediato “pero tengo familia”. La Patria, la familia, sigue existiendo a pesar de nuestras mezquindades.
En ese momento cuándo te burlas de la noción de Patria, te niegas a ti mismo, a tu infancia, a tus padres y abuelos, a tu trabajo. Pretendes cortar tus vínculos con ese territorio que te moldea con sus costumbres y hábitos, pero eso no hará que el territorio desaparezca. Bien lo dice Calle 13 en perfecto desiderátum: el que no quiere a su Patria no quiere a su madre (y los hay, créanme).
Los problemas que hoy confrontamos (desabastecimiento, especulación, etc.), más allá de los errores que puedan haberse cometido en la construcción de un modelo inédito, existen precisamente por el empeño de Chávez y de los millones que lo apoyaron y apoyan de tener Patria, un patriotismo que no quiere ser patriotero como los gringos, que ondean sus banderas como símbolo de dominación imperial, con xenofobia, racismo y desprecio por el derecho de autodeterminación de los pueblos. La Patria que se defiende incluye a todos por igual, ricos y pobres, porque ¿cómo tener Patria sin justicia ni equidad social? Será una patria en minúscula, privatizada, referida a los territorios de abundancia material y escasez intelectual, una patrica que acepta a Mickey Mouse y lo nacionaliza.
Así que ponga a funcionar su mollera, y diga: “no hay papel, por el empeño de unos pocos en que no tengamos Patria”. No lo hará, si es usted de esos que ostentan la gorrita tricolor, esperando en cualquier momento poder ondearla en sus manos para saludar a las tropas de invasión de EEUU que ¡por fin! llegaron para liberarnos.
Nadie niega los problemas. Pero éstos no se arreglan con el auto suicidio de la negación apátrida. Que nadie se equivoque, tenemos Patria, la tuvimos cuándo Bolívar recorrió miles de kilómetros para expulsar al imperio español, la tenemos cuando sentimos ese calorcito en el pecho al ver ondear nuestra bandera en un triunfo deportivo, y la seguiremos teniendo, a pesar (o quizás por ello) del hecho de que no se pueda comprar en el supermercado.
Tenemos problemas, porque tenemos Patria.