En relación al orden de ideas que hemos venido desarrollando, las orientaciones que muestra Kosik, respecto a la totalidad concreta, indudablemente que contienen en perspectivas un impulso emancipador sobre el cual la conciencia de nuestros hombres y mujeres, tiendan a indagar y descubrir la esencia explotadora del sistema económico, para abrirle paso a las acciones revolucionarias destinadas a revertir el orden impuesto por el sistema dominante, está situación, nos conduce a la sincronización de antagonismos (contradicciones y relaciones) que activan el motor de la historia “lucha de clases”.
A partir de estás consideraciones, la totalidad concreta; resulta fundamental como “concepción dialéctica materialista del conocimiento de lo real” para la aprehensión de los distintos procesos que viven nuestros pueblos en la constante persecución de la soberanía y la independencia plena, sobre todo, cuando la sistemática apropiación de los recursos estratégicos por parte de las grandes potencias, constituye una amenaza permanente no sólo para nuestros territorios, sino también para la identidad de nuestros pueblos, pues para las grandes potencias el cerebro humano, representa un teatro de operaciones sobre los que se diseñan esquemas de dominación que invitan a activar la batalla de las ideas. Es por ello, que los Estados-Nación que deciden tomar el rumbo de la autodeterminación, deben diseñar sus estrategias desde distintas dimensiones para garantizar su supervivencia.
Por tal motivo, el movimiento señalado que contiene la categoría desarrollo en el caso nuestro nos permite apreciar el proceso de refundación de la nación bajo la urdimbre y gesta bolivariana, que expresa en el Plan de la Patria (2013-2019) la visión estratégica de trascender los valores mercantiles que en la propia dinámica explotadora de la globalización neoliberal aniquila la memoria histórica, la identidad y la soberanía de nuestros pueblos. En este contexto, la totalidad concreta como método de aprehensión de la realidad, nos inserta en la naturaleza dialéctica de las relaciones internacionales, en la cual el movimiento y la interacción de las distintas partes que definen lo concreto expresado en los fenómenos, mantienen en esencia los antagonismos, contradicciones y desigualdades, propias de la naturaleza expoliadora del sistema económico capitalista.