“El Comandante Chávez en vez de aplicarse a usufructuar lo que ya estaba, obró en la dirección de lo que quería ser; era un audaz arquitecto de formación de pueblos en el que otros se moverán como forzados intrusos. En el presente Chávez vivía en función de lo futuro, pensándolo, predicándolo, amasándolo sin reposar jamás; en las ciencias, en las artes, en la acción, marchaba a la avanzada de sus contemporáneos, prolongándose imaginariamente hasta la etapa inmediata del humano mudar sin término”.
Su Testamento:
Para Chávez, nuestro pueblo es vital y tiene un destino histórico que cumplir, un ciclo que recorrer, nuestro Líder Eterno lo previó y lo interpretó, anticipándose con el pensamiento a la realidad que otros no alcanzan a vivir. Las palabras de Chávez empujaron a muchos venezolanos, como si fuera una fuerza que empuja a cuantos pueden marchar. En vano los que nada piensan ni hacen (ni nunca hicieron) para el porvenir de la Patria le mostraron las manos listas para lapidarle, que ésa es la prueba crucial del Líder; si lo es de verdad, forjó sin desmayo, centuplicando el esfuerzo cada vez que se duplicase la resistencia.
Chávez nos indica: Un pueblo que acorta el paso ha cesado virtualmente de vivir; se encierra en lo que es y contempla lo que ha sido, renunciando a las posibilidades de ser más o mejor. Los hombres representativos de los intereses del pueblo se desorientan, pierden el rumbo, tantean fuera del sendero, siguen creyéndose videntes cuando ya son estrábicos; en vano intentan probar caminos, pues cambiar el derrotero no es seguir adelante, ni basta cambiarlo para adelantar.
El pueblo venezolano que sigue una vida ascendente confiaba más en los lineamientos audaces del Comandante Chávez que en los dirigentes del pasado; cuando esa confianza reina en la conciencia social, la visión de nuestro Eterno Líder se pronunciaba por el porvenir culminando, como acero atraído hacia la cumbre por el imán de lo que vendrá.
Chávez nos orienta: Los pueblos viejos, como los hombres, se envanecen de su pasado y desdeñan a los que, por jóvenes, nada parecen ser en el presente, aunque todo puede devenir en el futuro. La exigüidad del pasado es, precisamente, el ideario de los pueblos jóvenes, capaces de ser núcleos de nuevas culturas; su destino está en defenderse de todo senil tradicionalismo que intente envenenar las fuentes que engrandecerán el cauce de su venidera grandeza.
Chávez nos enseña: La juventud de nuestro pueblo debe vivir en tensión hacia el porvenir, con más esperanzas que recuerdos, con más ensueños que leyendas. Mirar con ojo amigo a los viejos que nos ofrecen sus consejos; pero no olviden que si es provechoso heredar algunas fuerzas aún capaces de obrar, nada hay más funesto que apuntalar derrumbamientos de culturas decrepitas y utilizar supersticiones de agonizantes abuelos.
Un cambio en el equilibrio de las relaciones humanas se está operando en la América de Bolívar y de Chávez con más presteza que la habitual. Todas las ventajas están a favor de los pueblos nuevos, de las culturas incipientes. Donde los intereses creados son adventicios, será más fácil librarse de ellos, con un fuerte sacudir de hombros.
¡Tú ausencia Comandante! Después de Tú dolorosa partida la Nave está acéfala, sin rumbo, a la deriva y hace agua por todas partes. Tú amado pueblo está impaciente esperando que vuelvas pronto de la misa. ¡Comandante!!!
¡Sigamos Juntos Con Chávez Por Ahora Y Para Siempre!!!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!